Vas a vivir peor. Y tus hijos mucho peor
«Si se aprueba el concierto catalán, vas a vivir peor. Y tus hijos mucho peor»
Si el CIS hiciera de una maldita vez su trabajo y preguntase a los españoles por su opinión sobre los temas que forman parte de la agenda pública real independientemente de los intereses del gobierno, no sé, así a botepronto se me ocurren por ejemplo la amnistía a los líderes de la asonada golpista y el concierto económico generosamente ofrecido al independentismo, con toda seguridad ambas medidas obtendrían un suspenso en todos los rangos ideológicos, etarios y socioeconómicos, incluido ese heroico 28% de votantes socialistas inasequibles a los constantes rigores, decepciones, cabreos y desalientos a los que diariamente les somete el jefe del partido al que de momento siguen votando.
Pero si además de esto, el submarino nuclear dirigido por José Félix Tezanos decidiese en un inesperado ataque de sensatez preguntar por las razones de esta mala nota, se encontraría con que a pesar de los esfuerzos de la oposición por encapsular ambos hechos bajo el vaporoso concepto ( todos los conceptos son intangibles y redefinibles si se pone suficiente empeño) de la igualdad, una enorme proporción de ciudadanos no están en contra de los mismos por ser un atentado a ese sacrosanto principio, sino por cómo entienden que podrían afectarles a ellos y a sus seres queridos en su vida diaria y a corto plazo.
Y es que por mucho que nos empeñemos, la mayoría de los españoles incluidos su vecino de abajo y su tía que vive en un pueblo de Guadalajara, excepto en momentos históricos que podemos contar con los dedos de una mano, no votan atendiendo a grandes principios teóricos ni a adscripciones ideológicas que puedan ser punteadas en una tabla que va del uno al diez sino por cuestiones o bien más emocionales, o bien más tangibles.
Esa es la razón por la que la apisonadora que es el aparato de comunicación del PSOE, siempre excelentemente asistido por la legión de turiferarios que les acompañan previo pago desde sus medios y teles de cabecera, ha iniciado -brillantemente, por cierto- una estrategia que consiste en ocupar todos los espacios simbólicos y emocionales, tratando de convertir una propuesta territorialmente insolidaria, ideológicamente reaccionaria y económicamente destructiva para todo el país en una especie de bálsamo de fierabrás que convertirá España en una nueva Arcadia feliz, una medida que a pesar de las críticas de la derecha reaccionaria, en realidad traerá a nuestro país el bien, la belleza, llenará España de fuentes de las que manará leche y miel, dibujará en los cielos de la patria eternos atardeceres de verano y forjará la paz social perpetua. Algo que difícilmente puede ser atacado con eficacia desde argumentos técnicos y teóricos como el concepto de igualdad.
Para que esa igualdad teórica sea eficiente desde el punto de vista político-electoral hay que bajarla a tierra y hacerla tangible para los ciudadanos más allá de convertir los millones de euros que graciosamente va a entregar Sánchez al gobierno de Cataluña (que no a los catalanes) en escuelas que no existen y hospitales que nunca serán construidos. Tienen que sentirse íntimamente agredidos en sus vidas, violentados en sus haciendas e injustamente expulsados del paraíso mediante disparos realizados con una escopeta cargada con postas de sal, algo para lo que no sirven ni largos documentos económicos ni complejos discursos sino más bien una frase lo más sencilla posible explicando cuál será el efecto real para ellos y las personas que más quieren, una frase que ha de ser después repetida urbi et orbe durante todo el tiempo que sea necesario utilizando todos los canales disponibles, una frase a la que cualquiera pueda acudir cuando hable con sus compañeros de trabajo, en el ‘super’, jugando al mus o cenando con los primos de Segovia, una frase sin flancos abiertos, inatacable, rocosa y que se explique en sí misma, una frase que sea algo así como el título que encabeza esta columna:
Si se aprueba el concierto catalán, vas a vivir peor. Y tus hijos mucho peor.