THE OBJECTIVE
José Carlos Rodríguez

¿Volverá a gobernar el centro-derecha?

«El PSOE, que es un partido de poder, sabe que su fuerza electoral es menor que la de la derecha. De modo que necesita apoyarse en los nacionalistas para sobrevivir»

Opinión
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¿Volverá a gobernar el centro-derecha?

Ilustración de Erich Gordon.

Jesús Fernández Villaverde es uno de los economistas españoles más descollantes. Ha seguido un camino hacia la excelencia académica que le ha llevado fuera del país. Es un ejemplo de la fuerza centrífuga que ejerce la economía española con el talento. Vive (¡y gana!) fuera, pero sigue vinculado a España, como no puede ser de otra forma. El economista ha estudiado nuestro sistema electoral, y las consecuencias políticas que tienen los cambios que se han producido en él. 

Es un tipo de análisis que me interesa mucho. Le he dedicado varios artículos, en distintos medios, a extraer conclusiones políticas de la combinación entre el sistema de partidos, el sistema electoral, y los cambios sociológicos. No es que pretenda haberme acercado al nivel de análisis de Fernández Villaverde, pero por lo visto en una reciente conferencia pronunciada en la Fundación Rafael del Pino, si él da en el clavo, yo no estaba desencaminado. 

Fernández Villaverde peca de darle demasiada importancia a los números. ¿Qué otra cosa puedes esperar de un economista neoclásico? La cuestión con ello es que, como decía Friedrich A. Hayek, medible e importante no son lo mismo, y normalmente lo primero no es lo segundo, y viceversa. 

Por ejemplo, el economista nos plantea un análisis numérico en dos ejes, uno izquierda-derecha y otro, digamos, centralista-regionalista. Y suma en la derecha a partidos como el PNV, lo cual es debatible. Es cierto que el PNV es conservador en el sentido de que el PRI vasco representa la estabilidad. Y puede ser un valor muy importante, si esa estabilidad se refiere al latrocinio del resto de España. Pero ideológicamente se ha volcado hacia el vacío de la socialdemocracia, en el que está encontrándose con la murga woke. Un trasiego ideológico apasionante, que parte del racismo más recio para recalar en el posmoderno racismo progresista.

«Las coaliciones no serán capaces de operar la convaleciente economía española con las reformas necesarias»

Y no digamos los cascotes del estallido de CiU. Para justificar su deriva, han tenido que prometer a su electorado de todo; incluso la cura definitiva del cáncer. Y las promesas desaforadas de cambio inmediato son propias de la cirugía estética y de los partidos de izquierda

Con todo, su análisis no sufre demasiado de estos desenfoques, y es más que válido para nuestro país. Lo primero que señala es que el sistema de partidos se ha fragmentado, y sólo cabe esperar de él, a corto y medio plazo, son coaliciones. Y las coaliciones, dice, no serán capaces de operar la convaleciente economía española con las reformas necesarias. En convergencia con Europa estamos en la misma situación que 1975. Resulta que el-sistema-que-nos-hemos-dado ha fulgurado como una bengala, y como tal se está apagando. Avanzamos 20 puntos en convergencia desde 1960 hasta el primer Gobierno de Zapatero. Llegado ese momento, el gran charlatán habló de la «Champions League,» y desde entonces hemos perdido otros 20 puntos. Y el gráfico sigue mirando hacia abajo.

El académico no prueba cómo las coaliciones paralizan las reformas. Es verdad que la única posibilidad de reformas es una coalición entre el PP (socialdemocracia) y Vox (entre la izquierda obrerista y el poujadismo), muy poco esperanzadora. Yo creo que las reformas no llegarán a tiempo, que nos encaminamos a una grave crisis económica y fiscal, y que como en el caso de 2008 se convertirá en una crisis del sistema político. Y que, entonces, el llamado sistema del 78 podría saltar por los aires. Pero no creo que sea por la fragmentación del sistema político, sino por el triunfo ideológico de la izquierda en España, que es apabullante. 

Lo más interesante de su análisis es lo que mencionaba al comienzo. Recuerda, yo lo he hecho en varias ocasiones, que la última mayoría absoluta del PSOE es de 1993. La última del PP, lo recordamos todos, es de 2011. Bien, el PP no va a volver a obtener mayoría absoluta, porque (y aquí vuelve a acertar Jesús Fernández Villaverde), Vox está aquí para quedarse.

Pero esos 18 años entre las dos mayorías absolutas son testigo de un cambio social muy importante. Madrid y Valencia, dos feudos tradicionales de la izquierda, han pasado a votar a la derecha. Mucho más recientemente, parece que ha ocurrido lo mismo en Andalucía. Esto refuerza el espacio ocupado antaño sólo por el PP. De hecho, señala el economista, si quitamos de la ecuación electoral a Cataluña, País Vasco y Navarra, la derecha habría obtenido en las otras 14 comunidades autónomas una mayoría absoluta en 9 de las últimas 10 elecciones generales. 

«La izquierda y los nacionalistas tienen una alianza necesaria, basada en el chantaje mutuo»

El sistema premia el voto rural, que es más conservador, e infrarrepresenta el voto urbano, para gran perjuicio de Madrid, principalmente, pero también de Barcelona o Valencia, por ejemplo. Esto hace, según los cálculos de Villaverde, que la izquierda necesite el 48% del voto para gobernar en solitario, mientras que la derecha necesita tres puntos menos, el 45%. 

Esta situación ha llevado a la izquierda a otro movimiento centrífugo. Esta vez no es económico, sino político. El PSOE, que no es tanto un partido de izquierdas como un partido de poder, sabe que su fuerza electoral es menor que la de la derecha, especialmente fuera del País Vasco y Cataluña. De modo que necesita apoyarse en los partidos nacionalistas para sobrevivir. Pues, ¿qué es un partido político sin opciones reales de llegar al poder o influir sobre él? Un desahogo, como mucho. Por eso la izquierda y los nacionalistas tienen una alianza necesaria, basada en el chantaje mutuo. Los dos pueden apretar el botón nuclear que llevará a unas nuevas elecciones; a una posible victoria de la derecha. Pedro Sánchez, que es una pura calculadora del ejercicio del poder, ha llegado en el momento adecuado para que el PSOE juegue el papel que le toca en la situación actual. Cualquier mínima consideración hacia la Constitución, la Corona o la permanencia de España puede arruinar la cercanía del PSOE al poder. Sánchez está libre de todo ello. 

Es más, la derecha no tiene fácil llegar al poder. En las últimas elecciones, los votantes nacionalistas estaban desanimados, y muchos se quedaron en casa (han perdido 12 escaños, y se quedaron con 26). PP y Vox sumaron el 45,8% del voto, que como señaló Miguel Riaño en el diario El Mundo, «es el tercer mejor resultado histórico de la derecha en 26 años de elecciones democráticas». 

El economista señala varias situaciones que podrían zarandear el actual sistema político. Una de ellas es la aparición de un partido catalanista de ultraderecha. Otro, también improbable, es que un viejo PSOE se plante ante el desmembramiento de la democracia española por parte de Sánchez y su banda. Y aún otra es que el PP decida colaborar con Vox, y que los de Abascal respondan con una inteligencia que está aún por descubrir. De otro modo, estamos ante una carrera en la que sólo puede quedar uno: Sánchez o España.

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