THE OBJECTIVE
Manuel Fernández Ordóñez

¡Abofetéalo!

«Poético fue ver a Irfaan Ali vapulear al chico de oro de Harvard. Únicamente le faltó abofetearle con un guante… hubiera sido épico»

Opinión
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¡Abofetéalo!

Dos personas sentadas sobre dinero. | Alejandra Svriz

Hay siempre algo poético en la derrota del que se cree superior. Zozobramos tan irremediablemente en el cenagal de la superioridad moral que ver a alguien levantarse y abofetear al que le mira por encima del hombro, aunque sea dialécticamente, resulta en una deliciosa justicia que uno no se cansaría nunca de presenciar.

Sucedió hace unos días uno de estos episodios que, debido al vértigo en el que vivimos, se hizo viral con extraordinaria rapidez. Uno de los periodistas más afamados a nivel mundial, el británico Stephen Sackur, entrevistaba al presidente de la República de Guyana, Irfaan Ali. La Guyana, situada en la frontera este de Venezuela, apenas sobrepasa los 800.000 habitantes y contaba en el año 2019 con un PIB per cápita un 24% por debajo de la media mundial. Sin embargo, en dos años su PIB per cápita ha crecido un increíble 71%, superando ahora la media mundial en un 30%. Algo extraordinario.

¿Qué sucedió para que algo así tuviera lugar? Guyana encontró unas enormes reservas de gas y petróleo que empezaron a arrojar sus frutos el año de la pandemia COVID. Mientras las economías mundiales caían en picado, Guyana crecía un 44%. Con estos datos sobre la mesa recibía Irfaan Ali al periodista de la BBC que, a las primeras de cambio, hizo gala de esa arrogancia occidental tan insensible a las particularidades de los 6.500 millones de personas que no viven también como nosotros.

Con tono aleccionador y mirando a Ali por encima de sus gafas, Sackur comentó que la explotación de las reservas encontradas en Guyana supondría la emisión a la atmósfera de unos 2.000 millones de toneladas de CO2. En ese momento el presidente le paró en seco y, con una contundencia a la que pocas veces se habrá enfrentado el periodista, le tiró a la cara tantas verdades que Sackur apenas podía pestañear.

Ali le explicó que Guyana tenía una masa forestal que superaba la superficie de Inglaterra y Escocia, juntas. Le explicó que esos bosques capturaban tal cantidad de CO2 que, aunque quemaran todo el petróleo de sus reservas, seguirían siendo «net-zero». Acusó a los países más emisores de beneficiarse de los bosques de Guyana sin pagar por ello, acusó a los países ricos de haber acabado con una buena parte de la biodiversidad del planeta y al propio Sackur de estar al servicio de los que más contaminan. «Si vienes a darme lecciones de cambio climático, te las voy a dar yo a ti», zanjó.

Obviaba Sackur varias cosas en su discurso recriminador. La primera es que el petróleo que salga del subsuelo de Guyana no será consumido por ellos. Entre los principales países receptores de su crudo están Holanda, Estados Unidos, Italia y Alemania. Los que vamos a quemar ese petróleo seremos nosotros, los países ricos occidentales. Lo haremos para seguir manteniendo nuestro elevado nivel de vida mientras, de manera simultánea, nos permitimos dar lecciones de moral a los países pobres del mundo sobre lo que deben o no deben hacer.

«El presidente le paró en seco y, con una contundencia a la que pocas veces se habrá enfrentado el periodista, le tiró a la cara tantas verdades que Sackur apenas podía pestañear»

¿Qué pretende el acomodado empleado de la BBC con su discurso? ¿Que los países pobres renuncien a explotar sus recursos naturales para seguir siendo pobres? Solo este año, se espera que Guyana exporte petróleo y derivados por valor de 16.000 millones de dólares. Su PIB per cápita volverá a crecer en valores de dos dígitos y mucha gente saldrá de la pobreza y vivirá mejor. En apenas tres años se van a convertir en el país más rico de América Latina y pretendemos que renuncien a todo ello mientras nosotros no renunciamos a absolutamente nada.

Yo tengo muy claro que no estoy dispuesto a renunciar a nada de lo que tenemos. No estoy dispuesto a vivir peor, no estoy dispuesto a perder comodidades. Simplemente no lo voy a aceptar. ¿Y ustedes? La tragedia occidental actual radica en que, toda esa gente que da lecciones a los países pobres del mundo, tampoco están dispuestos a renunciar a nada de lo que tienen. Acusamos a China de ser el país con más emisiones del mundo, le acusamos de emitir lo mismo que la Unión Europea y los Estados Unidos juntos (lo cual es cierto). Pero obviamos que si analizamos las emisiones acumuladas desde la Revolución Industrial, Estados Unidos y la Unión Europea son responsables de casi el 50% del total del CO2 antropogénico, mientras China apenas llega a un 13%.

En occidente somos ricos porque hemos utilizado, los últimos dos siglos, combustibles fósiles abundantes y baratos. Ahora que somos ricos, ahora que disfrutamos de unos estándares de vida inimaginables en el pasado y deseables para todos los habitantes del mundo, ahora pretendemos decirles a los pobres que ellos no tienen derecho. Este nauseabundo colonialismo climático, este colonialismo 2.0 es tan inmoral como repugnante. Ojalá los líderes de los países pobres, de ahora en adelante, levanten el dedo ante todos los hipócritas occidentales que vengan con el discursito climático apocalíptico. Poético fue ver a Irfaan Ali vapulear al chico de oro de Harvard. Únicamente le faltó abofetearle con un guante…hubiera sido épico.

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