Prospectivas políticas de 2025
«A pesar de todo, el presidente Sánchez no debe preocuparse. Es evidente que le quedan varios años por delante. La aritmética electoral le protege»
El penúltimo domingo del año es un buen momento para pensar en el futuro inmediato o, al menos, la nostalgia de lo pasado que siempre encierran estas jornadas sirve para vislumbrar lo que nos puede deparar el 2025. Y la primera constatación es que no se entrevé la posibilidad de una ventana de oportunidad para cambiar el ritmo de la agenda. Seguiremos en el mismo enredo de denuncias de corruptelas varias, acusaciones desde todos los frentes y con la sensación cierta de que los próximos meses tampoco serán los de las reformas que necesitamos para revertir la situación. A pesar de los esfuerzos del Gobierno y sus sicofantes mediáticos por convencernos de que España va bien, sabemos que a los españoles no les va tan bien.
El sanchismo se aferra a los buenos datos macroeconómicos para esconder los numerosos indicadores sociales y económicos en los que estamos por debajo de la media de la Unión Europea o competimos por no ser los últimos. El análisis de la Unión Europea muestra cómo nuestro país tiene un mal desempeño en más de la mitad de los indicadores sociales evaluados. La fotografía identifica ámbitos preocupantes, como el abandono escolar, la tasa de pobreza general y de pobreza infantil en particular. No es una novedad de este curso política. Para lectores despistados habrá que recordar que Pedro Sánchez lleva siendo presidente desde junio de 2018, aunque en algunos de sus discursos parezca que Mariano Rajoy sigue gobernando el país. Gastaron demasiado pronto la bala del comité que confirmó el alto grado de cumplimiento sobre sus promesas electorales hace unos años. Ahora necesitarían de más expertos para aplaudir los progresos de este quinquenio.
A pesar de todo, el presidente Sánchez no debe preocuparse. Es evidente que, como se despidió de los periodistas el pasado jueves, le quedan varios años por delante. La aritmética electoral le protege, aunque muchos de sus socios deseen la caída de Sánchez, no pueden permitírselo. Yolanda Díaz no puede sumar más. Está centrada en detener su propia caída hacia la intrascendencia y pelear su continuidad con quien quiera articular la recomposición de un espacio herido de muerte. Si se abre una crisis profunda en los próximos meses, Podemos ayudará a que se recrudezca, pero no será quienes la lideren. Su estrategia de supervivencia siempre estará por encima de los deseos. Algo similar les sucede a Puigdemont y sus ventrículos en la corte. Las ansias de acabar con Sánchez se ven refrenadas por un horizonte más lesivo para sus intereses si esto llegara a suceder. De nuevo, Junts no quiere disparar el primero.
«En 2025, seguiremos en el mismo enredo de denuncias de corruptelas varias, acusaciones desde todos los frentes y con la sensación cierta de que los próximos meses tampoco serán los de las reformas que necesitamos para revertir la situación»
Por su parte, el Partido Nacionalista Vasco lleva una temporada dando muestras de una desorientación estratégica, noqueados por los reveses electorales. Quizá esta extraña posición, única en su historia reciente, les impide identificar adecuadamente los riesgos y beneficios de sus acciones. Solo Bildu, el Bloque y Esquerra conservan un discurso de apoyo progresista, siempre y cuando se mantenga la suculenta puja de votos a buen precio para sus respectivos proyectos. En Moncloa pueden estar tranquilos, tienen margen si logran navegar en la incertidumbre cotidiana y articular una mayoría progresista que, en realidad, no existe. Por el camino, eso sí, iremos conociendo más detalles de las investigaciones judiciales en curso y probablemente algunos de sus socios tendrán que calcular dónde ponen el límite de la permisividad.
Los próximos meses serán largos tanto para Sánchez como para Núñez Feijóo. No se vislumbra un escenario en el que el Partido Popular pueda ganar mucho más de lo que ya ha conseguido desde su última victoria electoral y con la única compañía de oposición de un partido como Vox, que ha desechado la vía Meloni para conjugar sus destinos con los patriotas europeos de Orbán y compañía. Tampoco beneficia al Partido Popular tener la mayoría del poder territorial, ya que el desgaste se irá haciendo evidente y las baronías autonómicas pueden erosionar el liderazgo del partido. Podemos predecir que la primera mitad del año que viene habrá más de una ocasión para el cuerpo a cuerpo entre Sánchez y Díaz Ayuso. Y el resultado será imprevisible. Mientras tanto, seguiremos sin implementar las reformas necesarias para enderezar el rumbo, en un contexto en el que Francia y Alemania deberán encargarse de sus propios problemas. Seguiremos, por tanto, viviendo tiempos extraños.