En manos de rupturistas
«El poder ha recaído finalmente en los más radicales, como Bildu y Junts, que se ven fuertes en el discurso público, en los medios y en las instituciones»
Una de las constantes de la historia es que en todo proceso de quiebra se acaban haciendo con el poder los más radicales. En el camino de esa ruptura se van quedando fuera de juego los moderados, los conservadores del orden vigente, e incluso los acomodaticios; es decir, aquellos que cedieron algo para acomodarse a la nueva situación.
En ese proceso, justo antes de la quiebra, siempre hay un momento de racionalidad y responsabilidad, una chispa. Sin embargo, no suele prosperar porque los más radicales, los rupturistas, van creando el marco mental y ganando posiciones en el lenguaje y en las instituciones, de manera que resulta imposible retroceder o hacer un reequilibrio sin un gran cataclismo, incluida la violencia. Por supuesto, la cesión, aunque únicamente tenga el propósito de calmar, solo sirve para consolidar los postulados de los rupturistas, que obtienen así una legitimación para el logro de su objetivo.
Esto es evidente en España. Hay un proceso de desmontaje del orden constitucional y, en especial, de la unidad del país. La situación actual muestra que el poder ha recaído finalmente en los más radicales, como Bildu y Junts, que se ven fuertes en el discurso público, en los medios y en las instituciones. Además, ahora cuentan con el respaldo de un Gobierno, el sanchista, que ha colonizado el Estado. El caso del País Vasco y Navarra es la evidencia, y su resolución marcará la quiebra o el reequilibrio.
La UPN de José Javier Esparza cometió el error de sumarse al bloque contra la derecha española. Quiso ser el PNV navarro, pactar con el PSOE para sacar rendimientos en «Madrid», y tener solo a la izquierda abertzale como su adversaria. Fue así como arrinconaron y expulsaron a los conservadores y constitucionalistas del partido, y se abrazaron al PSN a pesar de las advertencias. En cuatro años, la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona está en manos de bilduetarras gracias a los socialistas, así como algunos ayuntamientos. Además, el Gobierno foral de María Chivite se sostiene gracias a Bildu. Y ahora, los socialistas y los de Otegi han arrebatado la capital a UPN. El poder en Navarra está hoy en manos de Bildu.
«El PNV perderá las elecciones autonómicas de junio, y si no tiene la ayuda del PP, gobernará Bildu con apoyo del PSE»
La siguiente pieza en el tablero es el País Vasco. Perderá el PNV las elecciones autonómicas de este junio, y si no tiene la ayuda del PP o no alcanza el número de diputados populares, gobernará Bildu con el apoyo del PSE. Con esas dos autonomías, Navarra y Euskadi, legalmente se procederá a la unificación de los dos territorios, quedando solo el llamado «País Vasco francés», donde hace años que Bildu desarrolla una campaña muy fuerte. Ese es el siguiente paso, Iparralde, porque así es el irredentismo de cualquier nacionalista tardío, que considera territorio propio allí donde se habla su lengua.
En ese proceso el PNV se habrá quedado fuera de juego, Bildu será el protagonista de la unificación y, por tanto, el partido hegemónico. De esta manera, el comportamiento y el lenguaje creado por los peneuvistas al menos desde 1979, año del Estatuto, habrá servido para que los más radicales les ganen y aparten. La legitimidad y la legalidad estarán de parte de la gente de Otegi.
Otro tanto ocurre en Cataluña, donde la connivencia con el catalanismo por parte de los partidos constitucionalistas ha servido para consolidar las posiciones de los rupturistas. No se han calmado las aguas, es que se han embotellado y servido a la mesa de los independentistas. Hoy el secesionismo catalán está en manos de Junts, más radical que ERC. Da igual que esto no se refleje ahora en los votos, porque tiene resultado en las instituciones y en los temas a debate. De hecho, Collboni, del PSC, que fue elegido alcalde de Barcelona gracias a los comunes y al PP, está hoy pactando el cambio de socio y gobernar con Junts.
El sanchismo es el gran aliado de estos rupturistas que propician la quiebra de la democracia. Su éxito radica en no constituir el centro-izquierda moderado que debería ser, o que se esperaba del PSOE. En su lugar, el socialismo de Sánchez ha adoptado el discurso, las figuras y las promesas de Podemos, de la extrema izquierda, hasta el punto de fagocitar a esa coalición. Ese radicalismo es su forma de encabezar el proceso de quiebra. Al menos, de momento.