Retro-dependencia para la independencia
«¿Qué mejor forma de independizarse de España que descuajeringándola antes? La retro-dependencia de España en manos del fugado es mucho mejor que una simple reclamación de independencia»
Puigdemont presiona, humilla y gana. Da igual cuando leas esto. Hay un inconfundible aroma de represalia en todos los movimientos del fugado de la Justicia española. Sabe que sus siete diputados, al ser imprescindibles para que Pedro Sánchez sea (y siga siendo) presidente del Gobierno, le han convertido en un hombre poderoso, muy poderoso. Y ha decidido ejercer su poder en forma de revancha. Desde que en 2017 huyó en el maletero de un coche con destino a Waterloo, ha acumulado burlas, por su cobarde escapada; desplantes, porque se convirtió en un donnadie por mucho que atesorara un acta de eurodiputado y una residencia de presunto exiliado; amenazas, hasta Sánchez prometió que le traería a España a cumplir sus deudas con la Justicia; y, posiblemente, demasiada soledad. Es un hombre herido que ahora ha empezado a cobrarse venganza. Y tiene muchos de los que vengarse.
El primero y principal, Oriol Junqueras y su ERC. Aunque el principal damnificado por todas las acciones de revancha de Carles Puigdemont sea España, y el conjunto de los españoles, su diana apunta directo a Junqueras y ERC. Ese Junqueras que le empujó a declarar la independencia de ocho segundos en lugar de convocar elecciones; ese ERC que gobierna Cataluña cuando es él, y sólo él, el único presidente legítimo. Ha decidido echarles a patadas del exclusivo tablero en el que juegan los auténticos luchadores por la independencia de Cataluña. Está haciéndolo a golpe de inaceptables órdagos contra España que Sánchez traga porque no tiene plan-B; y, posiblemente, también porque confía en que su plan-A será engañar al fugado, al considerarse mucho más inteligente, y desde luego mucho más astuto, que el astut Puigdemont. Por ser precisos, Sánchez se ve más inteligente y más astuto que todos los que padecemos a ambos.
Estamos en manos de Pedro y de Carles, dos jugadores de fortuna, desconfiados y vengativos, con inquebrantable fe (respectiva) en sí mismos. En 2019, Albert Rivera popularizó aquello de que Sánchez tiene una banda y un plan. Lo de la banda ha quedado acreditado con el paso de los años; él la denomina ‘coalición progresista’ e incluye a los de Bildu y a los de Junts como socios de insuperable progreso. El plan de Pedro es, simplemente, su permanencia en el poder. El plan de Carles tiene más épica: la independencia de Cataluña, que ha decidido conseguir por la vía de la retro-dependencia de España. Es España quien depende de su Junts. Para todo. En cada votación y en cada decisión. Desde lo más nimio, digamos el IVA del aceite de oliva, a lo más deletéreo: la inmoral e inconstitucional amnistía o la temeraria ruptura de la política de inmigración con retrógrados componentes xenófobos. Para todo.
«El plan de Pedro es, simplemente, su permanencia en el poder. El plan de Carles tiene más épica: la independencia de Cataluña, que ha decidido conseguir por la vía de la retro-dependencia de España»
¿Qué mejor forma de independizarse de España que descuajeringándola antes? La retro-dependencia de España, de su Gobierno, de su Parlamento, de sus partidos, de sus instituciones… en manos del fugado es mucho mejor que una simple reclamación de independencia. Ésa llegará por la vía de ir pavimentando de envilecimiento y empobrecimiento, de desasosiego y desesperación, la frágil convivencia en España.
Mientras, Carles va cobrando por adelantado por todos y cada uno de los adoquines para la separación, con o sin muro. El camino estará expedito cuando sean una inmensa mayoría los españoles que se avergüencen de ser españoles, porque tal como se habrá puesto todo preferirán (preferiremos) ser cualquier otra cosa. ¡Ojalá portugueses! Incluso andorranos. Lo que sea, menos españoles. Ahí, triunfante, el astut Carles podrá proclamar: «Tranquils, nosaltres som catalans». Otros harán (ya hacen) proclamas similares: en una España descuajeringada es mucho mejor ser –digamos- del campanario de tu aldea.
Pedro opina que no pasará nada porque les engañará a todos; incluso a sí mismo. O no. Sí podemos estar seguros de que nos dejará como herencia su hueca carcajada.