La pulsión de cambio
«Asumamos que el Errejón ‘dantzari’ ha salido rana, en tanto que sus palabras melifluas y saltarinas han desatado un baile de titulares»
Afirmaba hace unos días Pello Otxandiano, candidato de Bildu a lehendakari, que había «pulsión de cambio». ¿Pulsión de cambio? Comoquiera que Errejón usara ese mismo sintagma unas semanas atrás, forzoso era reconocer un aire de familia entre ambos: el campanilismo terruñista, la fraseología académica, el aspecto barbilampiño. Pero, como ignoraban los que ahora piden las sales, embozar el sectarismo bajo las gafas y la americana no significa ir disfrazado.
¿Cómo va a condenar la trayectoria de ETA un tipo que viene de Sortu y que hace unos años bailaba el aurresku en loor de una integrante del Comando Vizcaya? O, como diría un politólogo, ¿con qué incentivos? Asumamos que el Errejón dantzari ha salido rana, en tanto que sus palabras melifluas y saltarinas han desatado un baile de titulares. Ahora bien, ¿creen que por ello va a perder un solo voto?
«Después de un año tratando de convencernos de que Bildu es un partido progresista carente de tacha, siempre y cuando sus votos permitan una investidura, llegan los los ojos vueltos al cielo cuando Otxandiano se niega a condenar el terrorismo etarra»
¡Copiosas son las lágrimas del periodista sincronizado! Colgaba muellemente de la enramada hasta que el pecíolo se quebró, haciéndolo caer al vacío. Inalcanzables, al menos vistas desde el suelo, son las ramas que hasta hace poco lo acariciaban. ¡Qué duro es caerse del guindo! Después de un año tratando de convencernos de que Bildu es un partido progresista carente de tacha, siempre y cuando sus votos permitan una investidura, llegan los los ojos vueltos al cielo cuando Otxandiano se niega a condenar el terrorismo etarra. Mala cosa, porque ya no cuela.
Pulsión de cambio… ¿Acaso habrá que entender el resultado electoral como el producto de una tendencia instintiva, una liberación de tensiones sicosomáticas, un río de aguas psíquicas camino de un cauce nuevo? Son imágenes de dudoso gusto. ¿O se trata, por decirlo con la frase hecha, de vino viejo en odres nuevos? El pendientito de Otegi ha cambiado de oreja, como el ankus del rey pasa de la vieja Cobra Blanca, que ha perdido ya los dientes, a la pitón Kaa en El libro de la selva. Si alguien conoce la pulsión de cambio es la serpiente, que muda de piel indefinidamente. Un abrazo a quienes, ora por ingenuidad, ora por tacticismo, han incubado el huevo.