Eutanasia, bálsamo y filo
«¿Porqué no salir si uno piensa lúcidamente que ya ha terminado? Legalizar, con las debidas cautelas, la eutanasia, pero legalizarla»
La mayoría de las veces la eutanasia se silencia o se oculta, pero se lleva a cabo. Sin embargo, cada vez se menciona más públicamente y es lógico. Los poderes políticos y religiosos (esta vez conectados) no suelen ser nada o casi nada amigos del uso cívico del derecho a la propia muerte, pero la gente -más cada vez- la siente como natural, y cree que el derecho a disponer de tu muerte (ya que no puedes disponer sobre tu llegada a la vida) es lógico y nada tiene de alarmante. Quien desee dedicar sus dolores hasta el fin a la Virgen hará muy bien en hacerlo. Pero quien sólo desea en el fin la ausencia de dolor o sufrimiento -propio o ajeno- debe poseer de la misma libertad para disponerlo.
Ahora ha sido el mítico actor francés Alain Delon (que sufrió un ictus severo en 2019, pero que está plenamente lúcido) quien, por segunda vez, a sus 87 años, pide la muerte asistida. Otros dirán el suicidio asistido, para mí los términos no varían la esencia del hecho. Delon ha logrado esta vez que le hagan caso y sus herederos -sus hijos- leo que lo están disponiendo. Aunque lentamente, la legislación de algún modo pro-eutanásica va avanzando en bastantes países. En Argentina, por ejemplo, no se admite la llamada «eutanasia activa», es decir, ayudar al que por propia voluntad desea morir, pero se acepta la «eutanasia pasiva», o sea una buena muerte que consiste en no prolongar de modo ninguno la vida del doliente y únicamente aplicarle cuidados paliativos para evitar el dolor. Estas ideas sobre la eutanasia -ambas- parten del hecho de que quien la pide es un enfermo terminal, de final lento, sin curación posible.
Es la eutanasia que se define como «muerte sin sufrimiento físico», y convengamos en que esos son casos muy frecuentes. Eutanasia vinculada a la enfermedad terminal -y aún más obviamente- a esa misma enfermedad terminal en un viejo. Pero puede ocurrir y ocurre (el caso del antaño guapo Delon) que la eutanasia no se pida o desee por una enfermedad terminal concreta, sino por las carencias, daños y limitaciones que la vejez puede y suele llevar consigo, empobreciendo y denigrando el vivir humano. Y se puede llegar a decir, en ese punto final, hay vida, pero no vida humana.
«Puede ocurrir y ocurre que la eutanasia no se pida o desee por una enfermedad terminal concreta, sino por las carencias, daños y limitaciones que la vejez puede y suele llevar consigo, empobreciendo y denigrando el vivir humano. Y se puede llegar a decir, en ese punto final, hay vida, pero no vida humana»
Muy claramente ligada a la vejez, muchos entienden -como he anticipado, más cada vez- que se facilite la eutanasia activa a enfermos terminales, y más si son ancianos. Pero, ¿tiene un viejo derecho a morir llanamente porque le acosan dolencias varias que le abajan y le hacen dependiente y torpe y lerdo, cuando nunca lo había sido? ¿Tiene un viejo derecho (uno, no todos pensarán lo mismo) a sentirse harto, cansado o humillado por los mil achaques de la vejez, lo que el gran Jorge Manrique llamó «arrabal de senectud»? Hay chistes populares, que, si se presentan como lenitivos, no dejan de ser muy descriptivos: si eres viejo y no te duele nada, es que estás muerto. O, la vejez se mide por el número de veces (artrosis, osteoporosis) que se dice ay al agacharse…
¿Cuándo un viejo no se puede valer por sí mismo o lo falla la mente o la locomoción, no tiene derecho -otros no querrán tal derecho- a decir que quieren terminar, que ya tuvieron bastante, y que no desean continuar esa vida ancilar? Creo que les asiste todo el derecho a salir, a terminar, a irse. Esto habrá de conjugarse o no con las creencias religiosas de cada cual. Mi madre era católica pero no acudía a la iglesia, y los curas eran esencialmente amigos. Respetaba enormemente la religión, pero llegada (con 90 años) a un momento de graves dolores, a un momento final, que no exactamente terminal, no tuvo ningún reparo en pedir eutanasia y la tuvo. Está en parte narrado en mi libro Mamá (2018).
¿Porqué no salir si uno piensa lúcidamente que ya ha terminado? Legalizar, con las debidas cautelas, la eutanasia, pero legalizarla. Los partidos de derechas suelen estar en contra y a veces con virulencia. No lo entiendo. ¿No predican la libertad? Creo que es una absurda influencia religiosa, absurda porque la religión también debe ser libre. Yo hoy (en la España de hoy) soy de derechas, pero estoy a favor de la eutanasia. Y sé de políticos en situación diríamos casi igual, dicen no (por obediencia) y piensan sí. A favor de la eutanasia, puede ser morir en el nivel propio en que se ha vivido. Dice Plutarco de Sertorio: «Un general debe hacer muerte de general y no de un miserable soldado».