THE OBJECTIVE
Álvaro del Castaño

Las luces de Hessdalen

«Es un hecho. Mientras se laven la conciencia en la pila del enfrentamiento contra la dicha, nada será igual»

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Las luces de Hessdalen

Luces de Hessdalen. | Creative Commons

Al abrirse la puerta de la miseria, sus ojerizas rebosan de acritud. Es como el maldito pozo de Darvazá, donde se consumen las energías de la tierra desde que se abrieron sus entrañas hace más de medio siglo, quemando un gas infinito cual melancólico géiser de pasión. 

No tengo sospechas suficientes para esperar un desenlace. El pandemónium arrastra mis sentidos, recordándome que nuestro final está aún lejos de llegar.

Es un hecho. Mientras se laven la conciencia en la pila del enfrentamiento contra la dicha, nada será igual.

Los pormenores del abismo son ubicuos, no respetan la consciencia. Mañana temblaré y me acostaré esperando un cambio. 

Otra vez. El viento peina mis canas, cenizas de antaño, cóleras, temores, envidias. Tinieblas ensombrecidas por la cal viva del ácido vertido por el caudal. No nos preocupemos, porque todo lo que va, termina por devolver la mirada a su perseguidor. La noche americana cinematográfica nunca engaña, solo puede desproporcionar la realidad.

«Llega el alba, porque siempre vuelve, no porque tú lo hayas invocado. Volvieron los ecos porque tras la tormenta siempre sale el sol. Pero no esperes que el rocío vuelva a ser el mismo. La vida ha recortado sus expectativas»

Sólo él puede acabar con la intolerancia de la condena. Cierra los ojos e invoca el calor de la sonrisa de tu hijo. Ilumina mi alma temblorosa. Torna la conciencia en consciencia, dejando tras de sí las rosas espinosas que nos hicieron sangrar. Cortadas por el fuego que siguió su tembloroso crecimiento. El más allá está más cerca de las tinieblas que del corazón. Porque aunque luches contra tu pena, las cadenas pesarán sobre el recuerdo feliz de lo que pudo ser. Estás ahí, respiras, ves, sientes, pero no puedes hablar. Has enmudecido de hastío.

Llega el alba, porque siempre vuelve, no porque tú lo hayas invocado. Volvieron los ecos porque tras la tormenta siempre sale el sol. Pero no esperes que el rocío vuelva a ser el mismo. La vida ha recortado sus expectativas. 

Sonríe tonto, pronto vivirás.

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