THE OBJECTIVE
David Mejía

Demagogia o democracia

«Deberíamos hacer un esfuerzo por comprender cuanto antes que la batalla que está librándose no es entre izquierda y derecha, sino entre derecho o barbarie»

Opinión
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Demagogia o democracia

Ilustración de Alejandra Svriz.

Cada 6 de enero, desde hace tres años, celebramos la llegada de los Reyes Magos rememorando el asalto al Capitolio de los Estados Unidos. Lo asaltó una turba de seguidores de Donald Trump con la aspiración de mantener a su líder en el poder tras su derrota en las elecciones de noviembre de 2020. Pretendían evitar el recuento de los votos del Colegio Electoral que el Congreso, en sesión conjunta, tenía planificado para esa mañana. No cumplieron sus objetivos: el recuento se llevó a cabo y la victoria de Joe Biden fue certificada, pero la herida de aquella jornada sigue abierta. El asalto al Capitolio es la última gran brecha abierta entre los ciudadanos de Estados Unidos. Y con una probable victoria de Donald Trump en las elecciones de final de año, la cicatrización social parece más lejana que nunca. 

Resulta difícil creer que un expresidente que ha atentado contra una de las almas de la democracia, como es la alternancia pacífica del poder, pueda volver a ser candidato. Resulta difícil creer que el instigador de una insurrección contra las instituciones del Estado vaya a ser votado por millones de personas para liderar ese mismo Estado. Y durante un breve lapso de tiempo fue increíble. Fueron poco más de20 días transcurridos entre el 6 y el 28 de aquel enero de 2021. Donald Trump era un proscrito hasta que Kevin McCarthy, entonces líder de la bancada republicana en la Cámara de Representantes, visitó a Trump en Mar-a-Lago. La razón que dio McCarthy, según cuenta Liz Cheney en su libro Oath and Honor (Juramento y honor), es que Trump estaba triste y no estaba comiendo. La reunión, claro, fue muy criticada, y el partido republicano fue acusado de rendir lealtad a un hombre en lugar de a unas ideas. McCarthy se defendió con una excusa que les sonará familiar: dijo que hay que hablar con todo el mundo, y que el principal problema del país era la falta de diálogo. Y ahí lo tienen, rehabilitado, y listo para emprender un segundo mandato. 

«¿Hay algún motivo para creer que Donald Trump antepondrá el Estado de derecho a su propio interés?»

Me sorprende que tantos en España se burlen de quienes consideramos a Donald Trump una amenaza para la democracia. A su regreso, Trump conocerá como nadie las debilidades del sistema. Puede que el día mismo de su juramento esté condenado por una de las múltiples causas penales que tiene abiertas, ¿creen que resistirá la tentación de retorcer la Ley por pura conveniencia? ¿Creen que no indultará a los sediciosos del 6 de enero? ¿Creen que no purgará las instituciones para llenarlas de fieles que acaten sus órdenes?¿Hay algún motivo para creer que Donald Trump antepondrá el Estado de derecho a su propio interés?

Quienes se burlan de quienes tememos a Trump son los mismos que consideran que Pedro Sánchez está consumando el tránsito a una dictadura. Denuncian los ademanes iliberales de Pedro Sánchez y se sacan fotos en Ferraz con Tucker Carlson. Supongo que lo único que les molesta del iliberalismo es que no es el suyo. Deberíamos hacer un esfuerzo por comprender cuanto antes que la batalla que está librándose, aquí y allá, no es entre izquierda y derecha, sino entre democracia y demagogia, derecho o barbarie, fraternidad o conflicto. 

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