THE OBJECTIVE
Ricardo Dudda

Israel y las rimas de la historia

«Desde su creación, Israel ha sido un Estado víctima que ha querido dejar de serlo. Pero algunos de sus dirigentes se han convertido también en verdugos»

Opinión
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Israel y las rimas de la historia

Ilustración de Alejandra Svriz.

«Una de nuestras realidades políticas es que las víctimas de la tortura política y la injusticia a menudo no son mejores que sus verdugos», escribió la filósofa Judith Shklar en su célebre obra Vicios ordinarios. «Sencillamente están aguardando a cambiar de lugar con estos últimos». Ser víctima no te impide ser también o convertirte en verdugo. El pueblo de Israel es un ejemplo de nación víctima. Pero algunos de sus dirigentes se han convertido también en verdugos. Las comparaciones con el nazismo son de mal gusto y desacertadas: el Holocausto es incomparable. Es falso que la historia se repita. Sin embargo, a veces rima. 

Es ingenuo pensar que una víctima es incapaz de cometer una injusticia. Por ejemplo, es injusto repartir responsabilidades entre los dos bandos que se enfrentaron en la Segunda Guerra Mundial. Pero eso no significa que las víctimas fueron siempre víctimas y los verdugos siempre verdugos. 

En octubre de 1945, Robert Murphy, exasesor de Eisenhower y representante del Departamento de Estado de los EE UU en Alemania, se quejó ante sus superiores de la crueldad con la que los aliados estaban gestionando la crisis de refugiados alemanes tras la guerra: 

«[Las] deportaciones masivas diseñadas por los nazis proporcionaron parte de la base moral sobre la que hicimos la guerra y que dio fuerza a nuestra causa. Ahora la situación se ha invertido. Nos encontramos en la ingrata posición de ser socios de esta empresa alemana y, como socios, compartir inevitablemente la responsabilidad».

«Las supuestas víctimas se volvieron verdugos; los supuestos verdugos se volvieron víctimas» 

Tras la guerra, las fuerzas aliadas organizaron uno de los mayores desplazamientos forzados de población de la historia. En su excelente Orderly and humane. The expulsion of the germans after the Second World War, R.M. Douglas afirma que murieron miles de civiles alemanes en ese proceso. Muchos de ellos fallecieron en campos de refugiados donde fueron tratados con extrema crueldad. En el de Mysłowice, al sur de Katowice, murieron casi 2.500 personas entre marzo y diciembre de 1945. El antiguo campo de concentración nazi de Bolesławiec, un subcampo de Gross-Rosen, alojó a «unos mil doscientos niños de entre 12 y 15 años, que fueron utilizados como mano de obra forzada en proyectos de construcción de carreteras», dice Douglas. Las supuestas víctimas se volvieron verdugos; los supuestos verdugos se volvieron víctimas. 

Desde su creación, Israel ha sido un Estado víctima que ha querido dejar de serlo. En muchas ocasiones, ese esfuerzo ha provocado mucha crueldad. Ayer el ministro de Economía israelí dijo que «los rehenes y las víctimas civiles serán secundarios frente a la prioridad de destruir a Hamás» y que la red de túneles de Gaza se convertirá en el «mayor cementerio del mundo». Hace unos días el ministro de Defensa habló de «animales humanos» para definir a la población de Gaza. A veces no hace falta que la historia se repita exactamente para que su rima sea trágica. 

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