Navalni: ¿Qué sentido tienen su regreso y asesinato?
«Navalni nos ha recordado que Europa es un espacio basado en unos valores compartidos que tienen que ver con la dignidad, la verdad y la libertad»
¿Tiene sentido arriesgar la vida? ¿Preferir la prisión al exilio? ¿Pueden la verdad y el valor hacer frente a la mentira y el silencio?
Resulta difícil comprender los motivos por los que en enero de 2021 Alexei Navalni regresaba a Moscú, después de haber sido envenenado por el Kremlin, tras su recuperación en un hospital alemán. Volvía, acompañado de su mujer, lejos de sus hijos, para ser sometido a un juicio sin garantías, en una Rusia en la que no hay libertades ni Estado de derecho. Asumía el riesgo de una muerte probable, que no ha tardado en llegar. ¿Por qué volver? ¿Por qué, incluso entre rejas, en un campo de prisioneros de Siberia, constituía una amenaza para el régimen de Putin? ¿Qué sentido tienen su regreso y su asesinato?
A principios de los años ochenta, el dramaturgo y disidente Václav Havel escribía sus Cartas a Olga desde una cárcel checoslovaca donde cumplía condena por delitos contra la seguridad del Estado. Fueron aquellos unos años duros para la disidencia checoslovaca, en los que se produjo una ola de migración de la que formaron parte muchos intelectuales. Sin embargo Havel, como hoy Navalni, prefirió la prisión al exilio. Nunca cedió a las presiones de las autoridades para que abandonase el país.
Al final de sus meditaciones, escribía, «surge siempre una especie de alegría interior de estar donde estoy, de no haberme desviado de mi camino, de mí mismo, de no haber tomado la salida de emergencia y, aunque sufra, no sufro el peor de los sufrimientos, esa sensación de no estar a la altura de la tarea». Mi convicción, decía Havel, es que, efectivamente, tengo que pasar por esto, que tiene sentido, y que no me esfuerzo en vano: «No callar ante todo lo que pasa, decir de vez en cuando en voz alta lo que uno piensa y comportarse de acuerdo con su sentido de responsabilidad no significa de ninguna manera ser un idealista. Significa únicamente que uno intenta actuar de una manera normal, o sea, digna y libre, de acuerdo consigo mismo. Que su estado de ánimo fundamental es el de creer y su necesidad vital básica es la búsqueda de sentido».
La voz de Havel clamaba la necesidad del hombre de vivir en la verdad. Era un acto de resistencia, de rebelión contra la mentira, sostén e instrumento de un sistema totalitario. En la verdad, decía, encuentra el individuo su identidad y su dignidad, realiza su libertad. Al hacerlo, viola las reglas del juego y revela los fundamentos ínfimos del poder. Por eso, «una palabra verdadera, incluso pronunciada por un solo hombre, es más poderosa, en ciertas circunstancia, que todo un ejército. La palabra ilumina, despierta, libera. La palabra tiene también un poder».
«Navalni constituía una amenaza para Putin porque había revelado la dimensión de su robo y su corrupción»
Como ha escrito Anne Applebaum, Navalni constituía una amenaza para Putin porque había revelado la dimensión de su robo y su corrupción. Porque no podía permitir que se conociese la verdad. Porque incluso desde la cárcel, amenazaba a un régimen que se abre camino en el secreto y la mentira.
Al igual que Havel años atrás, con su coraje cívico, Navalni nos ha recordado a los europeos nuestra propia esencia. Nos ha recordado que, más allá de un lugar geográfico, Europa es un espacio basado en unos fundamentos espirituales y unos valores compartidos que tienen que ver con la dignidad de cada ser humano, con la verdad y la libertad.
«Todo saldrá bien» decía Alexei Navalni, «y aunque no sea así, nos quedará el consuelo de haber vivido honradamente». Hoy, su voz nos recuerda por qué Europa está con Ucrania y nos señala el camino que tenemos por delante. Porque, como decía Havel, la libertad es indivisible y es solidaria: no defender la de los demás significa también renunciar voluntariamente a la propia.