Los deslices de Feijóo
«Cada vez que Feijóo abre la boca en Cataluña el PP se aleja de sus votantes y pierde algún punto en intención de voto el 12 de mayo»
El déficit de definiciones programáticas sobre cómo mejorar las instituciones y, en particular, el régimen autonómico no se salva con las habituales ristras de lugares comunes y buenos deseos. Por ello, es de agradecer que, de cuando en cuando, el actual líder del Partido Popular nos brinde apuntes improvisados de su pensamiento político.
El pasado viernes, en la presentación de Dolors Montserrat como cabeza de lista del Partido Popular a las Elecciones Europeas del 9 de junio, el Señor Núñez Feijóo nos ha obsequiado con varias afirmaciones que, si representan fielmente sus ideas, resultan un tanto preocupantes. Feijóo siente «el honor de poder presentar [como cabeza de lista] a una catalana, catalana hasta la médula; catalana triple, porque es Dolors Montserrat Montserrat; por tanto catalana hasta su médula».
Estos méritos de sangre son equívocos. Si hay catalanes que los son tres veces quizá haya otros que lo son sólo dos, o incluso seres incompletos que seríamos medio catalanes. Se entiende ahora mejor el que, ante las elecciones del 12 de mayo, Feijóo se esforzase tanto en reemplazar a su actual cabeza de lista y presidente de su partido en Cataluña. Alejandro Fernández es sólo un catalán sencillo, sin médula catalana.
Esto de los apellidos no es baladí en una región que, como desveló en su día Thomas Jeffrey Miley y han constatado de nuevo Maia Güell, Sevi Rodríguez-Mora y Christopher I. Telmer, en un laborioso estudio publicado en The Review of Economic Studies, el poder político ha estado y sigue estando en manos de una exigua minoría con apellidos nativos, con el revelador agravante de que esa «heterogeneidad etnolingüística» ha aumentado desde la Transición. Una región donde en un reciente estudio experimental que acaban de publicar en Social Science Research los investigadores de Oxford Mariña Fernández-Reino y Mathew J. Creighton exploran la presencia de discriminación laboral mediante el envío de currículos, poniendo de relieve cómo tener un nombre catalán ofrece notables ventajas en la contratación. Una región, por último, donde, al igual que en las Baleares, donde ahora mismo gobierna el PP junto con Vox, a la inmensa mayoría de los niños, aquellos con apellidos no catalanes, se les impide aprender en su lengua materna, provocándoles un retraso que, con datos de la OCDE (PISA), se estima en casi un año escolar.
La afirmación etnicista de Feijóo invitará a algunos a preguntarse cuántos votos debiéramos tener los catalanes incompletos. Quizá sin darse cuenta, se acerca Feijóo peligrosamente a dar la razón a quienes, en el fondo, creen que no deberíamos tener ninguno, como sucede en Andorra, el ideal inconfesable de muchos de sus amigos separatistas.
«Feijóo debería ser prudente y no improvisar o, incluso mejor, no visitar una Cataluña que no entiende y no se parece casi nada al mundo que él conoce»
No exageremos. Quizá fue sólo un gazapo. En el mismo discurso, también dijo Feijóo que «Cataluña representará a toda España en el Parlamento Europeo». ¿En serio? Semejante logro no figuraba ni en los delirios del Cambó de 1917, ni consta en la lista de máximos del actual Puigdemont. Será otro gazapo. Aunque, si se fijan, en el vídeo se aprecia, junto a algunos tropiezos expresivos, un gran énfasis y hasta diríase que notable convicción en esa graduación de la catalanidad.
Además, dice Feijóo que, para él, también «es un honor… decirles a todos los catalanes que sabemos muy bien que el Partido Popular de Cataluña tiene compromisos incuestionables con Cataluña y que el hecho de que una catalana encabece nuestra lista al Parlamento Europeo acredita que el Partido Popular del conjunto de España sabe muy bien la prioridad que ha de tener Cataluña en nuestras convicciones, en nuestro planteamiento político para el conjunto de España y en nuestro compromiso con los catalanes y con las catalanas». Un gazapo de compromiso incuestionable, y con prioridad imperativa. Algún mal pensado podría imaginar que, si la primera parte del discurso se resume en un «Cataluña para los muy catalanes», la segunda viene a añadir «… y el resto de España también». El sueño húmedo del Cambó de 1917.
Sin duda tiene que haber sido un error. Un mal día lo tiene cualquiera. Aunque llueve sobre mojado. Por eso, cada vez que Feijóo abre la boca en Cataluña el PP se aleja de sus votantes y pierde algún punto en intención de voto el 12 de mayo, como advertí hace unas semanas, cuando le aconsejaba alejarse de Cataluña. Debería ser prudente y no improvisar o, incluso mejor, no visitar una Cataluña que no entiende y no se parece casi nada al mundo que él conoce. Sus votantes potenciales en Cataluña no son los de Galicia. Tras dos años de señales equívocas, temen que sólo los use como moneda de cambio, por lo que, con sus convicciones, errores o deslices, sólo les está animando a quedarse en sus casas.
No desprecie a esos abstencionistas. Quieren una España que no distinga apellidos ni orígenes de ningún tipo. Una España de ciudadanos libres e iguales, cuyo punto de encuentro sea su lengua común. España puede ser eso o seguir hundiéndose en el caos, la captura de rentas y la ruina del narcisismo identitario. Cuanto antes lo entendamos, antes empezaremos a evitarlo, afrontando los verdaderos retos del presente y construyendo un futuro esperanzador para todos.