THE OBJECTIVE
Ricardo Dudda

Promesas y condenas

«Sánchez ha perfeccionado el arte de la contradicción política. Mejor Bildu y Junts que el PP. En una guerra entre los nazis y el PP, el PSOE iría con los nazis»

Opinión
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Promesas y condenas

Ilustración de Erich Gordon.

La historia se repite siempre dos veces. Primero, como farsa. Después, también como farsa. La política española es una cortina de humo que no se disipa. No se usa como señuelo o para despistar u ocultar lo verdaderamente importante. Todo se hace a la luz del día. Es la estrategia del sanchismo: sí, hemos hecho esto, ¿y qué? ¿Qué vas a hacer? Sí, antes decíamos lo contrario. ¿Y? Ya se ha hablado mucho de que la palabra del presidente no sirve de nada. No solo le pasa a él, claro. El sanchismo permea todo el partido. Sánchez ha perfeccionado el arte de la contradicción política. 

El PSOE de Navarra prometió en varias ocasiones que no haría alcalde al candidato de Bildu, Joseba Asiron, que es precisamente lo que hizo ayer. Lo dijo la candidata socialista a la alcaldía de Pamplona, lo dijo la presidenta de Navarra, María Chivite («una de nuestras líneas rojas para llegar a acuerdos de gobierno es Bildu. Y lo diré en público y en privado. Es una línea roja que el PSN tiene muy claro»). Lo ha reiterado en el Congreso el presidente Sánchez, que recordó que en Pamplona gobierna UPN gracias a la abstención del PSOE. Rafa Latorre ha dicho que «El PP le dio la alcaldía de Vitoria al PSE para evitar que la ocupara Bildu. El PSOE le ha arrebatado la alcaldía de Pamplona para que la ocupe Bildu». Mejor Bildu que el PP; mejor Junts que el PP. En una guerra entre los nazis y el PP, el PSOE iría con los nazis. 

«Los estándares para juzgar lo que piensan los herederos políticos de ETA están por los suelos»

Inmediatamente después de la noticia sobre la alcaldía de Pamplona, los contextualizadores del oficialismo acudieron al rescate del presidente. Sí, ha roto otra vez una de sus promesas. Pero es que el nuevo alcalde de Pamplona, han recordado varios medios, condenó en un manifiesto en 1998 el asesinato del político de UPN Tomás Caballero. Lo que debería ser lo más normal del mundo en una democracia liberal, como es condenar un asesinato político, se vende aquí como un heroísmo. A la izquierda abertzale se le exige poquísimo. Los estándares para juzgar lo que piensan los herederos políticos de ETA están por los suelos. A un político convencional se le exigen ciertos estándares morales. A un político de la izquierda abertzale solo se le pide que, bueno, que si por favor, quizá, si no es mucha molestia, podría hacer algún pequeño gesto que indique mínimamente una ligera condena a «las violencias». Y cualquier gesto vale. Bildu todavía habla del «conflicto», de las «violencias de ambos lados». 

La condena de Asiron es como todas las condenas de Bildu. En 1998, Asiron no era político. Firmó un manifiesto de representantes del mundo de la cultura con más de un centenar de personas. Años después, ya como político, preguntado por esa firma, dijo «pues no lo recuerdo». «No recuerdo en qué contexto fue», dijo, y reconoció que ahora ya no usa la palabra condena porque no va a «entrar en esa dinámica de condenas». En 2023. En 2023 no tiene muy claro qué condenar.

Otros medios señalan que cuando llegó por primera vez a la alcaldía de Pamplona, en 2015, dijo que haría un esfuerzo por reconocer «todas las víctimas», y que promovería una «reflexión conjunta sobre el pasado desde la pluralidad de relatos». Es la propaganda de la izquierda abertzale sobre ETA: hubo sufrimientos simétricos y responsabilidades compartidas. ¿Por qué ese lenguaje de madera? Ya no existe ETA. Ya no existe su amenaza violenta. ETA no va a matar a un alcalde de Bildu si condena expresamente la violencia terrorista. Lo que sí que puede pasarle a un alcalde de Bildu si condena explícitamente a ETA es que no salga reelegido.

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