Puentes de basura dialéctica
«Puente, al mejor estilo ‘trumpista’ mezcla sus insultos y ataques con decisiones o explicaciones oficiales en su perfil personal»
La descomposición de muchas de las estructuras de ese estado de derecho, democrático y social del que estábamos tan orgullosos tras la Constitución del 78 es ya tan evidente que el olor a basura invade el poder judicial, el legislativo y ahora amenaza a la libertad de información de los medios no afines al gobierno.
Un poder judicial que desde hace años está continuamente acosado por los independentistas, pero también por los miembros de los dos partidos del gobierno de coalición entre PSOE y Sumar. Órganos vitales de nuestra estructura jurídica que sufren ya sin disimulo su contaminación tóxica. Una Fiscalía General del Estado mancillada en su día cuando fue nombrada Dolores Delgado, la exministra de Justicia del mismo gobierno que la proponía. El sucesor designado, su número dos, Álvaro García Ortiz, recibió por primera vez en la historia del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), el rechazo a la propuesta de su nombramiento. Todo después de que el Tribunal Supremo le acusara de desviación de poder al ascender a su predecesora, a la propia, Dolores Delgado, a fiscal de Sala. Un bucle de favores. La lista de decisiones tomadas por el actual FGE, Álvaro García Ortiz contiene ya una intensa lista de despropósitos judiciales a juicio de la opinión mayoritaria de los propios fiscales, pero siempre sumisa a favor de los vientos dictados desde Moncloa.
Hace unos días se conocía la petición de dimisión de García Ortiz como fiscal general del estado por parte de la asociación mayoritaria al considerarlo máximo responsable de una serie de filtraciones que podrían haber perjudicado a la pareja de Isabel Díaz Ayuso. No es tampoco la primera vez que piden su dimisión. Ya la pidieron el pasado mes de noviembre por su «pasividad» en «la defensa del estado de derecho, la efectiva separación de poderes y la independencia del Ministerio Fiscal» en relación con la ley de amnistía. Para los fiscales, García Ortiz no reprobó en su día los ataques a la Constitución por parte de los independentistas. Y siempre se ha mostrado pasivamente activo en favor de que la ley de amnistía pudiera salir protegida de posibles acciones judiciales posteriores en los términos que más preocupan a los independentistas y a la vez redactores de la ley.
Detrás de esta descomposición del estado siempre está el mismo autor intelectual: Pedro Sánchez. Y no por un planteamiento político, argumentado y justificado intelectualmente, sino únicamente por sus necesidades para mantenerse en el poder a costa de todo y de todos. Esta es la auténtica causa de los destrozos de los equilibrios y actuaciones de nuestras instituciones. Por eso Sánchez necesita controlar todo para sus fines. Y si no puede controlarlos, los ningunea. Del CGPJ al Consejo de Estado. De los letrados del Congreso al propio Senado, al que su aprendiz de mago, Félix Bolaños, quiere incluso eliminar como una de las dos sedes de la soberanía nacional junto al Congreso. Algo lógico para este aprendiz de mago, porque los letrados del Senado siguen siendo independientes y por eso declaran la ley de amnistía como una ley inconstitucional.
Y además de todo este deterioro, está el caso Koldo. Necesitan ruido para ir tapando día a día el escándalo anterior de las numerosas ramificaciones. Y nada mejor que el ruido macarra, tuitero, y que se cree con permiso para ensuciar todo lo que toca, que el que genera el ministro de Transportes, Óscar Puente. El que fuera alcalde de Valladolid juega a matón de barrio bajo la mirada aprobatoria del propio Sánchez que para eso lo fichó de ministro. Puente no ha cambiado. Siempre ha confundido la red social X, antes Twitter, con un juego de gatillo fácil de insultos y bloqueos contra aquellos que decían algo que no le gustaba. Esa actuación de matón es de la más conseguidas para el que durante una década trabajó de joven en los escenarios. Dicen que su gran papel fue el de Valerio, en El avaro de Moliere.
«Al mejor estilo ‘trumpista’ mezcla sus insultos y ataques con decisiones o explicaciones oficiales en su perfil personal»
Y ávaro es, de inteligencia emocional. Puente ha convertido su perfil en redes sociales en su oficina de comunicación pública de decisiones oficiales del propio ministerio. Al mejor estilo «trumpista» mezcla sus insultos y ataques con decisiones o explicaciones oficiales en su perfil personal. Lo más grotesco es que lo hace mientras sigue bloqueando a decenas de periodistas y a políticos y cargos del partido popular. No son tiempos fáciles para él. Los nombres de Koldo y de Ábalos afectan directamente a su ministerio. Y por eso entra a la pelea en todo tipo de temas. Con las broncas aleja los focos de su gestión. No admite critica alguna sobre el gobierno ni el PSOE. Su respuesta es siempre intentar intimidar a los periodistas y medios que no dicen las cosas que él quiere escuchar. Le da igual Risto Mejide o Susanna Griso. Y lo peor es que algunas de sus burradas lo hacen entre las risas cómplices de sus colegas socialistas, incluidas las feministas que callan cuando Óscar Puente ataca a Ayuso asegurando que su pareja es un «testaferro con derecho a roce».
Un tuit tan machista deja en evidencia sus limitaciones morales a la hora de atacar políticamente. También tiene limitaciones intelectuales y prueba de ello es su atrevimiento al atacar al filósofo Fernando Savater. Un intelectual cuya obra ha sido, es y será un referente de la cultura española. Un intelectual que además ha sido siempre ejemplo de valentía al jugarse la vida por su compromiso con la libertad y la democracia en los peores años del terrorismo asesino de ETA.
En sus tuits ha intentado despreciar a un Savater contrario a todas las tropelías del gobierno de Sánchez con los independentistas y de paso embarrar de forma soez al diario en el que publica. Un diario, THE OBJECTIVE, en el que escriben autores como el propio Savater, Félix de Azúa, Francesc de Carreras o Antonio Elorza por citar solo a cuatro referencias intelectuales que han encontrado en este medio dirigido por Álvaro Nieto un refugio intelectual.
Óscar Puente considera que un medio que publique algo que no le guste, o que le deje en evidencia, es un enemigo al que hay que destruir. Y lo malo es que en esta nueva etapa de pensamiento «sanchista» estas inclinaciones totalitarias se extienden cada vez más. Y no solo en el PSOE. Los políticos creen que los medios deben de estar controlados. Tienen herramientas finas para presionar como el uso injusto y deformador de la publicidad institucional para favorecer a los medios amigos.
Puente no es muy partidario de la finura. El insulto, la amenaza, su machismo y matonismo están inundando todo de basura. Siempre ha sido difícil, muy difícil, la relación entre prensa y políticos. Va en su esencia. El periodismo libre debe controlar al poder político y este justificar ante los ciudadanos sus acciones. Es la base de la democracia. Siempre se habló de crear puentes de entendimiento y comunicación, nunca se sospechó que se acabaran construyendo puentes de basura dialéctica.