Sánchez es el auténtico récordman de la deuda
«Ni con González, ni con Aznar, ni con Rajoy, ni siquiera con Zapatero nuestra deuda creció casi 400.000 millones de euros en solo cinco años y medio»
Estimado lector, piense por un momento en un familiar suyo que por estar fuertemente endeudado tuviera que afrontar el pago de unos elevados intereses y decidiera resolverlo endeudándose aún más. Piense también en una empresa que, acuciada por los gastos financieros de un balance excesivamente apalancado, decidiera resolver su problema aumentando su nivel de endeudamiento. En ambos casos, esta conducta del deudor consistente en pagar la carga de la deuda asumiendo una deuda mayor sería objeto de crítica y desde luego, ningún analista de riesgo de ningún banco acreedor la daría por buena. Así sería, pues nada es más irresponsable que empujar hacia abajo la bola de nieve de tu deuda pues ésta, agrandándose progresivamente en la caída, acabará estrellada y estrellando al deudor.
Lamentablemente para todos los españoles, la deuda pública española es la bola de nieve que Sánchez está empujando cuesta abajo y que no para de crecer, entre 70.000 y 80.000 millones de euros anuales desde que gobierna, salvo la excepción de 2020 —año del shock pandémico— en el que aumentó casi en 160.000 millones de euros en un solo ejercicio. Es ya tan grande la bola que a España le pasa como al familiar y a la empresa utilizadas como referencia y no puede pagar los intereses de lo adeudado por lo que recurre a endeudarse más para pagarlos. Así ha sucedido en los años precedentes y así ha vuelto a suceder en 2023. En este ejercicio España debía afrontar unos gastos financieros ligeramente superiores a 30.000 millones de euros y para poder pagarlos no solo aumentado nuestro endeudamiento para pagarlos, sino que nuestra deuda ha crecido en 72.000, más del doble de los intereses a pagar. Un auténtico crack financiero, un crack de libro.
Pese a ello, y en el curso de la campaña electoral gallega, Sánchez ha celebrado alborozadamente, y con un descaro que torna ya en irresponsabilidad, que el Gobierno haya sido capaz de «reducir» la deuda pública en relación con el PIB. Presidente sea por una vez serio si es capaz de serlo. En 2023 la deuda pública ha aumentado en los referidos 72.000 millones de euros, poca broma, lo que implica que su aumento durante el ejercicio haya sido un 5%, desde 1.502 hasta 1.574 billones de euros en ambos casos. Y si quiere usted relativizar este aumento, debe considerar que en términos reales —no monetarios— también ha crecido dado que la inflación ha sido del 3,1%. Y si la medimos per cápita, dado que el aumento de la población en 2023 se limitó al 1%, resulta que también ha crecido la deuda que corresponde a cada residente español. Eligiera Sánchez la opción que quisiera —euros corrientes, euros constantes, euros por residente— es evidente que al término de 2023 España debe más que al finalizar 2022.
«El maquillaje y la manipulación de las estadísticas económicas y laborales es seña de identidad de este Gobierno»
Hete aquí que entonces Sánchez tiró de la alquimia y de sus alquimistas y se atrevió a presumir de haber reducido en 2023 la proporción entre deuda y PIB. Haciéndolo así obvió de manera malintencionada que la utilidad y la función de esta ratio se constriñe casi exclusivamente a la realización de comparaciones internacionales, no susceptibles de hacerse de otro modo dada la heterogeneidad que presentan los diversos países en otras magnitudes. Sabido es que el maquillaje y la manipulación de las estadísticas económicas y laborales es seña de identidad de este Gobierno y el caso comentado es una nueva demostración. Debió pensar que declarando que la deuda había disminuido en relación con el PIB, podría pasar desapercibido que en realidad había aumentado y además mucho, demasiado. Sánchez, no ha colado, esta vez tampoco nos has engañado. Por cierto, a la vista de los resultados habidos en Galicia, cada vez son menos los que se dejan engañar por Sánchez.
Aclarado que, pese a su intención de hacerlo, Sánchez no ha conseguido engañar a todos sobre cual es la dimensión y la evolución del endeudamiento que provoca su política económica, es inevitable subrayar que ésta está arruinando el presente y el futuro económico de España. Ya advertían antaño los hacendistas clásicos del efecto perverso que para la economía de un país tiene un endeudamiento excesivo del Estado. Ya lo señala hogaño la Unión Europea que tiene fijado en el 60% del PIB el límite máximo de la deuda pública de sus países miembros, umbral que España casi duplica —estamos en el 107%—. Por lo que se ve, para Sánchez unos y otros deben forman parte de lo que él ha dado ahora en denominar «fachosfera», un supuesto nuevo ingenio de la factoría ideológica de La Moncloa, ese numerosísimo ejército de ignorantes bienpagaos que alimentan su estómago a costa de nuestros impuestos.
Lo incontestable es que, tic-tac, desde que Sánchez ocupa la presidencia del Gobierno el reloj de la deuda pública de España marca una hora cada vez más elevada. Él es el dirigente que ha alcanzado un mayor nivel de deuda pública de nuestra historia. Es también el que ha conseguido que, a igual periodo de tiempo, nuestro endeudamiento haya crecido más. Ni con Felipe González, ni con José María Aznar, ni con Mariano Rajoy, ni siquiera con Zapatero —que ya es decir— nuestra deuda creció casi 400.000 millones de euros en solo cinco años y medio. Esa marca le corresponde solo y en exclusiva a Sánchez, el auténtico récordman de la deuda pública española, algo por lo que algún día habremos de pasarle la correspondiente factura, nosotros y nuestros hijos. Que encima se atreva a presumir de haberla reducido en proporción al PIB resulta de juzgado de guardia, un establecimiento donde quizás algún día tenga que rendir cuentas acompañado de un abogado.