La rebelión de los fachas
«El Gobierno debería ver que sus pactos con el nacionalismo han movilizado también -y sobre todo- a los justos, entre los que hay muchos izquierdistas»
Ilustración de Alejandra Svriz.
Es curioso que quienes llevan años predicando que España es una tierra saturada de fachas hoy se sorprendan porque los fachas existen. Quizá les sorprenda la existencia de un facha concreto, el facha violento. Hasta ahora los temibles fachas eran octogenarias, consultores de alguna Big Four y cayetanos con flequillo. Se manifestaban a la hora del vermut, ondeando banderas de España y entonando sus ripios hasta que los llamaban a comer. Hasta hoy los fachas intimidaban lo mismo que el club de fans de Vetusta Morla. Pero algo ha cambiado esta semana: resulta que los fachas tienen sus propias bandas de rock radical y sus propios adoquines. Por primera vez desde que tengo memoria una manifestación de la no-izquierda ha tenido ramalazos violentos.
La falta de costumbre ha llevado a algunos medios a sobredimensionar su importancia. Otros lo han hecho por simple interés: la sinécdoque es el recurso habitual del demagogo. Pero nunca se debe confundir el mar con la espuma de las olas al romper. Esto lo debería entender bien la izquierda, cuyas manifestaciones contra los recortes, o antes contra la guerra de Irak, siempre terminaban a palos, y eso no restaba un ápice de su legitimidad. Todo el mundo sabía que los violentos no representaban a la mayoría, sólo a Pablo Iglesias. Este ejercicio de discernimiento va a costar, porque la izquierda no renunciará tan fácilmente al monopolio de la violencia. Además, la derecha asume que el votante medio del PSOE no es estalinista, pero a la izquierda le cuesta aceptar que los votantes del PP sean verdaderos demócratas. Quienes soñábamos que el equilibrio llegaría con la erradicación de los escraches, los rodea el Congreso y las críticas de legitimidad, observamos atónitos que está llegando por su reproducción en versión diestra. El tablero se nivelará de la peor forma posible.
«Condenada la violencia, el Gobierno debe asumir que es responsable de esta ebullición social»
La violencia nunca está justificada, es evidente, pero no debe ser ignorada como termómetro de indignación social. Es cabal concluir que bulle una indignación superlativa con la ley de amnistía, y que los achaques violentos son las gotas que saltan del caldero. Condenada la violencia, el Gobierno debe asumir que es responsable de esta ebullición social que se justifica en tres ejes claros: lo que hace Pedro Sánchez (conceder una amnistía injusta), por qué lo hace (para permanecer en el poder) y qué provoca (una fractura social sin precedentes).
El Gobierno debería despertar y ver que esta ola de indignación es mucho más que la violencia de su espuma. Que sus pactos con el nacionalismo no ha movilizado sólo a los fachas, también -y sobre todo- a los justos, entre los que hay, por cierto, muchos izquierdistas. Y se movilizan por la igualdad, la concordia, la convivencia y la paz social e institucional. Este es quizás el capítulo más cínico e ignominioso de la ley: se dispone a liquidar todo lo que su preámbulo finge defender.
La ola de indignación tiene de horario de 12:00 a 14:00 los domingos, y el resto de la semana de 18:00 a 22:00. La espumita pues cuando se encarte.
El Hijo del Alejado:
– Papá ¿qué es una secuela?
– ¿Te acuerdas hijo de aquella anciana que estaba en la cola del supermercado que le di una buena paliza?
– Si
– Pues esa ya no secuela más.
Los minoritarios incidentes violentos son un señuelo. Evidente que se trata de bandas de descerebrados infiltradas en este caso convenientemente utilizadas por el M. del Interior. Por que repiten todos los días? Por que solo en Ferraz ?
Pero esto plantea una reflexión: será posible revertir la deriva hacia la dictadura y la arbitrariedad sin violencia? Cuando estas derivas son promovidas desde la izquierda, ha sido posible revertirlas en algún caso? Cuba, Venezuela o Argentina no invitan a la esperanza.
