THE OBJECTIVE
David Mejía

La amnistía, la infamia y la discordia

«Entonces ardía Cataluña porque la justicia condenó el delito. Ahora arderá España porque los delincuentes han pactado ¡con el Gobierno! condenar la justicia»

Opinión
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La amnistía, la infamia y la discordia

Ilustración de Alejandra Svriz.

Imaginen que el día siguiente a las elecciones Pedro Sánchez viaja de urgencia a Waterloo. Allí se reúne con Carles Puigdemont y le ofrece medio millón de euros a cambio del apoyo a su investidura. Puigdemont acepta: si el PSOE ingresa ese dinero en su cuenta corriente esa semana dará instrucción al grupo parlamentario de Junts de hacer presidente a Pedro Sánchez. Sería una infamia, ¿verdad? Introduzcamos una variable: días antes de que venza el plazo de pago, Puigdemont llama de urgencia a Pedro Sánchez. Ha cambiado de opinión: no quiere dinero, sino cobrar en especie. Impunidad para él y los suyos, así como el reconocimiento por parte del Estado de las razones morales del independentismo. Y Sánchez acepta. Frena la trasferencia bancaria y da aviso para que los suyos den forma a la petición del prófugo. Pueden dejar de imaginar, porque esto es exactamente lo que ha ocurrido.

No, el PSOE no ha comprado con dinero los votos de Junts. Ha hecho algo mucho peor: los ha pagado con la salud y el prestigio de nuestra democracia. ¿Por qué esta transacción no provoca la misma indignación? Quizá si le damos la vuelta: imaginen que es Puigdemont quien llama a Pedro Sánchez ofreciéndole dinero. Medio millón de euros a cambio de impulsar una ley de amnistía que le libre de toda responsabilidad penal y moral por el procés. Pedro Sánchez imagina el dinero en su cuenta y acepta. Pero a los pocos días cambia de opinión: no quiere dinero, prefiere cobrar en especie. Quiere ser presidente del Gobierno. ¿Se ve mejor así?

«La legitimidad de nuestra democracia no la cuestionan quienes gritan contra Sánchez, sino Sánchez»

No podemos sorprendernos de que la transacción más triste de la historia reciente de España (tú me garantizas la impunidad, yo te hago presidente) provoque indignación. Más cuando la impunidad no se concede a un infeliz cualquiera, sino a quienes se alzaron contra nuestra democracia. No pudieron tumbarla por la fuerza, pero han podido erosionarla con la pluma y la firma del PSOE. La legitimidad del Estado se derrumba ante el acuerdo suscrito con Junts: ¿qué razones tiene el ciudadano corriente para someterse al Estado de derecho cuando observa cómo otros se zafan de él a cambio de votos? ¿Y dónde queda la legitimidad de un Estado de derecho que asume, por boca del partido que gobierna, que ha utilizado abusiva e ilegalmente las instancias judiciales? La legitimidad de nuestra democracia no la cuestionan quienes gritan contra Pedro Sánchez, sino Pedro Sánchez.

Ningún ecosistema asume con naturalidad una intervención tan violenta. Era previsible que un pacto de amnistía en estos términos desataría la indignación y la ira. ¿Estamos mejor que en 2019? Entonces ardía Cataluña porque la justicia condenó el delito. Ahora arderá España porque los delincuentes han pactado ¡con el Gobierno! condenar la justicia. Pueden hacerse los sorprendidos, pero con medio Parlamento en contra, no era difícil pronosticar que esta ley sería una fuente de discordia.

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