THE OBJECTIVE
Francisco Sierra

Del «y tú más» a la amnistía

«Lo más difícil de la actual situación para Sánchez es intentar justificar una ley para prófugos de la justicia que fueron además malversadores de dinero público»

Opinión
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Del «y tú más» a la amnistía

Ilustración de Alejandra Svriz.

España vive tiempos de una inestabilidad extrema. Meses y meses de un gobierno más atento a colmar los chantajes de los independentistas que a la acción propia de legislar por las necesidades reales de sus ciudadanos. Un gobierno con un presidente que para seguir en el poder hace marcar el paso de la oca dialéctico a todo el partido y a todos sus cargos. Un presidente para el que mentir consiste en un proceso impune y repetitivo que le lleva primero a negar, luego a dejar que los suyos insinúen para que más tarde hablen y defiendan lo antes negado, y al final se conviertan, con Sánchez a la cabeza, en cruzados fundamentalistas en defensa de cualquier destrozo jurídico que le exijan sus socios independentistas catalanes y vascos. 

El muestrario ha sido desolador: indultos, eliminación del delito de sedición, rebaja del delito de malversación, pactos fuera de España con prófugos, observadores internacionales, vía libre a los ataques a los jueces, justificación de un supuesto terrorismo bueno y, como gran hecho de legislatura, la sumisión del estado de derecho a la amnistía. Todo a mayor beneficio del poder personal de un presidente autócrata que ha buscado garantizar por encima de todo su mantenimiento en el poder.

«El ‘caso Koldo’ está destrozando la última bandera de la que alardeaba Sánchez: ningún caso de corrupción en su gobierno»

En este escenario, política y jurídicamente caótico, con un gobierno totalmente incapaz de ofrecer ninguna capacidad de gobernabilidad ante el continuo chantaje de sus socios de Junts que tampoco se la garantizan ni con una amnistía total; en medio de la mayor amenaza al estado de derecho que se recuerde; con la Unión Europea vigilante y vigilando lo que viene; con jueces presionados e insultados hasta por ministros del propio gobierno y tras una humillante derrota electoral en Galicia, en medio de todo este agobiante panorama explota el caso Koldo. No hay dudas de que la trama de comisiones en las mascarillas que ha llevado a la detención de una veintena de personas por la UCO solo ha comenzado. Las andanzas de Koldo, el portero de discoteca que llegó a asesor personal y hombre de confianza del ministro de Transportes, José Luis Ábalos, se están empezando a desvelar. Y afecta ya a otras instituciones de las que se va conociendo que compraron mascarilla saltándose todo tipo de protocolos y controles. Asusta el sinfín de irregularidades especialmente en los gobiernos de Canarias, cuyo presidente entonces es ahora ministro, y del gobierno de Baleares, cuya presidenta entonces es ahora presidenta del Congreso de Diputados. Eso por el momento.

El caso Koldo está destrozando la última bandera de la que alardeaba Sánchez: ningún caso de corrupción en su gobierno. Es tan grave lo desvelado con las mascarillas que el PSOE ha intentado un cortafuegos achicharrando, sorprendentemente de forma pública, a Ábalos. El que fuera secretario de Organización del PSOE y el hombre que llevó a Sánchez a la Moncloa. Sánchez intenta autoconvencerse, y convencer a todos, de que es un luchador contra la corrupción. Llegó al poder con esa bandera contra Rajoy y ahora la sufre él. En esa tesitura, Sánchez ha decidido cortar en seco y activar el caiga quien caiga. Quería ofrecer la cabeza de Ábalos e intentar frenar la escalada, pero el exministro ha dicho que no. Ábalos va a defenderse hasta el final. Sabe que sabe y que Sánchez sabe que sabe. Y es hueso duro de roer.

Por eso Sánchez necesita intentar camuflar este escándalo hablando ahora, casi cinco años después, de una supuesta ola de corrupciones que hubo durante la pandemia. Para ello la habitual táctica que siempre crece entre los fieles, de contratacar con el aspirador de esparcir basura. El miserable «y tú más» ha sido la elegida por Moncloa. Hay en las filas del PSOE y de la izquierda general, y sobre todo en la persona de Pedro Sánchez en especial, una continua obsesión con uno de sus martillos electorales: la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Y a ese objetivo van a martillear por tierra, mar y aire. El de intentar igualar el caso de su hermano en el que tanto la fiscalía Anticorrupción como la fiscalía europea no han visto ninguna irregularidad, ni siquiera caso para abrir tras comprobar toda la documentación sin ninguna pega fiscal. Intentan igualar un no caso con una red ilegal investigada por la UCO que la justicia llama «organización criminal» y que lleva de momento más de veinte detenidos, millones de euros en comisiones ilegales y múltiples posibles delitos fiscales. Y lo que es peor para el PSOE un escándalo que está desvelando muchas otras irregularidades políticas.

Mienten, incluido el presidente, cuando intentan hacer creer a la opinión pública que el caso del hermano de Ayuso no fue juzgado. Y reclaman unas exigencias de responsabilidad política que debería haber tenido Ayuso por algo que puede que no fuera apropiado, pero que según las dos fiscalías fue legal. Una tesis de responsabilidad política que paradójicamente si se aplicara al caso Koldo debería aplicarse no sólo a Ábalos por Koldo, sino por extensión al propio presidente Sánchez por Ábalos.

Esta estrategia del «y tú más» tiene su extensión en la creación de una comisión de investigación en el Congreso sobre las corrupciones de las distintas administraciones. Una comisión en la que se intenta de nuevo camuflar el auténtico escándalo como si hubiera habido muchos otros casos y de la misma gravedad que el caso Koldo. No van a dudar en mezclar los casos de corrupción ya juzgados del PP por los que además ya pagó un alto precio político como lo demuestra la propia moción de censura mediante la cual Sánchez llegó al poder.

Lo más difícil de la actual situación para Sánchez es intentar justificar en unos días una ley de amnistía para prófugos de la justicia que fueron además malversadores de dinero público. No es fácil, ni ético, vestir simultáneamente el traje de superhéroe contra la corrupción cortando la cabeza de Ábalos por el caso de las mascarillas con el de político que amnistía, comprende y defiende la eliminación de los delitos de los políticos malversadores independentistas catalanes. Eso es lo que tiene por delante Sánchez. Y lo que es peor, eso es lo que tiene por delante España. 

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