Lo siento, Europa no nos salvará
«¿Tienen las instituciones europeas la capacidad de parar procesos populistas que van en contra de los principios fundacionales de la Unión? La respuesta es no»
En nuestro país parece que, entre otras muchas, tenemos la creencia de que siempre habrá una especie de hermano mayor que nos salvará, una fórmula mágica casi siempre envuelta de argumentos jurídicos que parecen suponer un bálsamo ante la zozobra y la frustración. En este caso, frustración política ante la estrategia de colonización de las instituciones por parte del multipartito único encabezado por Sánchez. Cierto es que se están haciendo loables acciones en Bruselas para denunciar esta deriva populista y autoritaria de los cachorros de la revancha guerracivilista. Sin embargo, habría que preguntarse: ¿son realmente eficaces? Y si no lo son, ¿cuál sería la razón? Y, finalmente, ¿la estrategia europea es la adecuada para salir de este nuestro proceso iliberal patrio?
La última pregunta la responderé al final del artículo. Empezando por la primera, entonces, ¿son eficaces las acciones que se están haciendo en Europa? Si entendemos la eficacia como la influencia en las instituciones europeas, la respuesta es no, o es mínima. Sánchez ha desplegado un potente e inteligente (para sus fines) programa de influencia en aquellos actores relevantes en Bruselas. Sin embargo, si la eficacia la medimos en función de la imagen y reputación de Sánchez en esos ámbitos, la respuesta, de nuevo es no. Desengañémonos, la imagen de Pedro Sánchez en Europa sigue siendo positiva. El poder y la influencia de un gobierno es muy superior a todo lo que se pueda desplegar desde la sociedad civil. Ya saben, en el fondo, en política internacional no se tiene amigos, solo se tienen intereses y el sanchismo sabe jugar bien estas cartas.
Si, como afirmo, estas estrategias europeas no son eficaces desde la perspectiva de los dos drivers que he mencionado (influencia e imagen), ¿existe alguna otra razón que explique esta ineficacia? Mi tesis se basa en la experiencia personal, aunque no me gusta hablar de mí mismo, para ilustrar mi argumentación, quiero recordar cómo, durante mi etapa en SCC, en mis periplos por el Parlamento Europeo, en mis conversaciones con políticos ingleses, belgas, alemanes, etc., incluso con grandes medios de comunicación anglosajones y germanos para explicarles la situación real en Cataluña y lo sucedido en el golpe de Estado del 2017, el denominador común a todos ellos era un sustrato cultural de una España con una especie de franquismo cultural y político latente. ¿No les suena esta estructura narrativa a la que utiliza Sánchez en nuestro país? Este sustrato es el que hace plausible el relato de Pedro Sánchez en Europa e, inversamente proporcional, al que podamos desplegar desde el lado de las respuestas no populistas en esos ámbitos.
«La estrategia adecuada sería lograr apoyos de personalidades extranjeras que hablen claro de lo que ocurre en España»
Imagino que hasta aquí me habré ganado algún amigo más, pero la clave de todo lo expuesto podría derivar en otra pregunta: ¿entonces merece la pena hacer hincapié en Europa? La respuesta es, por supuesto, sí. Pero, ¿cuál sería el sentido entonces? Es lo que me gusta llamar el efecto búmeran, esto es, utilizar la estrategia internacional como palanca de impacto social en el público nacional. La estrategia adecuada sería volcarse en el impacto en los medios y redes nacionales de todo lo que se haga fuera, sería lograr apoyos de personalidades extranjeras que hablen claro de lo que ocurre en España. Pero estas personalidades deberían tener un perfil reconocible y legítimo del público objetivo español, que no es otro que el votante socialista no ideologizado que ha comprado ingenuamente el relato guerracivilista de muros y polarizaciones. Que Felipe González cuestione todo lo desplegado por Sánchez está bien, pero ¿se imaginan al expresidente González debatiendo junto a Joschka Fischer respecto de las derivas populistas de las democracias? Es la eficacia comunicativa, es la pedagogía, es el impacto social, es la elección del medio y las caras visibles adecuadas para lograr que tu relato sea realmente eficaz.
Entiendo que, quien haya tenido a bien leer hasta aquí un artículo ciertamente incómodo para los que defendemos la democracia, podrán pensar que es una especie de contradicción en términos. Pero no es así, porque lo importante es saber cuál es el escenario real al que nos enfrentamos y eso nos lleva a una pregunta más: ¿tienen las instituciones europeas la capacidad de parar procesos populistas que, incluso, van en contra de los principios fundacionales de la Unión? La respuesta es no, claramente no. ¿Cuántos años lleva Viktor Orban en el poder en Hungría? ¿Qué eficaces han sido las amenazas, sanciones, informes, declaraciones, etc. para que los húngaros cambien a ese gobierno? Hungría, sin cuestionar ni entrar en lo que hace o deja de hacer Orban, es el ejemplo, es el espejo que nos deja ver el riesgo de apostarlo todo a una Europa con unas capacidades más que limitadas para acabar con procesos populistas. Hay que recordar que, entre los socios de Sánchez, hay alguno de un europeísmo más que cuestionable y que no les importaría enfrentarse a Europa como eje de narración en la política nacional.
Segundo ejemplo, hablemos de Polonia, ¿cómo se ha producido el cambio en ese país? Básicamente, la oposición ha logrado conformar gobierno. Son las elecciones, esa es la única vía y, respondiendo a la última pregunta que me planteaba al principio del artículo, solo con una buena estrategia de comunicación política y, sobre todo, social, con una preparación sistemática y de lluvia fina, teniendo claro el target sociológico, acertando en el relato y la estrategia general es cuando se podrá revertir esta situación. Y, en esta estrategia, Europa, como decía más arriba, es una de las palancas de impacto social, para crear dilemas al sanchismo y para lograr una visibilidad pública que es complejo conseguir en nuestro entramado político-mediático nacional. Hemos de prepararnos desde ayer para las siguientes elecciones generales. Sabiendo que, nos guste o no, solo Sánchez tiene la llave para la convocatoria y, conociendo al personaje, solo lo hará cuando le convenga y, muy probablemente, esto será algo más cercano a los cuatro años que a los dos.