Resistencia manual (una propuesta contra el 'pajaporte')
«Pedro Sánchez, el Nacho Vidal de la pornografía política, ha lanzado el ‘pajaporte’ para desviar la atención de los fregados en que anda metido»
Ya se han hecho todos los chistes sobre el pajaporte (unos cuantos estupendos están en el artículo de Carlos Padilla en este periódico), pero no puedo dejar de ocuparme de un asunto que me interpela. O que interpela al personaje que he mantenido en Twitter hasta hace cuatro días, en que lo dejé definitivamente. El Montano de esa red social iba como un zahorí buscando vetitas de provocación. Encontró una, no sin sorpresa, en el jugueteo retórico sobre el onanismo. Resultó una de las más logradas pruebas de estrés a que sometía a sus seguidores. El momento cumbre fue cuando puso de los nervios al obtuso tuitero Barros, que un día estalló: «¡Tú, que te has labrado tu carrera sobre las pajas!». Por entonces el ministro Escrivá era el responsable de las pensiones. Si llego a conocer su interés futuro por la masturbación, le hubiera pedido que me cotizara.
Escrivá, que pasará ya a la historia por su puesto actual como ministro de la cartilla de racionamiento pornográfica, me hizo gracia desde el principio porque era igual que el Fraile de la serie Curro Jiménez, interpretado por Paco Algora. Un fraile glotón y, como vemos, vigilante de la moral sexual. La afición de Escrivá por los números, un tanto enmarañada, se manifestó con sus sudokus de la jubilación, para defender los cuales llamaba irritado a Latorre o Alsina. Lo enternecedor es su proyección (biográfica o no) de ahora: treinta pajas al mes considera el ministro que dejan satisfechos a los españoles. O sea, nada de dos al día. Y nada de nada los días 31 de los meses largos. Sí hay un cierto premio en febrero, en cuyo día 28 te puedes descocar (en los años bisiestos no tanto).
«Estamos todos hablando del ‘amor propio’ y no de la declaración de su mujer que tendrá lugar este viernes»
Este racionamiento numérico, que delata una vez más que la ola reaccionaria nace del mismísimo Gobierno progresista, me ha recordado una anécdota que contaba Billy Wilder en Nadie es perfecto, su libro de conversaciones con Hellmuth Karasek. A un compañero del colegio en Viena el padre lo pilló haciéndose una paja y lo amenazó: «Si te haces cincuenta más, morirás». El chico se quedó impresionado, pero no pudo dejarlo. Cada vez que se hacía una nueva, ponía una rayita en su cuaderno. Al llegar a la 49 se detuvo. No quería morir. Pero después de unos días tormentosos, se dio por vencido. Escribió una carta de despedida para los padres y se encerró en su cuarto. Procedió. Al despertar la mañana siguiente, corrió eufórico a contárselo a los amigos de su clase, que se manifestaron luego en el recreo: «¡Los padres mienten! ¡Viva el onanismo!».
Naturalmente, también el Gobierno miente. Sánchez, el Nacho Vidal de la pornografía política (el bulo no le cabe en un vaso de cubata), ha lanzado el pajaporte para desviar la atención de los fregados en que anda metido. Así estamos todos hablando del «amor propio» (en la acepción de Guillermo Cabrera Infante) y no de la declaración de su mujer que tendrá lugar este viernes, ni del Tribunal Constitucional, que se ha puesto a desmontar las condenas de los ERE de Andalucía en una muestra muy plástica de corrupción sobre la corrupción…
Pero volviendo al temita (¡la cabra tira al monte!), lo que yo propongo es una huelga de manos caídas para no ser captados por los sensores (y censores) del Gobierno. El presidente escribió su Manual de resistencia (¡sin manos, por cierto!) y yo propongo una resistencia manual. Precisamente el único y último tuit que he dejado en Twitter es una oda de Ricardo Reis que empieza: «No tengas nada en las manos».