Prestidigitadores
«La legalidad ya no es más que una meretriz sometida a los deseos de un tirano, ansioso por demostrar que no existen contrapoderes que domeñen su voluntad»
Ayer el PSOE consumó la rendición del Estado de derecho español ante sus más voraces enemigos. Una exigua mayoría votó en el Congreso a favor de quebrar el principio de legalidad, la seguridad jurídica, la igualdad ante la ley, la separación de poderes y, con ello, nuestra democracia constitucional.
Los socialistas, emulando al ministro Bolaños, se felicitaron con una estruendosa ovación tras aprobarse la ley de amnistía, sabedores de haber conseguido silenciar su clamorosa felonía gracias a su último espectáculo de manipulación mediática a costa -otra vez- del linchamiento de un particular cercano a Ayuso. Aunque cierto es que, en esta ocasión, la torpeza comunicativa de la presidenta de la Comunidad de Madrid ha coadyuvado a que la estrategia sanchista haya logrado su cometido.
No es la primera vez que la madrileña es víctima de un linchamiento vicario orquestado por la izquierda para hacerle daño a través de persona interpuesta: lo han intentado -y siguen intentando- con su padre fallecido, su madre jubilada, su expareja y su hermano, cuyo parentesco o cercanía a la presidenta les ha acarreado la desgracia de ser difamados y vilipendiados por el poder y desde el poder, con el consecuente escarnio público. El coste personal que está pagando Isabel por confrontar al peor Gobierno de la historia de nuestra democracia es alto, muy alto. Ella lo sabe y lo padece.
Pero Ayuso, que ya tiene experiencia, jamás debió ceder ante la maniobra sanchista para politizar los problemas de su novio con la Agencia Tributaria. Le habría bastado con disociar su faceta política de la personal, pues ni el presunto fraude fiscal cometido por su pareja antes de que comenzara la relación afecta en nada a su desempeño al frente de la Comunidad de Madrid, ni tenía o tiene por qué dar explicaciones sobre un asunto que ni es de corrupción, ni le concierne profesionalmente. Todo ello sin perjuicio de defender la presunción de inocencia de un ciudadano privado, ajeno a la política, que tiene derecho a un proceso con todas las garantías y a que sus datos tributarios y procesales no sean aireados a los cuatros vientos para, a través de él, doblegarla a ella.
Pero la decisión de Isabel de dar unas explicaciones que a ella no le atañen sobre el contencioso de su pareja con Hacienda, en lugar de limitarse a denunciar la filtración ilegal de la información tributaria de una persona para lincharla, fue un gran error que el sanchismo no ha dudado en aprovechar, escenificando ante los españoles su penúltimo truco: mientras mirábamos entretenidos el show informativo que Pedro ejecutaba con su mano derecha, no prestábamos atención a cómo, con su mano izquierda, estrangulaba nuestra democracia. Ahora ves el Estado de Derecho, ahora ya no lo ves.
«Salvo el Poder Judicial, el Estado es una máquina engrasada al servicio del sanchismo»
Que la que para nuestra desgracia es ministra de Hacienda, María Jesús Montero, comentase ante los periodistas detalles sobre las comisiones percibidas por el novio de Ayuso horas antes de que esta información trascendiese a los medios, o que se haya publicado íntegramente el correo electrónico que el abogado de ese señor remitió al Ministerio Fiscal, es una gota más en el vaso -ya desbordado- de la degradación institucional en la que estamos inmersos. Son las consecuencias prácticas de la colonización de las instituciones y del abandono de la neutralidad. Salvo el Poder Judicial, el Estado es una máquina engrasada al servicio del sanchismo.
La ley democrática, que estaba llamada a protegernos frente a las arbitrariedades de los poderosos y hacer efectiva la igualdad de todos los españoles, ha sido prostituida en el lugar que fue concebido para honrarla y venerarla: el Parlamento. La legalidad ya no es más que una meretriz sometida a los deseos y necesidades de un tirano en su forma embrionaria, ansioso por demostrar que no existen contrapoderes capaces de domeñar su voluntad. Sánchez y sus secuaces no dudarán en recurrir a todos los resortes del Estado para destruir civil y personalmente a quienes se le enfrenten.
A mí no me resta más que decir que ya lo avisé. Llevo años explicando, para quien me quiera escuchar, que el PSOE se ha mimetizado con el independentismo catalán y vasco. Que la izquierda gubernamental no es democrática. Pero los españoles somos como las cabritillas del cuento de los Hermanos Grimm, engañados por un lobo con piel de cordero progresista al que abrimos las puertas y que ahora nos devora.