THE OBJECTIVE
Carlos Padilla

Antonio Rossi y los gays que no votan al PSOE

«¿Cuándo será el día en que a un homosexual de derechas no le vengan los críticos a recordarle que fue el PSOE de Zapatero el que le ha permitido casarse?»

Opinión
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Antonio Rossi y los gays que no votan al PSOE

Antonio Rossi y Hugo Fuertes en su boda. | X

Ray Loriga lo dijo de una manera brillante: «La memoria es el perro más estúpido, le lanzas un palo y te trae cualquier otra cosa». En ocasiones, los recuerdos colectivos de un país como España son de una estupidez perruna, o al menos, eso quiero creer. Que se trata de un fallo de memoria cuando se lanzan mentiras históricas que, a fuerza de la repetición, se pretenden alzar a la categoría de verdades mediáticas. Este pasado 17 de agosto, Margarita Robles repitió ese mantra que asegura que al PP de Rajoy se le fugó Puigdemont oculto en un maletero. Le recordaron, simples comentaristas, que Puigdemont abandonó el país el 30 de octubre de 2017 y su orden de detención no se emitió hasta el 3 de noviembre. En ese momento, al contrario de la desvergüenza ocurrida hace unas semanas, Carles no podía ser detenido.

Hay cosas en las que el PSOE no miente, claro, como cuando aseguran que fue el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero el que aprobó, con el apoyo de buena parte del Congreso, el matrimonio entre personas del mismo sexo. Y no ofenden a la verdad los socialistas y sus afines mediáticos cuando le recuerdan al Partido Popular lo que hizo y lo que dijo. Errores históricos conllevan penas graves. Y la pena para el Partido Popular es que, pese a que no se ha movido ni una coma de lo aprobado en su momento—y eso que tuvieron mayoría absoluta con el dontancredismo de Rajoy—, sigue habiendo miembros del colectivo LGTB que no conciben el perdón para con los populares. El desagrado, como el voto, es libre, aunque no deje de resultar paradójico que se comprenda antes a señores deleznables que amparaban asesinos que a aquellos que no querían el matrimonio homosexual.

Dicho de otro modo, en esta memoria colectiva que nos hemos dado, se sigue trayendo al presente, siempre que haya pie donde calzarlo, el asunto del PP con su voto en contra y el posterior recurso de inconstitucionalidad sobre el matrimonio homosexual. Aunque no se te ocurra hablar de ETA, porque eso ya es pasado, revanchista, que eres un revanchista. Y no digo que esté mal tener memoria de lo que ocurrió de verdad, sin embargo, resulta desagradable ver ese uso partidista y mezquino de la memoria. Antonio Rossi, periodista, se ha casado este pasado fin de semana con su pareja, Hugo Fuertes. Aparte de comentarios despreciables en redes sobre el físico o los atuendos de los novios, porque ya saben que la salud mental existe solo si Sánchez lo pasa mal con su esposa, pero no para tipos de baja calaña que no opinan como tú, volvió a aparecer el 2005.

Regresó—aunque nunca haya dejado de estar—pasados 19 años, aquel julio de 2005, cuando se aprobó la ley del matrimonio homosexual en España. Y todo porque Rossi, crítico con el Gobierno y presumiblemente, porque es algo que tampoco sé a ciencia cierta, hombre de derechas, ha tenido la osadía de casarse con su novio y no dar las gracias al PSOE. No se asusten, puede parecer algo extraño, pero ocurre, esos gays desagradecidos con Zapatero. ¿Hasta qué fecha? ¿Cuándo será el día en que a un homosexual de derechas no le vengan los críticos a recordarle que fue el PSOE de ZP el que le ha permitido casarse? Y no hablo de políticos, me refiero a ciudadanos corrientes como Rossi, al que le traen al presente algo en lo que él jamás ha tenido nada que ver. No era diputado o senador para votar en contra, no militaba por entonces—tampoco ahora—en una organización política y, que se sepa, no salió a protestar en contra de la ley.

«Con su habitual elegancia, Óscar Puente no deja de restregarle con desprecio que eso lo hizo su partido»

A pesar de ello, en uno de sus esforzadas jornadas de trabajo en X, Óscar Puente escribió, citando la imagen de Rossi y Fuertes en su boda, «Los derechos tienen eso, se conquistan incluso para los que se oponen a ellos, aunque luego los ejerzan cuando pueden hacerlo». Con su habitual elegancia, el ministro de Transportes no deja de hacer algo normalizado en una parte de la izquierda, restregarle con desprecio que eso lo hizo su partido, aunque, ¿en qué momento ha estado Rossi en contra del matrimonio homosexual, lo sabe usted, ministro? Si viniera Ana Botella, la de aquella infame comparación entre peras y manzanas, o el tipejo de Aquilino Polaino, el catedrático que llevó el PP al Senado, y acudieran a una boda homosexual, entiendo que el ministro se lo recuerde, ¿pero a un ciudadano homosexual solo porque no adula al PSOE?

Si los derechos se conquistan para todos lo que no es correcto, si la política tiene respeto por sus pagadores, o sea, por los contribuyentes, es estar recalcándole a un ciudadano que haga uso de ese derecho. Es tan ridículo el ejercicio de Puente como si un alcalde le recordara cada día a un peatón que esa plaza que está cruzando fue construida gracias a su partido, aunque no le votó, ni le caiga bien su formación, como si un socialista que esté en contra del ejército tenga que seguir estando agradecido a José María Aznar porque quitó la mili, acabáramos.

El Partido Popular ha cambiado de opinión con respecto al matrimonio homosexual, eso es un hecho, falta un perdón, falta un «nos equivocamos», pero ante eso tiene que responder un ciudadano como Rossi crítico con el Gobierno y que nunca ha dicho algo en contra del matrimonio homosexual. Ni siquiera ha llamado «maricón» a un compañero de gabinete, y por ello no podrá llegar a, qué se yo, fiscal general del Estado ni habrá escritos del señor Puente. La memoria, Dolores, que es estúpida.

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