Las togas de la ley
«Ni presidentes, ni fiscales generales, ni los discretos y decepcionantes abogados del Estado sumisos a Bolaños han conseguido asustar al Tribunal Supremo»
La decisión del Tribunal Supremo de rechazar el delito de malversación en la aplicación de la ley de amnistía y, por tanto, de mantener vigente la orden de detención contra Carles Puigdemont y contra los exconsellers huidos Lluís Puig y Toni Comín, abre nuevos escenarios jurídicos y políticos que incluso plantean nuevas dudas sobre los apoyos que puede tener Pedro Sánchez de sus socios separatistas.
La respuesta de Puigdemont no ha podido ser más simple y tendenciosa. En X, antes Twitter, ha posteado una sola frase: ‘La Toga Nostra’. Quería ser ingenioso y de nuevo ha retratado su subconsciente. Es lo que querría. Los jueces controlados. Pero solo se le ocurre insultarlos por cumplir la ley. Todos los jueces, magistrados, tribunales, audiencias y, por supuesto, leyes, códigos penales y hasta constituciones son para los separatistas solo mafia si no dicen, actúan o legislan según sus mentalidades separatistas. Y es fácil comprender su decepción. Ellos, que llevan chantajeando años a Pedro Sánchez, que están habituados a chascar los dedos y conseguir indultos, o que desaparezcan delitos como el de la sedición o incluso a rebajar las penas por malversación. Ellos que cuando han silbado han visto que Sánchez y sus acólitos han preparado en tiempo récord y a medida una ley de amnistía específica para ellos. Ellos no entienden que los magistrados del Supremo actúen según la ley.
No entienden los independentistas que el Estado de derecho funcione por encima de los desvaríos caprichosos que ordenan desde hace años a Pedro Sánchez. Por eso consideran que la justicia en España está en manos de la mafia. Y se desesperan viendo que no. Los magistrados del Tribunal Supremo acaban de dejar claro que las togas solo se ajustan a las leyes. Ni presidentes, ni fiscales generales del Estado hooligans, ni los discretos y decepcionantes abogados del Estado sumisos a Bolaños y a su tiranía administrativa han conseguido asustar al Tribunal Supremo.
Lo que sí ha quedado demostrado es que togas como las del magistrado Pablo Llarena, y las de sus compañeros de sala, o la del ponente de la Sala de lo Penal, Manuel Marchena, sí están sujetas, dominadas y obligadas. Pero por la ley. Solo por la ley. No son las togas «nostras» chavistas a las que aspiraba Pedro Sánchez para dar gusto a los independentistas. Todo lo contrario, son togas independientes que tienen la fuerza del derecho y la fuerza del espíritu jurídico de la Unión Europea. Mientras la legislación europea busca castigar con ejemplaridad a los políticos que hayan malversado fondos públicos, en España los entusiastas socialistas habían creado una ley a medida que todo lo perdonaba. Todo, y si no atentos a lo que viene con la malversación de los cargos socialistas de la Junta de Andalucía en el caso ERE por parte del Tribunal Constitucional.
Se pueden perdonar, olvidar y amnistiar bastantes delitos con todo un país en contra, incluso con la mayoría del partido socialista en contra. Se puede vender y traicionar una Constitución por siete votos. Se puede intentar casi todo, pero solo casi. Dice el Supremo que no se puede jugar con la malversación. Y pronto veremos si tampoco con el terrorismo y con la alta traición. Las leyes y las togas del Supremo no tragan con todo aquello que pueda ser ilegal. Y así lo deben tener claro los prófugos de Waterloo. Como lo deben tener también claro los condenados indultados que vuelven a estar inhabilitados como Oriol Junqueras.
Las togas de la ley no se andan con chiquitas si esas chiquitas incumplen la malversación. Por eso si Llarena dice que «los actos de disposición del patrimonio de la Administración estuvieron radicalmente vinculados a un beneficio personal y tuvieron un marcado carácter patrimonial», Marchena no se queda atrás y señala en su resolución que «hicieron con el patrimonio ajeno que les estaba confiado lo que no pudieron o no quisieron hacer con su patrimonio».
Las togas de la ley han dejado más evidencias por derivada. Por ejemplo, el varapalo que se lleva otra vez, y van…, el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, que viene actuando como un entusiasta ministro del Gobierno de Sánchez, y que recordemos que tuvo que imponerse a la gran mayoría de sus subordinados en una defensa ciega de la amnistía total. Su postura de que no hubo propósito de enriquecimiento queda aplastada por la tesis de que sí hubo enriquecimiento.
«Parece ya imposible del todo que ERC pueda ayudar a que Salvador Illa llegue a la presidencia de la Generalitat»
Los siguientes posibles pasos abren nuevas incógnitas, por lo que supone en plazos de tiempo. Dado que las dos resoluciones del Supremo son recurribles, habrá que ver si el Gobierno lo lleva al entusiasta y disciplinado Tribunal Constitucional del 7- 4 automático o si alguien decide llevarlo al Tribunal de Justicia de la Unión Europea.
Plazos en todo caso que trascienden y revientan un escenario político en el que el panorama de una repetición de elecciones en Cataluña crece más enteros. Parece ya imposible del todo que ERC pueda ayudar a que Salvador Illa llegue a la presidencia de la Generalitat. Un ambiente en el que tampoco ERC ni por supuesto Junts pueden permitirse ser vistos por sus electorados negociando nada. Y menos los presupuestos generales, aunque Sánchez les prometa el mismísimo paraíso.
Es previsible que ante un electorado catalán con dominio del PSC y con el independentismo enfrentado, lo único que les queda a Puigdemont y Junqueras es superar sus desgarradoras discrepancias internas y volver a la idea de un frente común de todas las fuerzas independentistas para las próximas catalanas. Han jugado al chantaje infinito por siete miserables votos sabiendo que Sánchez se lo compraba todo. Ahora el presidente tiene también sus propios problemas judiciales, incluso en su entorno más cercano personal y político, con el caso de su esposa Begoña Gómez.
Puede que la legislatura se haya acortado con estas dos resoluciones del Supremo. O no. Sánchez ha demostrado su enorme capacidad de reinvención y de buscar enemigos que reagrupen a sus cada vez más decepcionados votantes. Sánchez tiene hoy más claro que no controla las togas de los jueces independientes. Son las togas de la ley.