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Rafael Pampillón

Decálogo de los partidos europeos de extrema derecha

«Un rasgo unificador entre todos los partidos de la nueva derecha es su rechazo categórico a la inmigración masiva. Este tema sigue siendo su principal bandera política»

Opinión
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Decálogo de los partidos europeos de extrema derecha

La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y el líder de Vox, Santiago Abascal. | EFE

2025: Decálogo político de los partidos europeos de extrema derecha.

En Europa, los partidos etiquetados como de extrema derecha o «nueva derecha» presentan una diversidad de corrientes políticas que reflejan distintas posturas frente a la política económica, la Unión Europea (UE), la inmigración y las relaciones internacionales.

A continuación, se describen sus principales características de la mano del artículo de John Lloyd.

Oposición a las políticas de la UE

Algunos partidos de la nueva derecha son abiertamente críticos con las políticas de la Unión Europea. Entre ellos destacan Fidesz en Hungría, Vox en España, Chega en Portugal y, especialmente, Alternativa para Alemania (AfD). Estos partidos cuestionan la integración supranacional y abogan por políticas más soberanas en sus respectivos países. 

Colaboración con la UE

Por otro lado, existen formaciones de la nueva derecha que han optado por una colaboración activa con la Unión Europea. Un ejemplo notable es Giorgia Meloni, primera ministra de Italia, quien ha trabajado de manera estrecha con Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. Este enfoque también incluye a los partidos de nueva derecha en Francia, Finlandia y Suecia, que se autodenominan plenamente democráticos y partidarios de la UE.

Postura frente al conflicto en Ucrania

En el ámbito internacional, algunos partidos apoyan la resistencia de Ucrania contra la invasión rusa y se posicionan firmemente en el bloque pro-OTAN. Entre estos destacan los Demócratas Suecos, Giorgia Meloni y Marine Le Pen, quienes ven en la alianza atlántica un pilar de defensa común frente a Rusia.

Simpatías hacia Rusia

En contraste, con el punto anterior, partidos como el Fidesz de Viktor Orbán en Hungría muestran una clara proximidad hacia Rusia, priorizando relaciones que desafían la hegemonía de un Occidente liderado por Estados Unidos. Esta tendencia es más común en países de la antigua Europa comunista. Alternativa para Alemania (AfD), el principal partido de nueva derecha en Alemania, también mantiene simpatías rusófilas, al igual que la Alianza Sahra Wagenknecht, liderada por la política de extrema izquierda homónima. 

Firme oposición a la inmigración masiva

Un rasgo unificador entre todos los partidos de la nueva derecha es su rechazo categórico a la inmigración masiva. Este tema sigue siendo su principal bandera política, atrayendo un amplio apoyo popular. En países como Suecia y Finlandia, los partidos de la nueva derecha han formado coaliciones con la centroderecha para aplicar políticas más restrictivas en materia migratoria. Curiosamente, esta postura también ha sido adoptada por figuras de la extrema izquierda, como Sahra Wagenknecht, quien combina una política económica de izquierda con un compromiso de reducir la inmigración. Según Wagenknecht, la clase trabajadora alemana sufre las consecuencias de la competencia con los migrantes por recursos como vivienda, atención médica y servicios sociales debido al incremento migratorio.

Políticas económicas neoliberales

En el ámbito económico, muchos de estos partidos promueven políticas neoliberales, como la reducción de impuestos y la flexibilización del mercado laboral, con el objetivo de estimular la economía y atraer inversiones extranjeras. Por ejemplo, Vox en España propone una reducción significativa del impuesto sobre la renta, argumentando que una menor carga fiscal incentivará el consumo, la inversión y la creación de empleo. En su programa económico, el partido ha defendido también la eliminación de ciertos impuestos estatales que consideran ineficientes o innecesarios, como el impuesto sobre el patrimonio y el de sucesiones y donaciones. Este enfoque busca alinear la fiscalidad con principios neoliberales de estímulo económico a través de la desregulación y una menor intervención del Estado en la economía. Sin embargo, estas medidas han sido criticadas por su potencial impacto en la desigualdad social y la financiación de servicios públicos esenciales.

Políticas económicas proteccionistas

Tanto los partidos de extrema derecha como de extrema izquierda adoptan posturas proteccionistas, defendiendo la prioridad de las empresas nacionales frente a las multinacionales y posicionándose contra lo que perciben como los excesos de la globalización. Los partidos de extrema derecha justifican el proteccionismo en que la globalización ha beneficiado principalmente a las grandes corporaciones a expensas de las pequeñas y medianas empresas locales, que consideran el motor principal de la economía española. Este enfoque se traduce en propuestas como incentivar la producción nacional, aplicar restricciones a la deslocalización de empresas y garantizar la soberanía alimentaria y energética.

Conexión con distintas bases electorales

Este híbrido de políticas neoliberales y proteccionistas refleja un intento de conectar con diferentes bases electorales: por un lado, los empresarios y autónomos que buscan una menor carga fiscal y un entorno económico más competitivo; por otro, los trabajadores y pequeños empresarios que sienten que sus intereses han sido marginados por un modelo globalizador que favorece a las grandes corporaciones y los intereses internacionales.

Contra los partidos políticos tradicionales

Los partidos de extrema derecha suelen presentarse como defensores del «pueblo» frente a las élites políticas y económicas, a las que acusan de corrupción y de estar desconectadas de las necesidades reales de la ciudadanía. Este discurso populista les permite capitalizar el descontento social y posicionarse como una alternativa a los partidos políticos tradicionales. 

Críticas y desafíos

Los economistas críticos con las políticas económicas de los partidos de extrema derecha señalan que, aunque la reducción de impuestos puede fomentar el crecimiento económico a corto plazo, podría generar déficits fiscales significativos que afecten la sostenibilidad de servicios públicos fundamentales como la sanidad, la educación y las pensiones. En cuanto al proteccionismo, si bien puede ofrecer beneficios a ciertos sectores locales a corto plazo, corre el riesgo de generar represalias comerciales y de aumentar los precios para los consumidores, una reducción del bienestar que podría contrarrestar los posibles beneficios económicos.

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