MyTO

Sánchez-Cuenca, intelectual de guardia

«El catedrático de Ciencia Política ha creído siempre en las bondades de un gobierno de izquierdas como el actual, y en la pertinencia del ‘procés'»

Opinión

Ilustración de Alejandra Svriz

  • Escritor. Su último libro es ‘Aly Herscovitz. Cenizas en la vida europea de Josep Pla’ (Athenaica, 2023).

Todos los medios de comunicación disponen de eso que podríamos denominar un intelectual de guardia. Aunque su opinión acostumbra a coincidir con la línea editorial del periódico –para mayor comodidad, voy a ceñirme en este artículo a la prensa de papel–, no se trata propiamente de un editorialista ni de alguien que forme parte de la dirección del medio. De lo contrario, estaríamos hablando del periodista de guardia y no del intelectual. Su condición de intelectual supone, en este sentido, un blindaje perfecto ante presuntas acusaciones de dependencia –resulte o no resulte luego su opinión verdaderamente independiente– e incluso un marchamo de prestigio. Donde sí suele figurar su nombre es entre los integrantes del consejo asesor o el consejo editorial del periódico. Puede considerársele pues, hasta cierto punto, un hombre –y cuando digo un hombre, digo también una mujer– de la casa.

Conforme a su tamaño, el periódico en cuestión contará con un número mayor o menor de intelectuales entre sus colaboradores. Pero que sean también de guardia no habrá muchos. Un intelectual de guardia es alguien dispuesto a intervenir cuando se le requiera en favor de unos intereses que lo mismo pueden ser los del propio medio que los del gobierno de turno –o de ambos a la vez, claro está–, alguien de confianza que no va a rehuir su responsabilidad; alguien, en definitiva, que tendrá mucho de orgánico y dependiente y muy poco, por no decir nada, de intelectual.

«Siempre a rebufo de las políticas de gobiernos socialistas, ejerce de pertinaz e inmisericorde martillo de la derecha»

Es el caso de Ignacio Sánchez-Cuenca en El País. Si bien sus primeras colaboraciones datan de finales del pasado siglo, cuando en verdad cobran fuerza y regularidad es con la llegada de Rodríguez Zapatero a la presidencia del Gobierno. Siempre a rebufo de las políticas de aquellos gobiernos socialistas sustentados parlamentariamente en comunismos y nacionalismos varios y –tras el batacazo electoral de diciembre de 2011 producto de una crisis económica que aquel presidente no supo ni quiso prever– ejerciendo de pertinaz e inmisericorde martillo de la derecha de nuevo en el poder, no fue sino con la llegada de su tocayo Sánchez a la presidencia del Gobierno que su función en el periódico adquirió todo su sentido. Y es que el catedrático de Ciencia Política Sánchez-Cuenca ha creído siempre, de un lado, en las bondades de un gobierno de izquierdas como el actual, y, de otro, en la pertinencia del procés y, por tanto, en la improcedencia de la actuación del Gobierno de España, con el apoyo del PSOE, en octubre de 2017.

Su artículo de ayer en el periódico, titulado El PSOE en el laberinto de la amnistía, constituye un alegato a favor de una especie de Gran Salto Adelante a la española. Como si aquello en lo que él ha creído siempre estuviera ahora en condiciones de implantarse por la vía de los hechos gubernamentales y, sobre todo –y he ahí lo más importante a su juicio–, sin máscaras, sin eufemismos, llamando a las cosas por su nombre, admitiendo que lo realizado por la izquierda mediante grandes consensos con la derecha, y eso incluye un largo periodo que va desde la Transición misma hasta el procés y sus secuelas, ha sido un verdadero fiasco que no puede condicionar el futuro.

