THE OBJECTIVE
Pilar Cernuda

Absolutamente nada. Nada de nada

«Sánchez debe de pensar que los españoles andan cortos de entendederas cuando dice que los jueces que investigan los negocios de su mujer no encontrarán nada»

Opinión
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Absolutamente nada. Nada de nada

Ilustración de Alejandra Svriz.

Hace bien Pedro Sánchez en defender a su mujer a capa y espada. Es más, tiene la obligación de apoyarla cuando vienen mal dadas. Pero debe de pensar que los españoles andan cortitos de entendederas cuando asegura que los jueces que investigan sus negocios no encontrarán absolutamente nada, nada de nada.

De momento, Begoña Gómez no reunía las condiciones para ocupar el cargo que le dieron en la Complutense, aunque el rector encontró la fórmula de buscar un codirector para que Gómez pudiera dirigir la polémica cátedra o máster. Están también sus cartas de recomendación a empresarios que esperaban favores del Gobierno, empresarios que patrocinaban su máster. Se conoce ahora que Gómez cobraba matrículas de alumnos que no podía cobrar, con un informe de la interventora de la universidad que recoge textualmente que hizo algo «expresamente prohibido en el sector público». Y a todo ello se suma un largo etcétera de asuntos que para algunos profesionales del mundo del Derecho son delitos, para otras irregularidades, y para unos terceros no son nada. Lo mismo que dice el presidente, su marido.

Habrá que escuchar su declaración ante el juez el próximo el viernes —si finalmente declara y no se acoge a su derecho de no hacerlo— y mientras tanto concederle la presunción de inocencia. Lo que no hace su marido con sus adversarios, por cierto. Pero aún hace más Pedro Sánchez: a los periodistas que le buscan las vueltas con datos que le ponen en una situación muy difícil porque afectan a su esposa y a su hermano —datos, no bulos— les amenaza con una ley que les dejará secos, sin apenas ayudas y reparto de publicidad institucional.

Y a los jueces y fiscales que se empeñan de una forma muy desagradable —para Moncloa— en hacer cumplir la ley, les echa encima al Tribunal Constitucional, cuando no es un organismo jurisdiccional. Además de enviarles mandobles desde medios de comunicación afines, para que se tambalee su credibilidad. 

Hace ya tiempo que ocurre todo eso en la España actual, pero no acabamos de acostumbrarnos. Peor todavía: ese comportamiento, absolutamente ajeno a los modos que rigen en las democracias, se incrementa con nuevas fórmulas que dan la razón a quienes denunciamos la falta de respeto al Estado de derecho de los dirigentes del sanchismo. Esta historia de enmendar la plana al Supremo, pero solo cuando toma decisiones contrarias a los intereses del Gobierno, de sus socios y de sus afines, es de escándalo.

«Qué pena para quienes votaron PSOE pensando que Sánchez era un socialista que defendía los principios de la izquierda sensata»

La «generosidad», con muchísimas comillas, con las que trata a los condenados por los ERE un Gobierno que presume de haber acabado con la corrupción, cuando los ERE es el caso de mayor corrupción política-económica que se ha vivido en España, con casi 700  millones de euros defraudados, clama al cielo. Pero así es la vida en el país en el que gobierna el marido de Begoña Gómez. Qué pena para quienes votaron PSOE pensando que Pedro Sánchez era un socialista que defendía a capa y espada los principios de la izquierda sensata y solidaria… 

No solo vivimos pendientes de los encontronazos entre Constitucional y Supremo. En el escenario catalán la cosa está que arde y se negocia todo lo negociable.

Después de tres años sin hablarse por razones políticas y personales, Puigdemont y Junqueras se han reunido en Waterloo. En este minuto —no se sabe si en los siguientes, dependerá del comportamiento de Sánchez— Puigdemont, cuenta alguien muy próximo, ha asumido que no puede regresar a España sin evitar ser detenido y conducido ante el juez, que decidirá si prisión, libertad condicional o prisión preventiva, según declare el expresidente de la Generalitat.

También cuenta ese alguien que en Waterloo la voz cantante la llevaba Josep Rull, presidente del Parlament. Hombre de confianza de Puigdemont, se está moviendo todo lo que puede para promover nuevas elecciones y lista conjunta Junts-ERC. Objetivo: ganar primero y negociar después la presidencia de la Generalitat para Puigdemont. 

«La fiscalía hace tiempo que solo actúa en función de lo que conviene a Moncloa»

Puede pasar, o puede no pasar. Todo lo relacionado con Cataluña está permanentemente en la cuerda floja, porque los independentistas juegan con el apoyo parlamentario a Sánchez, Sánchez juega con utilizar al TC para intentar que eche atrás decisiones del Supremo, y desde el Supremo un puñado de jueces y fiscales que han decidido apostar por su profesionalidad, no se dejan comer el terreno. 

Es chocante que la fiscalía no haya actuado de oficio contra los independentistas que hablan con naturalidad de La Toga Nostra, cuando por mucho menos ha tomado iniciativas ante asuntos que consideraba que atentaban contra el honor de personajes públicos. Pero la fiscalía hace tiempo que solo actúa en función de lo que conviene a Moncloa. Y ahí Álvaro García Ortiz tiene un amigo incondicional. Un amigo que ha declarado que aunque sea imputado, el Fiscal General no debe dimitir. 

Curioso, cuando se ha puesto en la calle a destacados socialistas por mucho menos. García Ortiz, para desacreditar a Ayuso utilizando los problemas de su novio con Hacienda, impulsó una nota de prensa que recogía datos sobre el novio que legalmente no se podían ofrecer. Como así se lo advirtió la propia fiscal de Madrid, a la que ordenó distribuir la nota de prensa.

Pero… No pasa nada. Nunca pasa nada. Sánchez está tan tranquilo, porque los jueces no encontrarán nada de nada que haga dudar de la honradez de su mujer.

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