THE OBJECTIVE
Félix de Azúa

Modos de hablar

«Que se anden con ojo los partidos tradicionales porque los votantes de los ultras suelen ser gente sencilla y de escasos recursos, presas fáciles de un lenguaje claro»

Opinión
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Modos de hablar

Ilustración de Alejandra Svriz.

Me ha escandalizado que Sánchez le ofreciera a Feijóo una perra gorda, según dijo. En realidad, debería haber dicho una perra con sobrepeso. No entiendo cómo sus socios más sexualizados no han puesto el grito en el cielo. ¿Qué habría sucedido si llega a decir «una diputada gorda»? Están todas las perras que se suben por las perneras de sus dueños. Es una provocación machista.

Esto del lenguaje se ha convertido en un asunto esencial. Hay cosas que se pueden decir y otras que no, o que ya no, aunque se hayan dicho toda la vida. Los espías del lenguaje, esos personajes de difícil catalogación que andan husmeando la entrepierna de las palabras, son un invento del siglo XXI y nadie sabe lo que pueden durar.

Tengo para mí que buena parte del rechazo que sufren los partidos tradicionales, y en especial el socialista, se debe a su modo de hablar. Eso de compañeras y compañeros, ciudadanos y ciudadanas, miembros y miembras, de verdad, acaba por dar arcadas. La extrema izquierda es aún más oscura en sus pronunciamientos, y, en cambio, la extrema derecha es transparente como el cristal. Que se anden con ojo los tradicionales porque los votantes de partidos ultras suelen ser gente sencilla y de escasos recursos, lo que los convierte en presas fáciles de un lenguaje claro y preciso. Véase el caso espeluznante de Trump y Biden. El primero miente sin descanso como buen filo fascista, pero con voz clara y enérgica. El segundo balbucea verdades. Ya saben quién ganó la disputa.

He tenido ocasión de ver, en días pasados, la publicidad del candidato de la extrema derecha francesa. Es un tipo joven, serio, nada teatral, libre de la histeria imperante entre los candidatos de la izquierda, bien trajeado, tiene cara de yerno perfecto. Anoté algunas de las cosas que dijo con voz templada sobre cuestiones educativas.

«Prohibiré que los teléfonos portátiles entren en los establecimientos escolares», dijo, por ejemplo. Y siempre dentro del ámbito escolar, «será obligatorio llamar de ‘usted’ a los profesores». Lo cual, unido a la imposición de uniforme en los centros escolares de menores para anular la lucha contra el velo y la competencia entre las pijas, me parece una excelente idea.

«Hay que hacerse a la idea de que los antiguos votantes del comunismo ahora votan a la extrema derecha»

No es menos claro en los aspectos económicos: «Suprimiré los impuestos a las herencias directas de familias modestas y clases medias». Lo que deja fuera a las grandes fortunas y los ejecutivos de las grandes corporaciones empresariales.

En fin, me gustó especialmente este juicio sobre política exterior: «Reconocer al estado palestino es reconocer el terrorismo». Esto lo dice un chico que ha nacido y crecido en la banlieue, es decir, rodeado por una mayoría de simpatizantes del yihadismo y de Hamás. Los conoce bien.

¿No sería posible que nuestros partidos de centro y conservadores adoptaran esa seriedad y esa dicción clara y contundente? ¿También alguna medida que llegue a la gente que vive en barrios con centros educativos colonizados por los zurdos? Hay que hacerse a la idea de que los antiguos votantes del comunismo ahora votan a la extrema derecha. Por mucho que les escueza a los socios de Sánchez.

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