THE OBJECTIVE
José María Albert de Paco

Cataluña: un gobierno incógnito

«Una de las consecuencias menos comentadas del procés ha sido el borrado del poder en Cataluña»

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Cataluña: un gobierno incógnito

Puigdemont, Illa y Aragonés. | Ilustración de Alejandra Svriz

Una de las consecuencias menos comentadas del procés ha sido el borrado del poder en Cataluña. Pensaba en ello mientras, con motivo del asesinato de Nuria López, cocinera en la cárcel tarraconense de Mas d’Enric, a manos de un recluso, vi en las noticias a un grupo de funcionarios clamar frente al Parlament: «¡Ubasart, dimisión!». ¿Ubasart? ¿La podemita? ¿Qué tendrá que ver con el suceso?, me dije. Google me dio la respuesta: «Gemma Ubasart González (Castellar del Vallés, Barcelona, 1978) es una política y politóloga española. Actualmente es consejera de Justicia, Derechos y Memoria de la Generalidad de Cataluña». El ChatGPT no había sido tan preciso. Después de una respuesta un tanto disparatada por la que, eso sí, pidió disculpas de inmediato («Gemma Ubasart es una actriz», me había dicho, «que ha destacado por su participación en películas como La vida empieza hoy Anacleto: agente secreto), me aclaró que, en efecto, Ubasart, del partido Podemos, había sido diputada en el Parlament y había contribuido «al desarrollo de políticas de izquierda». Ni rastro de su desempeño como responsable de la cartera de Justicia en el Gobierno de Aragonès.

En cierto modo, me sentí aliviado por que la máquina fuera tan profana como yo. Con una particularidad que, hasta ese momento, no había sopesado: a mi ignorancia de quién era Ubasart (una ignorancia, si se quiere, relativa, pues, como digo, no era ajeno a su vínculo con la extrema izquierda), se sumaba el desconocimiento (éste sí, absoluto) de quiénes eran sus colegas de Gabinete: no era capaz de identificar a uno solo.

«A mi ignorancia de quién era Ubasart se sumaba el desconocimiento de quiénes eran sus colegas de Gabinete»

Sí, estaba esa mujer, la segunda de Aragonès, a la que solía ver en las típicas imágenes de recurso del Patio de los Naranjos, camino del Consejo de Gobierno, pero ni recordaba su nombre ni ningún dato significativo. También la portavoz, autora de una célebre disertación sobre el escote cuya lectura recomiendo vivamente: «Dicen que de cada crisis sale una oportunidad. Que deben aprovecharse. Cada vez que lo siento pienso lo mismo: y una mierda. Las oportunidades deben buscarse y se pueden encontrar sin tener que lidiar con un problema. El escote de la portavoz del gobierno no ha provocado ninguna crisis, pero sí una polémica tan absurda como evitable. No lo he buscado, no le he querido y no he contribuido a ello».

Sopesé la posibilidad de si el hecho de vivir en Madrid, con la consiguiente desvinculación del ecosistema mediático catalán, pudiera explicar esa carencia. A tal efecto, sondeé a diez residentes en Cataluña más o menos concernidos por la actualidad, y entre cuyos hábitos se cuenta la lectura de periódicos. Sólo uno me supo decir el nombre de un consejero: concretamente, el del consejero de Interior, Joan Ignasi Elena, si bien no acertó con el departamento, pues le atribuyó el de Sanidad.

Sí, me dirán que los consejeros de gobiernos como los de Andalucía, Valencia o Castilla-La Mancha son tan o más desconocidos que los catalanes, aun para los ciudadanos de esas mismas comunidades. Es posible. Pero lo cierto es que hubo un tiempo en que individuos como Max Cahner, Josep Laporte, Antoni Comas, Joan Guitart, Xavier Trias, Joan Maria Pujals, Macià Alavedra o Andreu Mas-Colell eran susceptibles de atención periodística (probablemente desmesurada), y que algunos de ellos dieron pie a artículos (¡y libros!) de no poca enjundia. Un mundo con el que el que el independentismo (también) ha acabado, en un caso insólito de algo parecido al autocanibalismo.

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