Agradezco que no me haga esa pregunta
«A los periodistas españoles hace tiempo que se nos torea desde Moncloa, privando a los ciudadanos del derecho a estar informados»
Pedro Sánchez y Yolanda Díaz. | Alejandra Svriz
El desprecio a la libertad, la falta de transparencia, la ocultación de información, la manipulación descarada y la negación de la evidencia comienzan a ser un peligro para nuestra democracia. Los ciudadanos españoles – incluidos aquellos que han tirado ya la toalla – tenemos derecho a saber lo que pretenden hacer con nuestro país los dirigentes políticos. Poder acceder a una información rigurosa y contrastada de lo que está pasando, al margen de la propaganda. Saber que se esconde detrás de discursos llenos de generalidades y de propuestas fantasiosas, alejadas de la pura y dura realidad en la que nos encontramos.
En los últimos meses, desde que se celebraron las elecciones, la actividad política se resume en una investidura fallida de Feijóo y en los intentos desesperados de Sánchez por conseguir – al precio que sea necesario – los votos de quienes ya han dejado muy claro cuáles son sus pretensiones: una amnistía generalizada para quienes delinquieron en octubre de 2017 y el compromiso del gobierno central con un nuevo referéndum. El tiempo corre. Los plazos se van agotando y la ocultación no parece tener fecha de caducidad.
La presentación en el Reina Sofía del acuerdo firmado por el candidato socialista con la representante de Sumar, Yolanda Díaz, por mucho que quiera adornarse con ministros, ministras y cartelería cara, no deja de ser un mero trámite. Había que vestir bien al muñeco y marear la perdiz, pero sin admitir preguntas que pusieran en aprietos a los comparecientes.
Sólo les faltó decir: cómo les agradezco que no me hagan preguntas. Una vez más, y van ya muchas, a los periodistas se nos convierte en meros espectadores de un acto propagandístico. Se nos entrega la carpeta con el documento correspondiente, se procede luego a posar para las cámaras y aquí paz y después gloria. Además, se evita así la incomodidad de tener que pasar por el trago de explicar públicamente los distintos modelos de amnistía y referendos inconstitucionales.
«En una democracia occidental, dentro de un Estado de derecho, es inconcebible que se convoque a la prensa a los actos para luego impedir a los profesionales de la información realizar adecuadamente su trabajo»
A los periodistas españoles hace tiempo que se nos torea desde Moncloa, privando a los ciudadanos del derecho a estar debidamente informados. Cuando no hay preguntas – cosa que viene ocurriendo con gobiernos de distinto signo político – no hay transparencia, ni información contrastada, ni compromiso con la libertad. Los políticos tienen la obligación de contestar a las preguntas de la prensa (algo que entra dentro del juego democrático) y dar cuenta a la sociedad de los servicios prestados desde sus poltronas. Sean muchos, pocos o inexistentes.
En una democracia occidental, dentro de un Estado de derecho, es inconcebible que se convoque a la prensa a los actos para luego impedir a los profesionales de la información realizar adecuadamente su trabajo, preguntando sobre aquellas cuestiones que interesan a los ciudadanos. La razón de ser de la profesión periodística es preguntar, indagar, denunciar los abusos del poder, contar lo que está pasando sin amenazas ni presiones. En definitiva, vigilar y controlar al poder. Y, si me apuran, molestar.
Es lamentable, sin embargo, comprobar cómo los mismos que anhelan el don de la ubicuidad y se prodigan en los medios de comunicación cuando se acercan unas elecciones, desaparecen de pronto. Dejan de dar la cara en cuanto los ciudadanos han depositado ya el voto en las urnas.
La clase política española ha adquirido unos malos hábitos que ponen en peligro la ya deteriorada salud democrática de nuestro país. Cuando se miente, cuando sólo se cuenta lo que interesa contar, cuando se dificulta el trabajo de los profesionales de la información y no se explica lo que hay detrás de un acuerdo o una negociación, se está traicionando a los votantes y, por extensión, a toda la sociedad.
Deberían hacérselo mirar.
