El Rey escoge defender la Constitución y España
Don Felipe sale al paso de cualquier intento de pervertir el marco constitucional o cuestionar la igualdad y unidad de los españoles
Don Felipe lo dejó claro desde los primeros minutos de su discurso de Navidad más político que se le recuerda: entre las muchas dificultades y problemas que hoy acechan a los españoles y que podrían haber sido repasadas en la comparecencia ante los ciudadanos, escogió dedicar todo su tiempo a la defensa de la Constitución y de la unidad de España.
Y esa elección es, sin duda, el principal mensaje de la intervención del Monarca. Con esa decisión, el Rey deja claro a los españoles que su mayor preocupación -o lo que percibe como la mayor inquietud de la sociedad española- en estos momentos tiene que ver con el porvenir de la Constitución y de España, unidas ambas en un proyecto indisociable y que es imperativo defender.
Aunque el discurso trató de eliminar en lo posible la retórica habitual de estas ocasiones, el Rey no podía menos que ser impreciso sobre los riesgos que la Constitución y España afrontan hoy o pueden afrontar en un futuro cercano. Sin embargo, algunas de las referencias del texto ofrecen pistas más que suficientes para descifrar los peligros a los que aludió.
En primer lugar, el de la polarización de la política y la ausencia de colaboración entre los dos principales partidos del país, que han sido los pilares de la estabilidad hasta los últimos años. El Rey reclamó “consensos básicos y amplios sobre los principios que hemos compartido». Es obvio que ni PSOE ni PP se van a dar por aludidos por este reclamo, pero quien haya seguido la política española en los últimos meses sin ciega pasión ideológica, coincidirá en que ha sido expresamente Pedro Sánchez quien convocó a los suyos a construir un muro con el que impedir cualquier comunicación con la derecha y la extrema derecha.
«La libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político», son los principios sobre los que Don Felipe sugirió reconstruir el diálogo, principios, cada uno de ellos, que entra en contradicción con las medidas recientemente puestas en marcha por el Gobierno: las comisiones de investigación a los jueces, la amnistía, las ventajas a Cataluña y el País Vasco, el cordón sanitario a la oposición para impedir la alternancia en el poder.
Cumplir la Constitución no consiste únicamente en cumplir con su letra, advirtió el Rey, probablemente en su alusión más clara y más crítica con la ley de amnistía que impulsa el Gobierno y sus socios independentistas y de extrema izquierda. «No se trata sólo de que la respetemos, sino que conservemos su identidad, lo que la define, lo que significa, su razón de ser como pacto colectivo», dijo. Una amnistía impuesta contra cerca de la mitad de los escaños del Congreso, el criterio del principal partido del país y la opinión de más del 60% de los españoles, tal vez será constitucional, si así lo decide el Tribunal Constitucional, pero viola claramente la identidad de la Constitución y su razón de ser como pacto colectivo.
«Y junto a la Constitución, España», proclamó, solemnemente, el Monarca, para ratificar que son dos realidades que ya no pueden caminar por separado: no habrá Constitución alguna si deja de haber España y, al mismo tiempo, “fuera de la Constitución no hay una España en paz y libertad». Cualquier intento futuro de romper ese proyecto que es España, equivale a destruir nuestra convivencia constitucional.
El Rey recordó que «hemos expresado y -sobre todo- defendido nuestros valores constitucionales cuando estos se han puesto en peligro», su padre en 1981 y él mismo en 2017. Y hay que seguir haciéndolo «juntos, de acuerdo con el marco constitucional, decidido por todos los españoles», no en marcos alternativos inventados para satisfacer a algunos, impidiendo que hablen todos.
No se dejó el Rey prácticamente ninguno de los graves asuntos de la actualidad fuera de su consideración. Insistió en que la unidad de España está basada «en la solidaridad entre comunidades», no en condonar las deudas de las más ricas con los impuestos de los más pobres, como va a hacer el Gobierno en Cataluña. Y aludió, por último, a las críticas escuchadas por parte de los socios del Gobierno contra los jueces, advirtiendo que «todas las instituciones tenemos que conducirnos con la máxima responsabilidad y respetar a las demás instituciones».
Sobre lo que pasó el Rey de forma muy sucinta fue sobre el semestre de presidencia española de la Unión Europea. Tal vez, porque no había mucho que decir sin hacer más daño al Gobierno.