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César Calderón

Dependiente y minoritario: anatomía del PSOE de Sánchez

«No hay nada menos autónomo que el PSOE actual, un partido que ni siquiera puede ir al baño sin pedir permiso a Carles Puigdemont»

Opinión
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Dependiente y minoritario: anatomía del PSOE de Sánchez

Ilustración de Alejandra Svriz.

Una de las claves del éxito del PSOE de Felipe González y Alfonso Guerra, si no la más importante, fue que consiguieron transformar una organización que desde su nacimiento en 1879 hasta 1974 había sido básicamente un partido de clase en un partido autónomo y de vocación mayoritaria, un partido capaz de hablarle a toda la sociedad española, no solo a una parte de ella.

Y es que si acercamos la lupa de la historia al PSOE descubriremos que a pesar de la atracción que ejerció sobre unos pocos intelectuales de origen burgués, en sus primeros 100 años de historia y con contadas excepciones, aquel PSOE era una organización que sólo se dirigía a la clase trabajadora, algo que por cierto tenía bastante sentido ya que su objeto fundacional era acabar con las desigualdades sociales de la época y mejorar las condiciones de vida de las centenares de miles de trabajadores que vivían en un estado de práctica esclavitud respecto los dueños de los medios de producción.

La mutación fundamental de aquel PSOE autolimitado en la máquina de ganar elecciones que hemos conocido se inicia en el congreso de Suresnes y cristaliza en el famoso congreso «28 y medio» de 1979  en el que la alianza entre los jóvenes sevillanos capitaneados por Felipe y Alfonso y los vascos de Nicolás Redondo logra imponer su modelo de partido transversal e interclasista sobre la ortodoxia marxiana que propugnaba la izquierda del partido capitaneada por Luis Gómez Llorente y Pablo Castellanos, una conversión a la que el propio González denominó repetidamente como «autonomía y vocación mayoritaria» y que constituyó la piedra fundacional de la metamorfosis del PSOE en el partido hegemónico en nuestro país.

«El único líder socialista que no renunció a la autonomía y la vocación de mayoría consiguió ganar sus elecciones autonómicas con mayoría absoluta. Me refiero naturalmente a Emiliano García Page»

Una estrategia política y de país que requirió un enorme esfuerzo didáctico hacia dentro del propio PSOE y una inteligente generosidad hacia fuera de él, hacia la ciudadanía, ya que la formulación de programas, mensajes electorales y después políticas públicas capaces de convencer a la mayoría de los españoles y españolas son sin duda un reto de mucha mayor complejidad que la emisión de lemas de campaña que se limiten a confirmar las ideas ( y sobre todo los prejuicios) de aquellos cuya única duda es si van a acudir a las urnas o no, ya que si acuden votarán por aquel partido con el que sienten una mayor conexión emocional,  pero que al lograrlo reportó a aquel PSOE autónomo y con vocación mayoritaria la posibilidad de realizar las políticas que realmente necesitaba el país, no solo una parte de él.

Autónomo y con vocación de mayoría, exactamente la estrategia contraria a la que está utilizando el PSOE de Pedro Sánchez, y a pesar de que sea evidente, voy a tratar de explicarlo.

En primer lugar el PSOE de Sánchez no es un proyecto con vocación mayoritaria ya que de forma repetida y consciente ha renunciado a querer representar a la mayoría de los españoles cavando una grieta en el centro del tablero político que divide en dos a la sociedad española y que si bien comenzó siendo un artefacto táctico para llegar al poder, con el paso del tiempo ha supuesto que en estos momentos, esa vocación de generación de consensos en torno al PSOE haya mudado en la formulación constante de mensajes, políticas y  campañas que se conforman con movilizar a una pequeña parte de la población,, demonizando a diario a la mitad de los españoles mientras engorilan a los suyos para que acudan a las urnas con el cuchillo entre los dientes. 

Esto permite al PSOE actual realizar campañas electorales mucho más sencillas en el eje amigo-enemigo, pero que conducen inevitablemente tanto a un fracaso electoral de naturaleza nuclear a su partido, que bueno, ellos sabrán, como sobre todo a una división de nuestra sociedad en dos mitades que será muy complicada de coser en el futuro además de impedir a su formación política al segundo elemento que constituyó el éxito del PSOE de los años 80 y 90 de la pasada centuria, su autonomía plena.

Y es que no hay nada menos autónomo que el PSOE actual, un partido que ni siquiera puede ir al baño sin pedir permiso a Carles Puigdemont. Un tipo que con siete diputados está logrando poner en ridículo diariamente a Sánchez, a su partido y a todo un país.

Por cierto, el único líder socialista que no renunció a estos dos principios que hemos mencionado, la autonomía y la vocación de mayoría consiguió ganar sus elecciones autonómicas con mayoría absoluta. Me refiero naturalmente a Emiliano García Page.

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