THE OBJECTIVE
Eduardo Garrigues

La reconquista del sectarismo

«El artículo de Martínez Shaw sobre la película ‘Hispanoamérica. Canto de vida y esperanza’ responde a la tendencia a la autoflagelación de algunos españoles»

Opinión
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La reconquista del sectarismo

Ilustración de Alejandra Svriz

Me encuentro en la disyuntiva de responder a un artículo del historiador Carlos Martínez Shaw –a quien conozco y respeto–, no tanto en defensa de la película recién estrenada Hispanoamérica. Canto de vida y esperanza como en defensa de una interpretación objetiva de la historia que echo de menos en sus comentarios publicados por El País (19-4-23).

No resulta fácil resumir en poco espacio los argumentos que Martínez Shaw ha desarrollado in extenso en una página entera del diario, pero lo intentaré:

1. La película presenta solo aspectos positivos de la presencia de España en Hispanoamérica sin mencionar los aspectos negativos de la misma.

2. Esta visión ignora las fechorías y abusos cometidos por los españoles en la conquista y sumisión de la población indígena en América.

3. La película no hace referencia a los movimientos de resistencia que, según el autor, se dieron desde el primer hasta el último momento de la dominación española.

4. Esa visión que califica de adulterada tiene sus raíces en las bases ideológicas creadas en su día por el franquismo que representaba  una apología acrítica de «la obra de España en América».

Puede ser cierto que la película describe lo que se considera la parte positiva de la presencia de España en Hispanoamérica –educación, mestizaje, estudio y promoción de lenguas indígenas, creación de universidades y hospitales–. Pero es evidente que con ello se pretende equilibrar la visión negativa que ha prevalecido en la poderosa historiografía anglosajona que, curiosamente, parecen haber asumido al menos parte de nuestros historiadores. Quizás por pensar que el destacar los abusos y crueldades que se producen inevitablemente en todos los episodios de conquista y dominación –en diferentes épocas y lugares–, están adoptando una postura intelectual avanzada y progresista.

El autor del artículo parece ignorar que al intentar dar noticia y conocimiento de unas facetas positivas de la presencia de América se está intentando equilibrar una visión exageradamente negativa que sorprendentemente ha prevalecido en medios académicos europeos y americanos. Que ignoran la llamada a la objetividad que realizada por eminentes historiadores y escritores contemporáneos como Octavio Paz, Carlos Fuentes, Enrique Krauze, Carlos Marichal, John Elliott y Felipe Fernández-Armesto.

Me permitiré mencionar algunas instancias donde se han manifestado los mismos prejuicios y estereotipos antiespañoles que parece asumir el autor del artículo:

«Una visión daltónica de la parte positiva que tuvo la presencia española en América constituye una merma al prestigio de España»

-Cuando, como consejero cultural de la Embajada de España en Londres me tocó conmemorar (en 1988) la derrota de la llamada Armada Invencible tuve la agradable sorpresa de que eminentes historiadores británicos como John Elliott o Jeffrey Parker estaban realizando un proceso de revisionismo histórico y reduciendo el volumen del diapasón del patriotismo británico que durante siglos había descrito esa batalla naval como la victoria apoteósica de un David contra Goliat. Pero ese revisionismo no fue aceptado por parte de la clase académica y de la prensa y apareció en el periódico The Times un editorial que defendía que existían dos tipos de acontecimientos  históricos: los que se había producido en la realidad y los que los pueblos tenían el derecho de creerse porque ello estimulaba el orgullo nacional.

-Por iniciativa de la Fundación Consejo España Estados Unidos y con la colaboración del Smithsonian Institution se presentó en la National Gallery de Washington una exposición con el título Legado: España y los EE UU en la era de las independencias  (sep. 2007-feb. 2008), donde entre otros aspectos se destacaba la importancia del apoyo español a la independencia de los Estados Unidos. Como se supone que esta exposición y el simposio que se celebró en paralelo podía poner en entredicho la noción muy difundida del protagonismo del marqués de Lafayette en la guerra contra Inglaterra, en la embajadas de Francia en Washington se organizó, en el mismo día y hora en que se inauguraba la exposición española en la NPG una convocatoria de la prensa que se ocupa de temas culturales, para restarle resonancia a esta iniciativa.

-En un momento en que se están preparando diversas actividades para celebrar el 250 aniversario de la independencia de los Estados Unidos, en lo que se considera la biblia del relato bélico 1776. America and Britain at war de David Mc Cullough (International bestseller y Premio Pulitzer) la palabra «Spain» aparece sólo una vez -y de pasada- en la página 52. 

Por supuesto que un historiador español puede alegar que no tiene nada que ver con lo que la historiografía de  otros países cuenten sobre América. Pero una visión daltónica de la parte positiva que tuvo la presencia española constituye una merma al prestigio de España como nación –el mismo que pretendía defender The Times sobre la batalla de la Armada Invencible–. 

No me interesa tanto que en España se conozca la importancia de nuestra ayuda española en la Guerra de Independencia como que esa contribución sea conocida y reconocida por los 60 millones de estadounidenses de origen hispano. Pienso que ellos tienen el derecho de sentirse orgullosos de que sus ancestros contribuyesen a la independencia de esa gran nación. Como el lema de una manifestación de hispanos en USA. «We were there before. (Nosotros estábamos allí antes)».

Puede ser que para responder a ese artículo haya mencionado temas que no coinciden con las ideas que en el mismo expresa el autor. Pero entiendo que constituyen datos que conviene tener en cuenta para tener una visión más objetiva de la realidad. El indicar que la película de Jose Luis López-Linares responde al discurso del nacionalcatolicismo, en lo que supondría una «cruzada de reconquista del pasado», representa en mi opinión una falta intolerable de respeto hacia sus colegas que han participado en su producción, incluyendo la directora de la Real Academia de la Historia de la que es miembro el autor.

Para mí, resulta evidente que ese artículo responde a la tendencia a la autoflagelación que padecemos algunos  españoles, aunque también podría entenderse como una «reconquista del presente». Un presente en el que predomina la ignorancia y el sectarismo, apoyado por sectores políticos que condonan y apoyan un discurso negativo confundiéndolo con una visión progresista.

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