THE OBJECTIVE
Manuel Fernández Ordóñez

¿Y ahora qué, Teresa?

«Ribera comienza a dar ya los primeros síntomas de su metamorfosis. Parece haberse envuelto en un capullo para emerger con otro discurso»

Opinión
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¿Y ahora qué, Teresa?

Una ilustración de Teresa Ribera. | Alejandra Svriz

Tal vez ustedes sean demasiado jóvenes para recordarlo, pero a principios de este año, la entonces vicepresidenta primera de España –Nadia Calviño– asumía su nuevo rol como presidenta del Banco Europeo de Inversiones. La mano derecha de Pedro Sánchez, perteneciente a un ejecutivo férreamente antinuclear, sufría entonces una metamorfosis que dejaba en mero juego de niños la sufrida por Gregor Samsa, protagonista de la obra homónima de Kafka. Fue asumir el cargo y, cual prodigiosa epifanía, rolar a babor para pasar a defender la energía nuclear. Más bien, permítanme especular, estaba defendiendo los intereses de Francia sin cuyo apoyo no hubiera conseguido la presidencia del BEI (ni los 400.000 euros anuales de sueldo).

Vuelve la burra al trigo, pero esta vez con la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, la ministra que más inquina ha profesado a las centrales nucleares en España y la principal impulsora del calendario de cierre nuclear que las empresas propietarias se vieron obligadas a firmar. Tras la pantomima de las elecciones europeas, a las que acudió como cabeza del cartel socialista cuando todos sabíamos que no iba a aceptar un puesto de soldado raso en Europa, Ribera recibió el varapalo de perder las elecciones ante un significativo ascenso del Partido Popular. Pero la semilla del éxodo había sido ya plantada. Como mujer de extraordinario intelecto, tiene más que identificados los signos inequívocos de la putrefacta descomposición del Gobierno en España. Conviene huir a tiempo.

Ribera comienza a dar ya los primeros síntomas. Parece haberse envuelto en un capullo para emerger en fechas próximas con otro discurso, incluso antagónico al que nos tiene acostumbrados. Para muestra un botón, hace no mucho calificaba la actitud de Von der Leyen como «enormemente perniciosa y contraria a los intereses de Europa» y la criticaba también por su «disposición a trabajar con la ultraderecha». La que otrora criticara con dureza la decisión europea de incluir la energía nuclear dentro de la taxonomía verde, muestra ahora con inusitada genuflexión su compromiso con la lideresa de la derecha europea, declarando: «un honor que asumo de forma humilde».

Esperamos con enorme expectación que el capullo se abra y Ribera despliegue por completo sus nuevas alas, aunque va dando ya muestras de por dónde van a ir los tiros. La preocupación de varios países con una apuesta clara por la energía nuclear hizo que un periodista le preguntara por su postura con respecto a este tipo de energía. Asistimos entonces a una nueva revelación, y van dos en menos de un año. El (hasta ahora) azote de la energía nuclear se mostró con una insólita tibieza que habrá preocupado enormemente al antinuclearismo patrio. Se une así Ribera a Calviño en su nueva apreciación de la realidad, ¿habrá tenido Francia algo que ver? ¿Habrá puesto Von der Leyen sus condiciones? O simplemente estos son mis principios y, si no les gustan, tengo otros.

«Vamos a contar con dos perfiles del Gobierno más antinuclear haciendo lo que nunca pensaron: Ribera impulsando la energía nuclear, Calviño financiándola»

Sea como fuere, los conceptos son importantes. Teresa va a ser (previsiblemente) la vicepresidenta europea de «Transición limpia». Limpia, no verde. Hace ya muchos meses que Europa considera la energía nuclear como una energía limpia y una herramienta imprescindible para los objetivos energéticos de Europa. Esta decisión fue calificada en su momento por Ribera de «enorme error». ¿Y ahora qué, Teresa? Ahora estarás al frente de dirigir e impulsar la política de ese enorme error y lo harás «con humildad». Interesante.

Caprichoso es el destino. En política incluso mezquino… o tal vez cómico. Al final vamos a contar con dos perfiles del Gobierno más antinuclear de la historia haciendo lo que nunca pensaron que harían: Ribera impulsando la energía nuclear, Calviño financiándola. Pero lo pasado, pasado está. Desde esta tribuna quiero dar mi más sincera enhorabuena a Teresa Ribera por su nombramiento. Es un cargo muy importante, de enorme relevancia y clave para el futuro de Europa. Es un animal político (ha sobrevivido a todos los cambios de Gobierno de Sánchez) que sabrá remar perfectamente en las revueltas aguas europeas y alcanzar consensos entre las divergencias aparentemente irreconciliables de los diferentes países. Le deseo lo mejor ante este reto con la esperanza de que, desde esa nueva óptica transpirenaica, sea capaz de apreciar el intangible valor que las centrales nucleares aportan a nuestro país y a Europa.

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