Es necesaria la violencia? Desde luego una escalada de tensión puede hacer descarrilar el proceso sanchista: por primera vez el miedo cambiaría de bando (como dijo Iglesias) y sobre todo porque les puede empujar a errores, y es lo único que llamaría la atención de Europa.
Otra opción hubiera sido aceptar el envite y pegar una patada al tablero: «ya que estáis cambiando principios básicos, reformemos la constitución con claridad y votemos todos» Pero eso exige tener unas ideas claras que los partidos de la derecha ni tienen y ahora no pueden improvisar. Atrevido, pero más inteligente
En fin que nos queda la violencia o la sumisión…
En la política española se habla mucho de moral, la mayor parte en términos cuasi-religiosos y este artículo es un ejemplo: «han movilizado a los justos», nada menos que a los JUSTOS, como en el Antiguo Testamento). Haríamos bien en olvidarnos de la religión y la teología (a mí me es más fácil porque, por prescripción paterna, nunca fui a colegio religioso: no creo que sea el caso del articulista, aunque quién sabe) y hablar de política. Y hablando de política sólo hay dos opciones:
1) Gobierno de la derecha (PP) con la extrema derecha (VOX) apoyando desde fuera o, más probablemente, con responsabilidades ministeriales y hasta alguna vicepresidencia.
2) Gobierno de coalición de izquierda PSOE+Sumar apoyado por cinco o seis partidos nacionalistas y/o separatistas.
Una repetición de elecciones no cambiaría para nada ese panorama: unos u otros.
A muchos de los que padecimos el franquismo en nuestras carnes y en las de nuestros antepasados, la segunda opción no nos gusta un pelo, pero nos desagrada algo menos que la primera; a otros les pasa lo contrario, pero no se puede criticar una de las dos sin tener en cuenta la otra y eso casi nadie lo hace.
Te has retratado.
Para tí, o gobierna «la derecha (PP) con la extrema derecha (VOX)», o lo hace la «coalición de izquierda PSOE+Sumar». Es decir, estos últimos no son la izquierda con la extrema izquierda. De los apoyos, para qué hablar.
Se os ve el plumero antes de lo que pensáis.
La mayoría de los antifranquistas, que tengan de 70 para abajo, no han sufrido el franquismo (en su termino de dureza), los que lo dicen son perroflautas intelectualoides melifluos que arriman el ascua a su sardina. Por qué lo que que se llevaba en el 75 era lógicamente ser de izquierdas.
Es absolutamente inverosímil, que nadie con dos dedos de frente, no vea una absoluta «INJUSTICIA»(de justo) el asunto de la amnistía. Punto, sin vuelta.
Habla de nuestros antepasados, como si los otros no tuvieran antepasados, por favor.
Y si Ud. lo piensa y sopesa, entre Vox (a quien no he votado nunca), y los etarras, golpistas y comunistas, sin duda escogería a Vox. Y si analizo las malas cosas de unos y de otros todavía más, en cuanto a hechos objetivos, no a lanzamocos zapateriles para engañar a los fáciles de engañar, por ser suave.
Vox es en algunos temas un poco casposo.
Sus «preferidos» han matado, niños, ancianos, han ejercido el nazismo contra el pueblo y los han echado (se calcula que a unos 300.000,-).Los otros ejercen lo mismo en Cataluña de forma constante y tan brutal como silenciada por la piara de gobernantes que allí habitan
La clave es el franquismo. No lo puedo soportar. Si le gusta llamar extrema izquierda a Sumar y no llamar extrema derecha a VOX, me da lo mismo. Pero la añoranza del franquismo, que es indudable en VOX, no puedo digerirla. No podemos muchos aunque nunca hayamos sido más que de izquierda muy moderada. No puedo entender que Elorza sí.
El jorgeplaza es tan tacaño, que le estaba ardiendo su casa, y le hizo una llamada pérdida a los bomberos.
Perdida, Simio, perdida. Sin tilde.