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Marcos Ondarra

‘Salvados’, los escoltas y las malas víctimas

«No deja de sorprender la vocación de una parte de la izquierda por encontrar matices, grises y justificaciones en todo lo que rodea al terrorismo de ETA»

Opinión
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‘Salvados’, los escoltas y las malas víctimas

Gonzo, presentador del programa 'Salvados'. | EFE

Imaginen un programa en el que agentes encargados de proteger a mujeres maltratadas por sus parejas o exparejas soltaran perlas como «tenía un amante», «vestía provocativa» o «salía mucho de fiesta con sus amigas». Algo así es lo que nos ha mostrado Salvados en su último programa, Txakurras («perros» en euskera), que nos trae el testimonio de varios escoltas en el País Vasco (Euskadi, en el argot de La Sexta) durante los estertores del terrorismo de ETA: años 2000. 

Salvados nos trae una revelación sorprendente, una verdad necesaria para la construcción de una memoria democrática de la buena, que es que había escoltados con un comportamiento que «dejaba mucho que desear». De estos se destaca que eran «flipaos», que tenían amantes, que les gustaban los puticlubs y las fiestas, o que pedían «más atentados». Pero lo peor es que alguno de ellos era «de derechas». E incluso «muy de derechas», según apostilla el presentador. 

Vamos, que iban provocando. Que tenían la frente muy alta, la lengua muy larga y la falda muy corta, que decía Joaquín Sabina. De uno de ellos, en una escena inverosímil para cualquiera familiarizado con la zona, se destaca que se dedicaba a cantar el Cara al sol por las herrikos. Una circunstancia por la que no sólo hubiera sido linchado, sino que sus restos hubiesen sido tirados junto a los del escolta al río Oria. Y entre aplausos. 180.000 vascos no se exiliaron por capricho.

Harían bien en subirle el sueldo a quienes hayan participado en el casting. Y es que, como podrán imaginar, hay que escrutar mucho los márgenes de la realidad, de la sociología y hasta de la moral para obtener un documental con ese enfoque: el presentador, las preguntas, los testimonios, el montaje… Ese discernimiento implícito (y explícito) entre protegidos buenos y malos: entre socialistas como Matilde Martín y Gorka Landaburu y los de «derechas»: «Muy de derechas».

No deja de sorprender la vocación de una parte de la izquierda por encontrar matices, grises y directamente justificaciones en todo lo que rodea al terrorismo de ETA; la misma izquierda que luego incurre en la caricatura de brocha gorda para retratar a las opciones políticas no alineadas con el progresismo. El propio Gonzo, en una muestra de estulticia y maldad, ha blasonado en redes sociales de haber enfadado con el documental a los «trolls de Vox». La intención no había sido, nunca lo fue en Salvados, la de incomodar a la extrema izquierda abertzale, la de sonrojar a los verdugos, sino joder a las fachas.

Imaginen, volviendo al paralelismo del inicio, muy bien traído por Víctor Lenore, que el presentador de dicho programa se termina jactando de haber jodido a las «feminazis». Ese hombre no vuelve a ejercer. Pero si el tablero político está «inclinado», como dice Cayetana Álvarez de Toledo, el mediático está directamente «invertido», y ahí están los gonzos dándonos al resto lecciones de deontología.

El documental se justifica en sus últimos instantes, de manera burda y abrupta, con el pretexto de que el Estado reconozca a los escoltas (sobre todo, teniendo en cuenta lo mucho que algunos tuvieron que soportar a los escoltados), pero uno se pregunta si no hubiera sido más pertinente y fresco entrevistar a los nietos de víctimas que hoy se están aglutinando en un movimiento cívico lleno de dignidad y memoria.

Salvados remacha con una reflexión de Landaburu en la que pide que «cada uno asuma la mochila que tiene que asumir», en referencia a «la tortura, los GAL y el terrorismo de Estado», abundando de nuevo en la teoría del «conflicto» y la «guerra entre dos bandos». Por último, celebra que «ETA ha desaparecido sin conseguir nada». Una tesis con la que están en desacuerdo muchas víctimas, pero de las malas. Esas a las que el Gobierno y sus satélites tratan de poner en sordina.

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