THE OBJECTIVE
César Calderón

Por debajo del futbolín

«Es posible que el fin último del equipo independentista no sea llegar a un acuerdo con Sánchez, sino obligarle a pasar por debajo del futbolín ante toda España»

Opinión
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Por debajo del futbolín

Carles Puigdemont y Pedro Sánchez. | Alejandra Svriz

No se si se acordarán, pero cuando este país era un poco más competitivo y los jóvenes un punto más asalvajados, existían costumbres de cuyo origen no teníamos noticia pero que cumplíamos a rajatabla como si se tratase de leyes escritas en las tablas de la ley traídas a los billares más cercanos por el mismo Moises. Eso sí, con chupa de cuero de cremalleras, que era lo que se llevaba entonces.

Una de las más sorprendentes se daba alrededor de los futbolines, esos animales mitológicos en los que pasábamos horas y horas sin otro fin que tratar de humillar a tus compañeros de instituto utilizando una de las reglas no escritas de ese noble deporte: si lograbas dejar a cero a tus rivales, estos debían pasar por debajo del futbolín, algo que provocaría chanzas de todo tipo durante los siguientes días, semanas, o inclusos meses.

Pues miren, estas últimas semanas de negociaciones políticas entre los socialistas y el independentismo me están dejando la misma sensación.

Y es que Puigdemont y su alegre muchachada no están negociando, no lo están haciendo en absoluto, eso implicaría hacer propuestas serias, atender a las de los de enfrente, llegar a acuerdos, y nada de eso está pasando. Muy por el contrario, lo que estamos viendo es otra cosa muy diferente, ya que la liturgia es siempre la misma, atiendan:

Algún medio de comunicación cercano al independentismo, y son legión, aparece con un rumor en su portada que incluye una petición a todas luces imposible de atender sin saltarte dos o tres leyes y que, pásmense, es irrenunciable. Siempre es irrenunciable.

Posteriormente dicha exigencia es reforzada por el entorno de Puigdemont en tono maximalista, como de vida o muerte de un pariente muy cercano.

Un día más tarde, o dos a lo sumo, los miembros del equipo olímpico de opinión sincronizada dan una visión más edulcorada de dicho trágala, cambiando algún adjetivo y encajándolo a martillazos en el ordenamiento constitucional, tras lo cual, alguien del Gobierno, muy de segunda fila, filtra a algún medio de confianza que se estudiará y que todo esto en realidad es un ejercicio de diálogo.

El ritmo de este juego perverso es tan endemoniado que a uno ya le cuesta creer que en el estómago presidencial de Sánchez quepan más sapos peludos, pero cierto es que no hay día en el que el chef de Waterloo no sirva un nuevo plato de alta cocina batracia.

De tal manera que comienzo a sospechar que a lo mejor, es incluso posible que el fin último del equipo independentista no sea llegar a un acuerdo con Sánchez, sino más bien obligarle a pasar por debajo del futbolín ante toda España una y otra vez. Y otra, y otra.

Así, si traga con todo, habrán conseguido sus objetivos políticos, habrán debilitado la arquitectura constitucional del Estado y estarán más cerca de lograr su programa máximo, y si no, al menos se llevarán la satisfacción de haber hecho pasar por debajo del futbolín al representante del estado opresor, represor y fascista que les obligó a abandonar la intentona golpista. 

Un win-win en toda regla.

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