Euskadi, final feliz
«Con Cataluña lanzada hacia su autodeterminación, PNV y Bildu no van a quedar atrás, sabiendo que son el clavo ardiendo para la supervivencia de Sánchez»
La propaganda electoral nacionalista ha insistido en que se inicia un nuevo ciclo político para Euskadi y acierta. Ha tenido lugar la consolidación del vuelco político registrado en los últimos 15 años: de una dura pugna entre abertzales y constitucionales, se ha pasado a una Euskadi nacionalista, sin mezcla que no sea suntuaria de alternativa española alguna. No deja de ser una situación paradójica. En una sociedad cada vez menos interesada en el objetivo de la independencia o del «derecho a decidir», la suma de los dos partidos nacionalistas, apegados a los mismos, obtiene de manera abrumadora la mayoría absoluta en el Parlamento vasco, 54 escaños sobre 75, dejando los restos para los partidos que pudiéramos llamar aún constitucionalistas. Y lo más estupendo es que estos se felicitan por los resultados obtenidos: 12 socialistas y siete populares, cuando en las elecciones de 2009 su coalición pudo formar gobierno por contar con la mayoría en la Cámara.
A pesar de ello, los socialistas, entendiendo por tales a sus dirigentes en Euskadi, pueden sentirse satisfechos. Los dos escaños más suenan a confirmación de la política de Pedro Sánchez y el juego de las matemáticas hace que se cumpla el modesto objetivo que el PSE se fijara: ser el partido que «decide» en el País Vasco, léase quien decide si mandan unos nacionalistas u otros. Y Pedro Sánchez, tranquilo, incluso exultante, no tiene que justificar su apoyo al PNV porque aun igual en escaños, sigue siendo el primer partido vasco, y teniendo al frente a un político con ocho apellidos españoles. En apariencia, incluso se registra un avance en los votos, aunque el arco iris se desvanece pronto si miramos al retroceso, a la caída a segundo o tercer lugar, pueblo a pueblo, bastión socialista a bastión socialista. Adiós Eibar, Ermua, Irún, Lasarte, margen izquierda de la ría, Por supuesto, los viejos socialistas sobreviven, mantienen incluso su entusiasmo y sus ideas, pero son cada vez menos, y los jóvenes votan Bildu.
«El emparejamiento fuerza a ambos partidos abertzales a mantener una puja en la obtención de nuevas competencias y privilegios»
Si pensamos que un partido político centenario debe tener algún objetivo político de mayor alcance que servir de complemento al PNV, hay poco espacio para mirar con entusiasmo la situación. Entre otras cosas, porque si bien a corto plazo el PNV se ve obligado a seguir marcando distancias con Bildu y la colaboración socialista le aporta estabilidad, lo mismo que el PNV a Sánchez a modo de compensación, el emparejamiento fuerza a ambos partidos abertzales a mantener en lo sucesivo una puja en cuanto al avance en la obtención de nuevas competencias y privilegios, y para ello cuentan con la legitimación democrática proporcionada por este 21-A. Con Cataluña lanzada hacia su autodeterminación, o cuando menos a obtener las ventajas que a Euskadi proporciona el cupo, PNV y Bildu no van a quedar atrás, sabiendo como saben que representan el clavo ardiendo para la supervivencia de Sánchez. Con la impagable ayuda de nuestro presidente, y su infinita comprensión, proseguirán en la eficaz tarea que acaba de describir brillantemente Fernando Savater: no tratar de que Euskadi salga de España, sino lograr que España salga de Euskadi. La meta es clara: una independencia de facto subvencionada.
Aunque de cara al futuro represente una amenaza, el espectacular progreso de Bildu ha venido a fortalecer la estrategia del PNV a corto y a medio plazo, dado que en adelante, a diferencia de la falacia que encarraba su pretensión anterior, el nacionalismo es Euskadi. Para conseguirlo, el privilegio económico que el Concierto asigna a Euskadi y a Navarra, sirve de soporte inquebrantable. Ningún partido en Euskadi, salvo por un momento Ciudadanos, se atrevió a cuestionarlo, ni siquiera los radicales antisistema de Podemos, y no nos engañemos, la aceptación de un privilegio económico es una rémora para cualquier conciencia política progresista, entendiendo por tal la defensa de la justicia social. En Euskadi se zampa muy bien, acaba de recordarnos Savater, y en otros lugares de España se zampa peor, y no porque sean más tontos ni trabajen menos. También se cocina muy bien en Extremadura.
«Ha tenido lugar una abertzalización de la juventud, favorecida por la hegemonía ejercida por el nacionalismo sobre los valores»
Además, la aceptación del cupo favorable a Euskadi encuentra el complemento de otras políticas, de apariencia cultural, como el imperio del euskara para la obtención de empleo, actúa en la misma dirección. Las grandes inversiones, y las grandes restricciones para los no euskaldunes, no han tenido como resultado una revolución en los usos lingüísticos, pero sí en la captación de los jóvenes por el nacionalismo. El éxito de a euskaldunizacion ha sido bastante limitado en el uso público del idioma, pero sí ha tenido lugar una abertzalización de la juventud, favorecida por la hegemonía ejercida por el nacionalismo sobre los valores, las creencias y los intereses. La comparación de los votos obtenidos hoy por los partidos nacionalistas, y en particular por Bildu, en zonas castellano-hablantes, comparándolos con los del fin de siglo, ahorra todo comentario.
Entra aquí en juego la exitosa pinza practicada por el PNV y por Bildu, cada uno en su terreno, para cubrir los años de plomo con un tupido velo. Claro que el PNV paga un alto precio, en especial de cara al futuro, negándose a asumir sus responsabilidades en aquel período y ensalzando un olvido acompañado por una compasión apolítica hacia las víctimas. Ha abierto el camino para la futura hegemonía de Bildu, ahora ya una realidad en zonas rurales, a cambio de exhibir unas credenciales de inmerecida pureza democrática -acabamos de verlo a la muerte del exlehendakari Ardanza.
Por su parte, Bildu ha puesto en práctica un hábil ejercicio de denegación, en términos freudianos, es decir, de rechazar la imputación acusatoria de estar unido al pasado, a su antecedente ETA, al mismo tiempo que no renuncia a la existencia de ese vínculo, sobre el cual asienta su apoyo popular. Exige olvido a los demás, pero sabe que a los suyos no les conviene ese olvido. Pedro Sánchez ha sido fundamental para el éxito de esta maniobra, que supone la reafirmación de unas creencias que debieran haberse reconocido y condenado, y que coinciden en su propósito con la mentalidad tradicional del PNV, dirigida a la exclusión de lo español. De momento, en la superficie, hemos llegado a un happy end de tranquilidad, aparente conciliación y olvido, al final de Patria. La historia de otros procesos similares, por ejemplo de la resurrección del posfascismo en Italia, aconseja la moderación de ese optimismo.