MyTO

Puigdemont gana el juego de la gallina

«El prófugo cumple su amenaza de romper la baraja si no se aprueba la ley de amnistía a su antojo. El PSOE traga con casi todo lo que viene de Waterloo»

Opinión

Ilustración de Alejandra Svriz.

Un inadaptado Sánchez, traicionado por el PSOE hace unos años, desobedeció a su partido y ganó el pulso al convertirse en el líder de la pandilla socialista. Al principio se peleó con el gamberro de Puigdemont que huyó en coche a Waterloo. Años después, los dos rebeldes sin causa se vuelven a encontrar. El líder independentista le retó a correr juntos la carrera de la gallina gubernamental. El James Dean de la Moncloa aceptó el desafío y condujo a toda velocidad para sacar adelante su investidura, mientras la Natalie Wood de Sumar les daba la salida. Mientras, los espectadores se preguntaban cuál de los dos saltaría primero del coche antes de llegar al acantilado. ¿Sería Sánchez capaz de evitar el abismo de la amnistía o el Flequillo de Waterloo lograría zafarse a tiempo de la palanca de la justicia para regresar a Cataluña en loor de multitudes? España ha vivido en vilo ante esta peligrosa teoría de los juegos a la que nos han sometido un ambicioso sin escrúpulos y un mesías independentista a los que corean los ongi etorris y filocomunistas. 

La película es una adaptación del libro Rebelde sin causa: El hipnoanálisis de un psicópata criminal. Los dos grandes protagonistas de la política española podrían encarnar esa psicopatía que han logrado contagiar a una sociedad española que sufre una crisis esquizoide. Nos dijo el Gobierno de Sánchez que no habría ley de amnistía antes de las elecciones, pero cambió de opinión cuando los resultados no fueron suficientes para gobernar; explicó el Ejecutivo que cedía las competencias en inmigración y al día siguiente que no supondrían una transferencia a Cataluña; también nos dijo el presidente que negaba la negociación bilateral con la Generalitat mientras proponía una financiación privilegiada a los catalanes; que no pactaría con Bildu, pero le cedía la alcaldía de Pamplona; que había que comulgar con la rueda del terrorismo respetuoso con los derechos humanos para exculpar al independentismo del execrable delito; o que ya no había que acusar a Puigdemont por sus lazos con Putin sino denunciar la injerencia de los jueces en el caso.

«En la democracia española actual la veracidad ya no importa. Nada parece tener una explicación racional»

El rebelde sin causa al mando de la sociedad española conduce un coche sin rumbo. El presidente va dando volantazos en función de lo que hace su competidor catalán. La ciudadanía ante tanta curva tiene un mareo tremendo y ya no hay biodramina que lo prevenga. El Gobierno promueve una sociedad daltónica, incapaz de distinguir los colores de la realidad política. Cada día sacan un nuevo conejo de la chistera, para tapar la verdad o la mentira del día anterior.

En la democracia española actual la veracidad ya no importa. Nada parece tener una explicación racional, cómo si todos hubiéramos perdido el norte y no entendiéramos lo que nos rodea. Sánchez y sus antenas mediáticas fomentan la indiferencia a la verdad, llevan al ciudadano a la náusea y al vómito, a la confusión total en la que nada es lo que parece. Para llegar al aturdimiento social total el piloto populista agrega que «la única verdad es la realidad». Una realidad distorsionada por la locura independentista y la falta de empatía del Houdini de la Moncloa que nos conduce hacia el abismo. En el camino, Sánchez levanta muros ideológicos, viene a salvar la patria de enemigos inventados como la fachosfera, hiere sensibilidades y ridiculiza al contrario.

Tanto Sánchez como Puigdemont son dos políticos populistas con toques mesiánicos dispuestos a inventar una nueva realidad con tal de gobernar e inscribir su nombre para la historia. Han sabido leer y alimentar el tribalismo de la opinión y la identidad que reinan en la desconfianza de la sociedad actual. Una cosa es que tuvieran perturbadas las facultades mentales y otra la realidad, en la que aplican la teoría del loco; como hace Puigdemont cuando se muestra irracional o impredecible. El prófugo, de momento, cumple su amenaza de romper la baraja si no se aprueba la ley de amnistía a su antojo. El PSOE, genuflexo ante el independentismo, traga con casi todo lo que viene de Waterloo. Veremos si lo seguirá haciendo. Si es así, el bólido de Sánchez despeñará a la sociedad española por el acantilado. A ver si el airbag de la Unión Europea aminora el golpe. 

4 comentarios
  1. Ciudadano_Keith

    Aún no ha llegado el tiempo de ponerse a pensar cómo se llega hasta donde se está en lo político-judicial, binomio que de todos los posibles es el que más degrada a la sociedad. Pero así llevamos décadas, dejando para más tarde el identificar causas y exigir sino soluciones completas, imposible por la condición humana, sí al menos soluciones racionales. Siempre aparece alguna ñoñería, sea con una pelota sea con unos cuernos, que retrasa lo que es importantísimo.

    Si algo se evidencia, para quien no cierre los ojos y la inteligencia a ello, es que el potaje de leyes de todo padre y condición que debiera de haber sido, pero no es, guía de comportamientos y castigos ha resultado ser un engaño por lo hipercarísimo que ha resultado y la nula eficacia que demuestra. El ser humano funciona bien cuando hay miedo y sólo en esa circunstancia, por más teorías de salón afeminado que se arroguen ser las ‘divines’.

    Esta es la parte fácil de la aproximación al análisis, el pan sube de precio cuando intentas identificar a alguien que pueda catalizar la recomposición y caes en la cuenta de que todo puede ser peor aún y lo será.

  2. Pepecola

    Lo de ayer me recuerda a lo de aquel individuo tremendamente resolutivo que fue a la farmacia de guardia urgido por una urgencia inaplazable a por una caja de condones, y como viera que habia una familia al completo comprando un jarabe para la tos seca que tenía la niña, resolvió situarse discretamente en un rincón y sacarse el miembro viril que colocó entre el hueco de ambas manos junto con un billete de 20 euros, para hacer el pedido al mancebo sin decir ni pio de lo que se traía entre manos ya que había ‘ropa tendida’. Cuando lo vio el mancebo, que era un buen mozo como un armario de tres cuerpos, y creyó apercibirse de la situación, se sacó el suyo, lo apoyó en el mostrador, tambien muy discretamente entre ambas manos, puso encima otros 20 pavos, y en el mismo acto arrambló con los dos billetes mientras decía por lo bajini, ‘lo siento mucho, yo no quería, pero los mayores ganan’, y con la misma discreta soltura el mancebo se la envainó y retiro sus 40 lereles de la porfia que habia ganado en buena lid. Todo muy discretamente y sin montar ninguna escandalera, eso sí.

  3. Peralbes

    Si Puigdemont quiere romper España, lo está logrando. Si quiere gobernar en Cataluña independiente, está perdiendo.

Inicia sesión para comentar