THE OBJECTIVE
Fernando R. Lafuente

Generación del 27, S. A.

«José Bergamín advirtió que a la Generación del 27 solo le había faltado añadir en el término S. A., por cuanto había tenido de operación de agit-prop o marketing»

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Generación del 27, S. A.

Una ilustración sobre libros. | Alejandra Svriz

Próximo el centenario de una de las mayores y egregias generaciones de literatos, artistas, músicos y cineastas, además de otras disciplinas que nacían con el siglo XX (diseño, cartelismo, animación y demás), la del 27, bueno será ir recordando algunos pormenores de la historia cultural española que marcarían el siglo XX de manera indeleble. Fue el malevo José Bergamín quien advirtió que a la Generación del 27 (la suya) sólo le había faltado añadir en el término S. A. (Sociedad Anónima), por cuanto tenía, o había tenido, de operación magistral de agit-prop (agitación y propaganda, tan boga en su época), o lo que hoy se denomina marketing. Y fue, es cierto, magistral.

Hasta entonces las generaciones literarias, artísticas, se habían movido en torno a manifiestos, proclamas, pero poco más. La Generación que nació con el cine (Alberti, dixit) conocía ya otras técnicas de divulgación. Eran los años de las masas, de la propaganda a una escala de mayor sofisticación mediática, de conocer los entresijos en los que se proyectaba una generación de jóvenes inquietos, y geniales, en torno a la sociedad de su momento. Para ello se configuró un programa de presentación pública impecable: el homenaje a Góngora en el Ateneo de Sevilla, 1927; para conmemorar el tercer centenario de su muerte, la recuperación y edición, por tanto de un poeta barroco en medio de la todavía efusión de las vanguardias, con la retranca que la cosa albergaba, y la Antología seleccionada por Gerardo Diego en la que se encontraban los grandes nombres de la Generación. Pero no era sólo una Generación poética (por mucho que en ella figuraran los Lorca, Alberti, Salinas, Cernuda, Guillén, Prados, Alonso, Aleixandre), sino que la nómina se ampliaba a nombres como los de María Teresa León, Rosa Chacel, Francisco Ayala, Gustavo Pittaluga, Ernestina de Champourcin, Josefina de la Torre, Marga Gil Roësset, Juan Larrea, Juan Gil-Albert: En el cine Luis Buñuel, en la animación K-Hito; en las artes plásticas, Dalí, Maruja Mallo, Remedios Varo, Benjamín Palencia, Ramón Gaya, Gregorio Prieto; en la música, Rodolfo Halffter, Jesús Bal y Gay, Salvador Bacarisse y tantos.

La operación del agit-prop se extendía a tres revistas claves para la promoción: Revista de Occidente, creada por Ortega y Gasset y Fernando Vela en 1923, La Gaceta Literaria del atrabiliario Giménez Caballero, en 1927 y Cruz y Raya, dirigida por Bergamín en 1933, (las tres de manera especial en Latinoamérica), además de otras sin tanta difusión nacional e internacional. Porque a menudo una cuestión olvidada es la extraordinaria difusión que tuvieron estos autores en Latinoamérica. Sirvan un ejemplo: la primera reseña sobre La destrucción o el amor de Vicente Aleixandre se publica en la muy notable revista mexicana Contemporáneos (algo así como los del 27 mexicanos, que también habían roto con las primeras y vocingleras vanguardias), y podrán multiplicarse casos semejantes, de un lado y del otro del Atlántico.

«Los del 27 irrumpían con un hecho trascendental la fusión, hasta entonces inédita en los ámbitos vanguardistas, de tradición y modernidad»

Las tres servirían para dar a conocer y proyectar la obra de estos jóvenes airados. La cosa era convertir la Generación en una especie de Sociedad de Socorros Mutuos: Yo escribo sobre ti en la revista o publicación de la que soy colaborador habitual y tú escribes en la que lo eres. Esto tiene un efecto inmediato. Las alabanzas mutuas, perfectamente, si no coordinadas, sí conscientes de lo que se llevaban entre manos, funcionaron como un reloj suizo, con una puntualidad y eficacia que dejó atónitos a los seniors (las generaciones ya viejunas del 98 y el 14, que, por entonces, compartían, por decirlo así, espacios mediáticos). No es casual que el cine y el deporte ya configurados como los grandes medios de las masas nacientes con el siglo mostraran ese aspecto de difusión masiva que se impondría en las siguientes décadas, hasta hoy… Los del 27 rompían con las vanguardias surgidas a partir de 1909 con el Futurismo italiano y soviético, alababan la obra de un poeta clásico, y hermético, Góngora, asumían la «llamada al orden» decretada por Jean Cocteau en 1925, e irrumpían con un hecho trascendental la fusión, hasta entonces inédita en los ámbitos vanguardistas, de tradición (Góngora) y modernidad (las vanguardias). Una ecuación perfecta. Así les fue. De cine, nunca mejor dicho.

Tenían un espacio ya mítico de referencia: la Residencia de Estudiantes, donde el triángulo de oro (Lorca, Dalí Buñuel) unía sus diversas genialidades para resumir el impacto de un tiempo nuevo. Disponían de las revistas citadas, con la autoridad de Ortega, en el caso de Revista de Occidente, para subrayar ese «arte deshumanizado», pero al mismo tiempo, enraizado en la más castiza tradición española. Ya no se trataba de las onomatopeyas infantilizadas de las primeras vanguardias, esto, ahora, iba en serio. No es casual que el best-seller de la editorial Revista de Occidente fuera, nada menos, que el Romancero gitano de Federico García Lorca, uno de los libros más vendidos, sino el que más, en una de las Ferias del Libro madrileñas de aquellos años. 

El agit-prop funcionó, más allá, hay que insistir en ello, de que por mucha propaganda y conchabeo entre ellos, sus obras resultaran memorables, cuando no maestras. Pero lo que interesa aquí es resaltar ese primer aldabonazo de cómo se construye una Generación estética (porque no fue solo literaria) en torno a una serie de hechos minuciosamente programados para lograr un impacto decisivo en la sociedad de su época. Claro que el invento creó escuela, pero visto lo visto que vino después, el término que a uno, modesta y discretamente se le ocurre, es: labor de epígonos. Se ha repetido el experimento, (volveremos sobre ello) pero como alguien advirtió, no sin cierta coña: «no repitas un experimento que te haya salido bien.» Sobre todo, si al agit-prop le falta el talento que estos creadores mostraron, cuando no derrocharon. Y en esas estamos, ¿o no?

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