THE OBJECTIVE
Manuel Arias Maldonado

De Alvise a Sánchez: algunas impresiones poselectorales

«El PSOE solo gana en las comunidades con las que Sánchez ha establecido relaciones basadas en la cesión de privilegios: País Vasco, Navarra y Cataluña»

Opinión
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De Alvise a Sánchez: algunas impresiones poselectorales

Pedro Sánchez durante el acto de fin de campaña del PSOE de cara al 9-J. | Alberto Gardin (Zuma Press)

La celebración de las elecciones europeas cierra un ciclo extenuante para los españoles: desde el mes de mayo del año pasado, hemos ido a las urnas o decidido abstenernos —o visto votar a los residentes en otras comunidades autónomas— hasta en cinco ocasiones. ¡Se dice pronto! Y nadie puede descartar todavía que los catalanes no volverán a sacar sus DNI dentro de unos meses. En todo caso, el domingo votábamos junto al resto de los europeos: cada uno en su país, eligiendo entre listas nacionales, de acuerdo con las reglas electorales autóctonas.

En realidad, solo cuando haya listas transversales y una circunscripción continental podremos hablar de elecciones europeas propiamente dichas; lo que seguramente es mucho pedir. Los resultados dejan impresiones variopintas, acerca de cuyo sentido difícilmente existirá unanimidad: incluso el indiscutible giro a la derecha consumado por los votantes en casi todas partes encuentra excepciones en Portugal y los países nórdicos. Aquí me limitaré a exponer aquello que más me ha llamado la atención, tratando de no repetir aquello que otros han dicho ya mejor que yo.

1. El histerismo preventivo que nos ha tenido durante semanas enteras hablando del «monstruo ultra» condiciona hoy la recepción de los resultados, porque convierte el análisis en una rama del activismo. Antes como ahora, el debate se complica cuando nos dedicamos a salvar la democracia y resulta imposible distinguir el interés electoral del análisis honesto que indaga en la realidad política sin moralizar y se abstiene de hacer campaña por unos u otros.

2. En el caso español, por añadidura, los aspavientos que tratan de ahuyentar a los ultraístas a golpe de titular (o tuit) no superan la prueba más elemental: si la preocupación por el avance de la extrema derecha fuera genuina, se habría impuesto la vía portuguesa y tendríamos un gobierno de Núñez Feijóo en coalición con, o apoyado por, el partido de Pedro Sánchez. Ese modelo podría a su vez reproducirse en las distintas comunidades autónomas. ¡No es no!

3. Se ha destacado con razón que los dos motores tradicionales de la locomotora europea —una metáfora decimonónica que parece sobrevivir a los trenes de alta velocidad— presentan serios problemas debido al fuerte apoyo que reciben AfD (en Alemania) y RN (en Francia). Sin embargo, solo el problema de Francia, cuyo electorado ya votó en su momento contra la Constitución Europea, es un serio problema de todos: Alemania sigue dividida en dos desde que cayó el Muro y posee una tradición de consenso centrista que no se romperá fácilmente.

«Izquierda Española ha perdido allí donde ha ganado Alvise: la vieja política ha mordido el polvo ante la nueva»

4. En respuesta a la contundente victoria de Jordan Bardella, el presidente Macron ha convocado elecciones legislativas y recordado con ello a todos la original disfunción de la V República: la posible cohabitación del presidente con un primer ministro de signo político contrario. ¿Quiere con ello prestar un último servicio a Francia, preparando de paso las condiciones para su regreso triunfante en el futuro? Si Bardella gana las elecciones y luego gobierna, pero fracasa, Marine Le Pen podría ver perjudicadas sus opciones de llegar al Elíseo; y ya se encargará Macron de que fracase. Pero si no fracasa…

5. Izquierda Española ha perdido allí donde ha ganado Alvise: la vieja política ha mordido el polvo ante la nueva. O sea: un partido de orientación intelectual que quería restaurar la noble idea de una izquierda igualitarista ha obtenido 33.000 votos, mientras que un oportunista que promete mano dura se ha llevado 800.000. ¿Y qué nos dice esto de España? Nada que no supiéramos: el megáfono de Alvise es el megáfono de Iglesias; quien denuncia la representación política tradicional y rompe los consensos constitucionales echando mano de las redes sociales no debería sorprenderse de que le salgan réplicas al otro lado de la divisoria ideológica.

6. Así que nadie estará más contento que Alvise, salvo Pedro Sánchez: el escaño de Alvise y las ganancias de Vox le permitirán seguir agitando el miedo a la ultraderecha; no por casualidad Sánchez hablaba con frecuencia de Alvise en sus mítines, igual que habló de Vox en cuanto Vox asomó la patita. Dicho esto, la realidad es que el PSOE solo gana en aquellas comunidades con las que Sánchez ha establecido relaciones bilaterales basadas en el otorgamiento de privilegios: País Vasco, Navarra y Cataluña, así como esas islas Canarias donde se desarrolla con discreción una «agenda canaria».

7. Si no hay sorpresas y Ursula von der Leyen consigue renovar su cargo, ¿seguirá actuando como actuaba cuando tenía que ganarse los apoyos para renovar el cargo, evitando cualquier choque con los líderes políticos nacionales? ¿O recobraremos una versión hard de la Comisión Europea, capaz de reprochar a las distintas capitales el incumplimiento de lo pactado en materia de deuda o reformas? En lo que a España se refiere, la pregunta es si podremos seguir gastando el dinero de los fondos europeos al tiempo que nos endeudamos, lo que incluye la patada financiera a seguir en que se sustancia la delirante reforma de las pensiones diseñada por José Luis Escrivá.

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