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César Calderón

La amnistía que enterrará a Sánchez (y posiblemente al PSOE)

«Sánchez procedió con la precisión de un matarife a dar la puntilla al PSOE, un partido que bajo su liderazgo ya no es otra cosa que un juguete roto»

Opinión
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La amnistía que enterrará a Sánchez (y posiblemente al PSOE)

Pedro Sánchez y Carles Puidgemont. | Alejandra Svriz

Sánchez aún no lo sabe, pero el sábado firmó su sentencia de muerte.

Defendiendo la amnistía para un grupo de golpistas que trataron de acabar, muchos de ellos de forma violenta, con nuestras instituciones democráticas en un territorio del Estado, se ha unido de forma definitiva al triste grupo de líderes políticos, que van desde Manuel Azaña hasta José Luis Rodríguez Zapatero, que trataron de solucionar el encaje de Cataluña en el Estado por la vía de ceder a todas las reivindicaciones del independentismo y que terminaron arrollados por la insaciabilidad de estos.

Con una diferencia esencial, que mientras Azaña y ZP lo hicieron por convencimiento, de buena fe y sin esperar réditos políticos o personales a cambio, Sánchez lo ha hecho por puro interés personal, de tal forma que hubiera sido perfectamente capaz de defender exactamente lo contrario, es decir, la encarcelación de Puigdemont de por vida en el Château D’If e incluso la aplicación de un artículo 155 preventivo a Cataluña si su interés personal de permanencia en Moncloa así lo hubiera exigido. 

Todo ello escenificado en el Comité Federal del PSOE, celebrado bajo un confuso decorado sovietizante más propio de las reuniones del presidium del PCUS de Leonid Brézhnev que de un partido socialdemócrata occidental, y además justo un 28 de octubre,  una fecha que a partir de ahora ya nunca más será la del triunfo arrollador del PSOE de Felipe González y Alfonso Guerra, sino la de la casi total abdicación de un partido de su misión histórica frente a las ambiciones cortoplacistas de su líder.

Un comité, decía, en el que Sánchez procedió con la precisión de un matarife a dar la puntilla al PSOE, un partido que bajo su liderazgo ya no es otra cosa que un juguete roto, una herramienta inservible para el fin que fue creado cuyo hueco será más pronto que tarde ocupado por otro que sea capaz de representar los anhelos de libertad, justicia, igualdad, modernidad y progreso que siguen siendo mayoritarios en nuestra sociedad.

«Sus socios independentistas actúan movidos por el fuego sagrado de quienes creen que tienen una misión histórica»

Un comité, sigo, en el que disfrazado de Rey Sol, además de confundir de forma enfermiza sus propios intereses y deseos con los de España, defendió la amnistía como el punto final de un camino y como una apuesta por la convivencia con una mano, mientras en una soberbia pirueta hurtaba con la otra a la militancia del PSOE a pronunciarse sobre la misma excluyendo el término de la pregunta planteada a sus bases, en un nuevo ejercicio de funambulismo que terminará de forma abrupta el día que sus socios independentistas ya amnistiados y libres de cargas judiciales vuelvan a lanzarse en tromba por la pendiente deslizante de la independencia unilateral. Cosa que incluso Sánchez sabe que van a hacer más pronto que tarde.

Y es que mientras que Sánchez, a pesar de sus discursos patrios, todo lo hace por puro interés personal de permanencia en el poder, sus socios independentistas actúan movidos por el fuego sagrado de quienes creen que tienen una misión histórica. 

Y la fe no se negocia.

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