THE OBJECTIVE
Victoria Carvajal

Embajadores económicos

«No les vendría mal bajarse del carro del resentimiento ideológico y aprender del buen hacer de la Corona en su permanente apoyo a la industria nacional»

Opinión
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Embajadores económicos

Planta de Ford en Almussafes. | Agencias

Fue una decisión que cambió el paisaje industrial de España. Henry Ford II visitó España a principios de los años 70 como parte de una gira por países europeos a la búsqueda de un lugar para establecer la mayor fábrica de coches de la multinacional americana fuera de Estados Unidos. Eran los últimos años agónicos de la dictadura de Franco. Pese a la enorme incertidumbre sobre el futuro político que le esperaba al país después de la previsiblemente inminente muerte del dictador, el magnate se decidió rápido. En 1973 se constituyó Ford España con un capital inicial de 1.000 millones de dólares, la mayor inversión extranjera ocurrida en la economía española hasta esa fecha. Y en 1976 se inauguraba la producción de la fábrica de Almusafes en Valencia. 

Cuenta mi padre, que fue presidente de Ford España entre 1982 y 2003, que cuando conoció por primera vez a Henry Ford le preguntó con gran curiosidad: «Henry, ¿cómo tuviste el valor de invertir en España cuando todo el mundo se preguntaba qué iba a pasar después de la muerte de Franco?» Ford respondió que la decisión la había tomado tras mantener una conversación con el entonces príncipe Juan Carlos. Quien años más tarde se convertiría en Rey, le aseguró dos cosas al estadounidense: que España sería una democracia tras la muerte del dictador y que formaría parte del Mercado Común (embrión de lo que es hoy Unión Europea). 

A la inversión del fabricante estadounidense le siguieron otras, como las de General Motors o Volkswagen. De forma que hoy España es el segundo exportador de coches de la Unión Europea después de Alemania. La automoción representa algo más del 10% del PIB nacional, incluidos fabricantes, componentes, distribución, seguros, financieras, etc… Y es de las pocas industrias nacionales que ha aguantado el empuje del sector de los servicios. La retirada por parte del ministro de Industria, José María López de Letona, de algunas medidas proteccionistas que limitaban la exportación de automóviles y la importación de componentes, y los bajos costes salariales de España pesaron sin duda también en la decisión de Ford, pero ¿quién sabe si sin esa conversación entre el entonces príncipe y el mítico fabricante de coches la historia hubiera sido otra? 

Hace pocos días el profesor Mauro Guillén, vicedecano de la Wharton School, se preguntaba si la Monarquía era útil para dar estabilidad económica a un país. Fue en un seminario organizado por la Academia de Ciencias Morales y Políticas junto con REMCO (Red de Estudios de las Monarquías Contemporáneas) el seminario Diez Años de monarquía renovada. ¿Es útil la Monarquía para dar estabilidad económica a un país?, se preguntó el profesor. Y fue ahí cuando recordé la anécdota de Ford y el joven príncipe. ¿Cómo medir el impacto económico de esa labor del Monarca como garante de la estabilidad política? 

En opinión de Guillén, los derechos de propiedad de los ciudadanos están mejor defendidos con una institución que reduce el conflicto interno y que sirve para hacer de contrapeso. En ese mismo foro, Javier Tajadura, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad del País Vasco, destacaba cómo la Corona sirve en España «para preservar la democracia y asegurar la estabilidad política en un contexto de alta polarización».  Condiciones necesarias ambas sin duda para el propiciar un mayor progreso económico. Para Jaime Terceiro, catedrático de Fundamentos del Análisis Económico de la Universidad Complutense, la Monarquía ha superado muchas pruebas de estrés mucho mejor que otras instituciones. Puso el énfasis en la necesidad de propiciar una mayor igualdad de oportunidades. Y lamentó la incapacidad de los partidos para poner en marcha las reformas que el país necesita. Emilio Lamo de Espinosa, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, destacó la entrega total del rey Felipe VI a la defensa del marco constitucional y alabó los esfuerzos del jefe del Estado por remozar la institución a diferencia de otros responsables políticos. 

«Frente a un presidente que insiste en que la economía va como un cohete, hay algunas grandes empresas que anuncian nuevos ERE»

¿Cómo medir también el impacto económico de los cientos de viajes hechos tanto por el rey anterior como por el actual titular acompañados por empresarios españoles? Su labor como embajadores económicos, que ha ayudado a la internacionalización de las actividades de algunas grandes empresas con la concesión de contratos o la apertura de nuevos mercados, ha sido tan notable como poco reconocida. El día de la inauguración de la planta de Almusafes, en su breve discurso, Ford destacó cómo agradecía «el permanente entusiasmo e interés» que el rey Juan Carlos I había mostrado desde el primer momento hacia el proyecto. https://elpais.com/diario/1976/10/26/economia/215132418_850215.html?adsafe_ip=?event_log=oklogin

Hoy Ford España no vive sus mejores momentos. Acaba de plantear un ERE que afectaría a 1.622 trabajadores en su planta de Almusafes que el año que viene cumple 50 años de existencia. Sería el cuarto expediente de regulación de empleo desde 2020. Frente a un presidente del Gobierno que insiste en que la economía va como un cohete, hay algunas grandes empresas que anuncian nuevos ERE. Vodafone anteayer anunció otro que afecta a 1.198 trabajadores. A finales de 2023, Telefónica decidió prescindir de 3.421 trabajadores. El país que más crece de la eurozona, el que más fondos extraordinarios Next Gen ha recibido de la Unión Europea por habitante, registra también una elevada precariedad del trabajo y esta semana se ha sabido que lidera la lista con el mayor riesgo de pobreza de los países miembros del euro. Algo parece estar roto en esa correa de transmisión. 

A falta de una política que haga frente a los problemas estructurales, la brecha con las economías del resto de la eurozona en renta per cápita, productividad y empleo seguirá ampliándose. Las recetas son de sobra conocidas: Inversión en capital humano y en innovación para mejorar la productividad, aumento del tamaño de las empresas y el saneamiento de las cuentas públicas. La voluntad para hacerlo no está tan clara. Es más, persiste una persecución en clave populista contra los empresarios. Empezó con Ferrovial y ha seguido con otros sectores estratégicos. La última ocurrencia la de Yolanda Díaz de crear un impuesto especial para gravar a las grandes superficies distribuidoras de alimentos. No les vendría nada mal bajarse del carro del resentimiento ideológico y aprender algo del buen hacer de la Corona en su permanente apoyo a los intereses de la industria nacional. 

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