THE OBJECTIVE
Ricardo Dudda

La Nueva Reconciliación

«Entre la ciudadanía que salió a celebrar la nueva ley de amnistía vi imágenes que me devolvieron a la Transición, esa etapa tan importante de nuestra historia»

Opinión
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La Nueva Reconciliación

Ilustración de Alejandra Svriz.

Anoche en Gran Vía era imposible moverse. Es una calle poco transitada del centro de Madrid, pero ayer las aceras estaban repletas de ciudadanos. Eran tantos, y de tan diferentes orígenes, que invadían la calzada. Los conductores, en vez de pitar el claxon o enfrentarse a los manifestantes, se bajaban de los coches y se unían al coro que gritaba ¡Libertad! ¡Amnistía! Entre el bullicio, los gritos, las luces, pude identificar algunos carteles y proclamas reivindicativas. «Reconciliación, sin condición». «Ahora sí nos representan». «Convivencia, no independencia». «Puigdemont, ¿a prisión? ¡No! ¡Reconciliación!». 

Me cuentan que en Barcelona la manifestación fue aún más multitudinaria. Los catalanes, antaño enfrentados, se reconciliaban en Plaza Cataluña (¡incluso las palomas dejaron de cagar en los turistas!). Las banderas independentistas se fundían con las banderas españolas (¿soy el único que vio en la tele el abrazo entre Pilar Rahola y Albert Rivera? ¿O lo he soñado? Lo que sí que vio claramente toda España es al juez García Castellón bailando con la diputada de Junts Míriam Nogueras: los memes son buenísimos).

Un amigo me cuenta que la palabra que más se escuchaba entre el bullicio era «perdón». «Parecía como cuando en misa toca darse la paz, ya sabes, eso de ‘la paz sea contigo’». Lo pienso y se me saltan las lágrimas. «La paz sea contigo».

Llevaba años desconfiado de la política. Me estaba volviendo un cínico. ¿De verdad los políticos no podían apartar sus diferencias para trabajar juntos por el bien común? ¿Es que acaso no trabajan para nosotros, los ciudadanos? Nunca pensé que vería llegar el día en que eso acabaría. La corrupción es hoy cosa del pasado: ¡con lo que nos ha hecho sufrir a los españoles! Y, sobre todo, nunca pensé que sería tan fácil. A veces, como dice la frase, lo que no se nombra no existe. Cuando el Gobierno pronunció la palabra mágica, «reconciliación», el pueblo respondió con un abrazo colectivo: en realidad era así de fácil. ¿Cómo no lo habíamos pensado antes?

Lo más sorprendente, aunque quizá es una cuestión un poco frívola (bueno, en realidad no, ¡los símbolos son importantes!), fue el beso entre Feijóo y Sánchez. Los politólogos rápidamente salieron a compararlo con el beso entre el líder soviético Leonid Brézhnev y el líder de Alemania oriental, Erich Honecker. Hay un mural famoso en Berlín que representa el momento. ¿Dónde harán el mural en Madrid? La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, confirmó que cedería espacio público de la comunidad para colocar el mural de la Nueva Reconciliación, como lo ha llamado la prensa. El alcalde de Madrid, por su parte, anunció la creación de 600 meninas conmemorativas que repartiría por toda la ciudad. 

«La idea inicial, según contaron fuentes cercanas al gobierno, era un beso ‘a tres’, entre Feijóo, Sánchez y Puigdemont»

La idea inicial, según contaron fuentes cercanas al Gobierno, era un beso «a tres», entre Feijóo, Sánchez y Puigdemont. Antes de poder resolver la complicada logística de un beso simultáneo entre tres personas, Puigdemont rechazó la propuesta por su delicada situación procesal.

«No voy a arriesgarme a volver a España por un piquito», dijo el president. (La referencia al «piquito», en otra época, en una época previa a la Gran Reconciliación, habría resultado problemática: ¿se estaba riendo del caso Rubiales? ¿Estaba intentando humillar a las jugadoras de fútbol precisamente el 8-M? Pero nadie hizo esa interpretación: hoy los españoles ya no buscan la confrontación).

Al final, el ministro de Justicia Félix Bolaños tenía razón. Cuando lo escuché por primera vez, fui escéptico. ¿De verdad se abría una nueva etapa en España? Después de su reunión con los líderes independentistas, el ministro anunció que la nueva ley de amnistía que acababa de acordar con ellos iba a ser «un referente internacional» y «marcará la historia». «Hoy es un gran día para el país». No necesité más que salir a la calle para darme cuenta de qué manera sus palabras habían resonado en la ciudadanía.  

La reconciliación, pensé paseando por la multitudinaria manifestación pro-amnistía, no es una aspiración, es una realidad. Este clima de fraternidad no lo había visto desde…¡no lo había visto nunca! Soy demasiado joven para haber vivido la Transición. Pero entre la ciudadanía que salió a celebrar la nueva ley de amnistía vi imágenes que me llevaron de vuelta a esa etapa tan importante de nuestra historia reciente. Un niño subido a los hombros de su padre, los ojos vidriosos de emoción, me recordó a esa célebre fotografía del niño con el puño en alto en una manifestación en 1976. No todos los días uno puede ser testigo de la Historia con mayúsculas. Por nuestros padres, por nuestros abuelos. ¡Por la Nueva Reconciliación! 

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