THE OBJECTIVE
Ignacio Ruiz-Jarabo

El Gobierno sorbe y sopla a la vez

«Pedro Sánchez recorta la autonomía fiscal de 14 Comunidades Autónomas y aumenta la de Cataluña por causa de su enfermiza ansia de poder»

Opinión
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El Gobierno sorbe y sopla a la vez

Ilustración de Alejandra Svriz.

En el lenguaje coloquial es frecuente recurrir a la imposibilidad material o física de soplar y sorber simultáneamente para resaltar así la incoherencia de quien dice o hace una cosa y la contraria. Se descalifica así a quien incurre en semejante dislate remarcando la contradicción presente en su decir o en su hacer. Sucede que la ley física que impide sorber y soplar al tiempo no rige necesariamente en la política y, por ello, pueden existir políticos que incurran en una suerte de stop ang go cayendo en la inconsistencia que supone querer parar y arrancar o, peor aún, pretender ir en una misma cuestión hacia adelante y hacia atrás. Si semejante estulticia la comete quien no tiene mando en plaza todo queda en una demostración pública de la incapacidad y la falta de solvencia del zopenco que la ha cometido. Si el que manifiesta su voluntad de ser simultáneamente centrífugo y centrípeto es un gobernante la cuestión reviste no poca gravedad.

Enunciado lo anterior, procede afirmar que en materia de fiscalidad el Gobierno de Sánchez es una auténtica evidencia empírica de la incongruencia que he señalado. De una parte, lleva tiempo defendiendo la recentralización fiscal como instrumento para uniformar la gestión tributaria de las Comunidades Autónomas. Así quedó reflejado en el tocho que, por encargo, elaboraron los expertos de cámara designados por la ministra MJ Montero para intentar dar una pretendida cobertura técnica al monterazo fiscal que proyectaba el Gobierno. Así pudimos escucharlo en la boca de los ministrillos de Sánchez que repitieron como autómatas las órdenes de su amo anunciando el tijeretazo en las competencias fiscales autonómicas.

Así lo hemos comprobado con la aprobación del Impuesto sobre Grandes Fortunas, instrumento que ha hurtado a las Comunidades Autónomas su competencia sobre un objeto imponible -el patrimonio de las personas físicas- que tenían atribuido en la distribución de funciones preexistente. Y así observamos ahora los proyectos del Gobierno de proseguir el reseñado hurto extendiéndolo a la capacidad normativa autonómica en el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones e incluso a la que disponen en el IRPF.

Paradójicamente, mientras anda enfrascado en esta cruzada de recentralización fiscal Sánchez está también inmerso de hoz y coz en la mayor operación de desguace fiscal del Estado que imaginarse pueda. Así se constata en el contenido del reciente acuerdo que los socialistas catalanes han suscrito con la ERC para lograr que Salvador Illa presida el Gobierno catalán. Ceder a la Generalitat la gestión -entendida en su más amplia acepción- del 100% de los impuestos que se pagan en Cataluña supone la desaparición de la Agencia Tributaria estatal en dicha Comunidad Autónoma. Que entre lo cedido se incluya la inspección de los tributos supone entregarle de facto la capacidad de modular la exigencia fiscal a sus residentes en todos los tributos dado que es la citada inspección tributaria la que finalmente modula la carga fiscal real exigida a cada contribuyente. Por si fuera poco lo anterior, en el acuerdo figura expresamente el compromiso de los firmantes de aumentar la capacidad normativa de la Generalitat en materia impositiva. 

Quiere decirse que Sánchez, sus ministrillos y los demás miembros de la corte sanchista se comportan como redomados centrípetos con 14 Comunidades Autónomas del régimen común y como sumisos centrífugos ante la décimo quinta. A unas les horadan su autonomía fiscal y a la otra se la aumentan. Puede observarse así que en efecto soplan y sorben simultáneamente. Y no es lo peor que lo hagan pues lo más grave, por escandalosos, son los motivos que originan semejante despropósito. 

«A Sánchez le molesta sobremanera que Ayuso haya apostado por rebajar la factura fiscal de los contribuyentes madrileños»

No es difícil deducir que la voluntad y la actuación centrípeta del Gobierno en materia fiscal trae como causa la política tributaria de la Comunidad de Madrid. A un consumado estatista como Sánchez le molesta sobremanera que Isabel Díaz Ayuso haya apostado por rebajar la factura fiscal de los contribuyentes madrileños, pero le molesta aún más que la apuesta esté obteniendo un clamoroso éxito económico, social y político.

Así, todos los indicadores económicos evidencian que moderar la carga fiscal está resultando positivo para la economía madrileña, pudiéndose comprobar que sus ratios de déficit, de deuda o de desempleo son comparativamente mejores que los de Cataluña, la región más comparable y que a diferencia de Madrid ha optado por someter a sus residentes a una agresividad fiscal ciertamente intensa.

También los datos referidos a la inversión extranjera o de la evolución del censo de empresas reflejan la mayor efectividad de la fiscalidad moderada aplicada en Madrid frente a la intensamente agresiva que se aplica Cataluña. Lo mismo sucede con variables de orden social como la calidad en la educación -véase el informe PISA- o las listas de espera en la sanidad pública -compruébense los datos oficiales del sector-. Y, consecuencia lógica de lo enunciado, los electores madrileños recompensan a Isabel Díaz Ayuso con un espectacular respaldo en las urnas, proporcionalmente muy superior al obtenido por Sánchez en el conjunto del territorio español y en especial al que Ése -Trapiello dixit– obtiene en Madrid, la circunscripción electoral por la que se presenta.

Todo esto es demasiado para Sánchez. Que la Comunidad de Madrid aplique una política fiscal contraria a la que él preconiza y aplica desde el Gobierno de España y que, además y por hacerlo, Díaz Ayuso esté cosechando los éxitos que cosecha es algo que no es capaz de digerir. No lo digiere porque la experiencia madrileña desmonta de cabo a rabo todos los mantras con los que la izquierda estructura su discurso y su actuar políticos. Y ante el riesgo que eso implica para los socialistas españoles en orden a quedar desnudos ante la realidad, Sánchez ha puesto en marcha una ofensiva anti-Ayuso en la que está utilizando ilegítimamente todos los resortes del Estado.

«Sus decisiones centrífugas obedecen a su ‘modus operandi’ de ceder ante aquellos de los que depende su mantenimiento en el poder»

Tampoco presenta excesiva dificultad deducir que las decisiones centrífugas de Sánchez obedecen a su modus operandi político de ceder todo ante todos aquellos de los que depende su acceso y mantenimiento en el poder. De modo que si para mantener en el Congreso de los Diputados el apoyo de ERC y para hacer a Illa presidente de la Generalitat resulta necesario suscribir el acuerdo por el que se concede a Cataluña el régimen de concierto fiscal, pues se suscribe y ya está. Luego se encarga a la ágrafa MJ Montero que niegue la evidencia y a lo que es concierto le llame «financiación singular», «mirada nueva» o cualquier otra idiotez que se le ocurra.

En definitiva, que Sánchez sopla y recorta la autonomía fiscal de 14 comunidades autónomas motivado por la incomodidad que le provocan la política tributaria y el éxito de Ayuso y sorbe aumentando la de Cataluña por causa de su enfermiza ansia de poder. Lo dicho, siendo incongruente y perjudicial para el buen gobierno que en una misma materia Sánchez sorba y sople, las razones por las que hace ambas cosas a la vez denotan la total ausencia de ética que caracteriza a su conducta política.

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