THE OBJECTIVE
José María Albert de Paco

La flojera de Europa ante Sánchez

«Los medios internacionales apenas se ocupan de las trapacerías de Sánchez y lo hacen no con un tratamiento político sino en la subsección ‘psicodramas’»

Opinión
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La flojera de Europa ante Sánchez

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | Ilustración: Alejandra Svriz

El que fuera corresponsal del Times en España, Raphael Minder, informó sobre el procés de manera exhaustiva, cual era su obligación. Que lo presentara como la batalla definitiva del conflicto secular entre el atraso español y la modernidad catalana tuvo, además, la virtud de educarnos en el pueril sectarismo del diario universal de referencia.

El discurso legitimador de Minder se apreció aún mejor a la luz de las crónicas que despachó la corresponsal de Le Monde, Sandrine Morel, que concitó la animadversión del nacionalismo por su instant book En el huracán catalán. Tal fue el precio de que aireara lances ciertamente tercermundistas, como el del incógnito dircom del PDECat que, ante su escepticismo respecto a la legitimidad del referéndum del 1-O, le dijo: «Mira, niña, si compramos dos páginas de publicidad en tu periódico vas a decir lo que nosotros queramos». ‘Mira, niña’ lo digo yo, pero es, a buen seguro, la interjección que su interlocutor llevaba en mente.

También Minder dejó un libro, The Struggle for Catalonia: Rebel Politics in Spain, en el que dio rienda suelta a la fantasía iniciática, americanísima, de cubrir, vencida y desarmada, la guerra civil.

Sea como fuere, el procés fue noticia en el extranjero, y si bien las crónicas adolecieron de una cierta comprensión para con los delincuentes, no faltaron voces que alertaran de que la «sonrisa» revolucionaria con que el nacionalismo trató de encandilar a las cancillerías, era en verdad una mueca siniestra. A bote pronto: Antonio Tajani, Manuel Valls, Nicolas Sarkozy, Marlene Wind, Inger Enkvist…  

No sucede lo mismo con Pedro Sánchez, de cuyas trapacerías apenas se ocupan los medios internacionales. Sí, hubo cabeceras que se hicieron eco de su retiro espiritual, aunque en general, y dada la extravagancia del episodio, el tratamiento que le dispensaron no fue estrictamente político, sino que tendió a vencerse del lado del interés humano, subsección «psicodramas».

Sólo The Guardian, por boca de María Ramírez, tuvo a bien desvelar la trastienda de la reflexión de Sánchez, pero no para escandalizarse por su «carta a la ciudadanía», secreción sentimentaloide donde también el título era mentira, pues los verdaderos destinatarios eran los jueces y la prensa. No, Ramírez hizo suya la propaganda gubernamental para proclamar, por duplicado, que Sánchez tenía razón.

«Sánchez tiene razón al denunciar a los medios de comunicación poco profesionales por difundir mentiras e insinuaciones infundadas. Hace tiempo que tiene que hacer frente a ataques personales y absurdos difundidos en Internet por sus oponentes de derecha y extrema derecha, incluidos rumores maliciosos e infundados sobre su esposa y su familia. […] Sánchez tiene razón en lo que se refiere a la degradación del debate en el parlamento español, en los medios de comunicación y en las instituciones públicas en general. […] Es muy fácil señalar como causa de ello la cruda retórica de los políticos, sobre todo de la derecha. Al primer ministro se le acusa sistemáticamente de ‘mentir’ sin pruebas. Los conservadores de la oposición describen a España como una “dictadura” en la que Sánchez se comporta como Franco. No hay consecuencias, ya que no existe un código ministerial que prohíba mentir o acusar a alguien de mentir. Incluso ha habido algunos incidentes de violencia física contra funcionarios socialistas locales.»

«La indiferencia con el desguace del Estado de Derecho en España guarda cierto parangón con la incuria con que la UE viene tramitando el madurazo»

Anécdotas al margen, la impasibilidad de los grandes medios europeos frente a Sánchez, la indiferencia para con el progresivo desguace del Estado de Derecho en España, guarda cierto parangón con la incuria con que la UE viene tramitando el madurazo, al que apenas ha aplicado el aseado protocolo deeply, consistente, esta vez, en conceder a don Edmundo una presidencia honorífica, quién sabe si de la isla de If.

Es el si(g)no de un tiempo en el que los primeros en caer, lo recuerdo bien, fueron los editores, entiéndase el término en su sentido más amplio.

Bola extra

Dice Zapatero: «Mi Gobierno acabó con ETA. Bajo mi Gobierno se entregó ETA, se rindió ETA. Lo digo y lo afirmo. […] Pasó con mi Gobierno, no con el Gobierno de Aznar ni con el de Felipe González ni el de Rajoy

Segunda bola extra

Dice Zapatero: «Cuando alguien facilita, cuando alguien media, debe ser extraordinariamente respetuoso. Es un derecho y un deber mantener discreción y lealtad a las personas que han permitido, que han querido, que facilitase una tarea. En mi larga experiencia política de conflictos sé muy bien que eso es lo que hacen los mediadores».

Tercera bola extra

Polarización es el término que emplea la izquierda para deslegitimar a la oposición de derechas. «La derecha polariza» es la mutación politolai de «la derecha crispa». La gran genialidad semántica de la factoría progresista es que, siendo polarizar un verbo de dos polos, sólo polarice uno.

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