THE OBJECTIVE
Francesc de Carreras

Siempre cae en los mismos errores

«El PSC está dispuesto a todo para conseguir la presidencia de la Generalitat y asegurar a Sánchez en el Gobierno: tras la financiación vendrá el referéndum»

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Siempre cae en los mismos errores

Ilustración de Alejandra Svriz.

Hace un par de semanas cenábamos en casa de unos amigos, en la sobremesa aparecieron unas guitarras y nos lanzamos a cantar rancheras, obviamente de José Alfredo Jiménez. Una bien conocida trata el manido tema de un hombre al que le abandona su novia y la despide en la barra de una cantina para tomar con ella el último trago, así se llama además la canción. 

En un momento dado, este pobre hombre, triste y abandonado, con voz patética y silabeando con mucho énfasis, pronuncia un verso memorable: «Nada me han enseñado los años, siempre caigo en los mismos errores…». Inmediatamente pensé en el PSC, el partido de los socialistas catalanes. Porque, efectivamente, al PSC nada le han enseñado los años y siempre cae en los mismos errores. 

Sin remontarnos más atrás, me refiero a formar un Gobierno de coalición en la Generalitat, con Maragall de presidente, junto a  Esquerra Republicana e Iniciativa per Catalunya, a fines del año 2003. Fue el famoso tripartito que está en  el origen remoto del procés. Ahora se propone la repetición, otro gobierno tripartito con los mismos componentes, porque los Comunes son, más o menos, la misma burra pero revolcada que la Iniciativa de entonces. 

¿Todo ello para qué? En 2003 para alcanzar la presidencia de la Generalitat, algo que nunca habían logrado hasta entonces los socialistas. Ahora por lo mismo pero con una no menor diferencia: no sólo es el partido más votado (en 2003 fue Convergència) sino, especialmente, quien más desea que se forme este gobierno es Pedro Sánchez para que ERC siga apoyando el PSOE en el Congreso y pueda sobrevivir como presidente. Mansamente, pues Salvador Illa parece algo desganado, el PSC obedece como casi siempre las órdenes de Madrid. 

El problema siempre ha estado en el precio a pagar. Ocupar la presidencia de la Generalitat siempre les ha resultado muy caro a los socialistas, a los de Madrid y a los de Barcelona. En 2003 fue un nuevo Estatuto que nadie quería, que tampoco nadie sabía por qué se tenía que cambiar el anterior y, sobre todo, resultaba demencial querer pactar un estatuto con ERC, con la Esquerra de Carod-Rovira, entonces el único partido oficialmente independentista de Cataluña. 

«ERC no se conforma con un estatuto de autonomía sino que su deseo es la independencia, antes o después»

Con ERC se podía pactar un plan de viviendas o subvenciones a la energía verde o a la agricultura, o qué se yo qué. Pero en ningún caso algo que afectaba decisivamente a la médula de todo partido independentista que, por esencia, no se conforma con un estatuto de autonomía sino que su deseo es una declaración de independencia, antes o después, es cierto, pero que en todo caso le sabe a poco ser una simple autonomía como las demás, como Extremadura o Murcia, se decía entonces, con ese desagradable tono de superioridad y desprecio tan propio de los nacionalistas. 

Ahí empezó una nueva fase del mal llamado «problema catalán», tras la etapa previa, y necesaria, de la «construcción nacional» que había protagonizado Jordi Pujol en los 23 años anteriores. Tras unas secretas negociaciones en Cataluña y después en Madrid, se aprobó un nuevo estatuto que no sirvió de nada, sólo para crear un mal ambiente, ¿recuerdan el «España nos roba»? 

Menos mal que este engendro de Estatuto fue recurrido por el PP, el Defensor del Pueblo y, parcialmente, por varias comunidades autónomas. El Tribunal Constitucional dictó una sentencia en 2010 que salvó el Estado de las autonomías pero se convirtió en bandera de enganche de nuevos independentistas hasta que estos se desataron en 2012 y unos políticos catalanes ineptos y aventureros cometieron un golpe de Estado anunciado en septiembre y octubre de 2017. Después, tras ser condenados por el Tribunal Supremo, fueron indultados y amnistiados por los motivos arbitrarios que todos sabemos.

Esta fue la gran aportación del PSC al procés catalán. Como este procés no ha terminado y se dejó a medias, como bien dijo Marta Rovira al pisar hace unos días tierras catalanas, ahora los socialistas quieren colaborar en rematar  la faena, dar cuenta de la otra mitad y meternos en otro fregado: el de la financiación. Otra vez volveremos al «España nos roba». 

«Primero la liaron con el Estatuto, ahora la volverán a liar si acuerdan con ERC un sistema ‘singular’ de financiación»

Primero la liaron con el Estatuto, ahora la volverán a liar si llegan de nuevo a un acuerdo con Esquerra, aceptando un sistema «singular» de financiación, consistente en  que Generalitat se financie por el sistema del cupo, como el País Vasco y Navarra, sumando a ello, paso a paso,  la condonación de la principal  deuda catalana pendiente, la del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA), que alcanza cifras astronómicas. 

Dicen los socialistas catalanes, y también el PSOE, que es un sistema plenamente constitucional: las falacias pueden ser infinitas y no todo lo constitucional es políticamente conveniente. En este sentido,  parece, como es lógico, que las demás comunidades no están de acuerdo con este sistema singular, incluidas, además de las gobernadas por el PP,  todas o casi todas las socialistas: Page ya se ha puesto en acción. Tampoco creo que les haga mucha gracia a los nacionalistas vascos y navarros: los privilegios, por definición, nunca se comparten, ya que entonces dejan de ser privilegios.  

Pero el PSC, siguiendo las directrices del Gobierno socialista, está dispuesto a todo para conseguir la presidencia de la Generalitat, asegurar a Sánchez la presidencia del Gobierno y seguir cometiendo errores: saben perfectamente que después de la financiación mediante el cupo vendrá el referéndum. Pero les da igual. 

Nada le han enseñado los años… siempre cae en los mismos errores.

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