«La derecha que el catedrático impugna es sólo la española y ésta no incluye ni el PNV ni Junts»

No hace falta precisar, supongo, que la derecha que el catedrático impugna es sólo la española y que esta no incluye ni el PNV ni Junts ni todo brote por venir en esos territorios periféricos, siempre y cuando no se trate de un brote «españolista». Ese borrado del pasado, esa súbita prescripción de las dudas en torno a la adecuación de la amnistía al marco constitucional, esa puesta en cuarentena del imperio de la ley, se refleja en la propuesta rupturista que se desprende del último párrafo del artículo: «Como antes he señalado, los socialistas no pueden reconocer que se encuentran en pleno proceso de afirmación de su autonomía política en materia territorial. Si lo reconocieran, estarían admitiendo que en otros momentos adoptaron una posición subalterna, que asumieron como propia una tesis política por presión ambiental. Para quienes, como es mi caso, nunca hemos compartido la visión de lo ocurrido en Cataluña como un ‘golpe de Estado’ contra la democracia española, lo criticable no es que el Gobierno apruebe la ley de amnistía, sino que, durante un tiempo largo, el PSOE le siguiera la corriente a la derecha en la cuestión nacional».

Se me dirá que ese Gran Salto Adelante a la española es sólo cosa de Sánchez-Cuenca y quienes piensan como él, y que en nada compromete la opinión de El País o la actuación del Gobierno. Ello no sería descartable, en efecto, si no se diera a la vez la circunstancia, tal como han revelado distintas fuentes, de que el Gobierno, con su presidente a la cabeza, actúa prácticamente al dictado de lo prescrito por el diario y el grupo empresarial que hay detrás. Y de que la firma del catedrático en las páginas del rotativo, lejos de menguar o desaparecer como la de tantos intelectuales que nunca han sido, lo que les honra, de guardia, se ha incrementado y afianzado de modo considerable en los últimos años.

13 comentarios
  1. PresuntoImplicado

    «Donde sí suele figurar su nombre es entre los integrantes del consejo asesor o el consejo editorial del periódico. Puede considerársele pues, hasta cierto punto, un hombre –y cuando digo un hombre, digo también una mujer– de la casa.»

    El Gran Carcamal Savater y Félix de Azúa pertenecen al consejo editorial de «The Objective» (sic), incluso antes de abandonar «El País» (donde, antes de su defección, se sentían incñómodos, y sus lectores tambiñen). Es decir, son gente de la casa, parciales, cuya opinón coincide con la línea editorial del medio.

  2. Gorkataplines

    Sánchez Cuenca nunca defrauda, Sr. Pericay, siempre está ahí para salir a la carrera a ofrecer sus servicios al psoe que manda en el pravda o al pravda que manda en el psoe (todo ello con minúsculas), que al final da igual. Y hay que reconocer que en su especialidad es un auténtico crack, no hay un mamporrero. igual en toda la piel de toro.

  3. MaxPerez

    Sánchez Cuenca es un personaje con serios problemas mentales: Como dijo Moynihan, todo el mundo tiene derecho a tener su propio conjunto de opiniones, pero no a sus propios hechos. Él no distinguiría un hecho o una verdad ni aunque le mordiera el culo, como se dice en inglés. Confunde sus opiniones y creencias con hechos: Por eso dice que un intento de cambiar el sistema de gobierno sin seguir lo marcado en la ley no es un golpe de estado. Por eso aplaude a lo más supremacista y reaccionario de España, los nazionalistas regionales, justifica a Bildu, etc.

    Hoy es noticia por su papel en la contratación de otra «politóloga» sanchista como profesora titular de la Carlos III, plaza vitalicia a la que accedió sin cumplir requisitos. Sandra León venía de directora general de la Oficina del Alto Comisionado para la Lucha contra la Pobreza Infantil, algo para lo que por supuesto estaba súper cualificada por sus papelillos académicos teóricos y su nula experiencia d e gestión y por eso ha sido un super exito (para ella, no para los pobres, que se han multiplicado).

    El nivel ético y profesional de los Sanchistas.

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