The Objective
Victoria Carvajal

Efectos sorpresa de la revolución Trump

«La incertidumbre es el peor enemigo de los agentes económicos y la llamada revolución Trump ha hecho de ella una herramienta política»

Opinión
Efectos sorpresa de la revolución Trump

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump. | Ilustración de Alejandra Svriz

Quién podía sospechar que para Make America Great Again había que pasar por una recesión. Eso es al menos lo que les dijo Donald Trump a los presidentes ejecutivos de las más importantes compañías estadounidenses en la reunión celebrada esta semana en Washington. Cabe suponer que la gran mayoría se quedara atónita al escuchar tan contradictoria revelación. Pero, que se sepa, ninguno de los asistentes expresó su disconformidad. Nada nuevo. De sobra es conocido el sometimiento del poder corporativo al Gobierno de turno, por la potestad de este último para legislar sobre el marco regulatorio que le afecta, gravar su actividad o concederle ayudas. Por el momento se resignan a encajar los efectos que la agresiva y errática política arancelaria del presidente estadounidense está teniendo en sus cotizaciones y en su actividad económica. Wall Street acumula pérdidas de hasta un 10% desde la llegada al poder de Trump y crecen las expectativas de entrar en recesión y de aumento de la inflación. 

La incertidumbre es el peor enemigo de los agentes económicos. Y la llamada revolución Trump ha hecho de ella una herramienta política. En ese entorno inestable, las empresas estadounidenses aplazan sus órdenes de compra, paralizan sus decisiones de inversión o de contratación de trabajadores. Es el resultado del esta nueva versión del nacionalismo económico, bastante más belicoso que el de su anterior Administración (2017-2020). Sin embargo, aún hay esperanza de que la hostilidad de su política proteccionista y la ruptura con sus aliados de los últimos 80 años se vuelva en su contra. 

Depende de cuánto dure la paciencia a los hoy en su mayoría dóciles banqueros y grandes empresarios que le auparon al poder. Entre ellos, su mano derecha, Elon Musk, al frente del impopular DOGE (Department of Government Efficiency en sus siglas en inglés), la versión estadounidense de la motosierra del argentino Javier Milei, que ha dejado en la calle a cientos de miles de trabajadores públicos, desvelado los datos privados de millones de ciudadanos americanos y liquidado cientos de programas de vital ayuda nacional e internacional. Las acciones de Tesla se han desplomado un 45% en 2025 y sus vehículos están siendo objeto de boicot en muchas partes del país. 

Con una mayoría republicana en el Congreso y un Tribunal Supremo dominado por los jueces conservadores, Wall Street se erige hoy como el más sólido contrapoder al Gobierno trumpista. Y si no lo logran las grandes corporaciones, tal vez lo haga Elon Musk, que ha pagado su apoyo al presidente estadounidense con la pérdida de casi el 50% en el valor de su fortuna. ¿Hasta cuándo podrá permitírselo?  

Porque la Administración Trump parece decidida a intensificar su política proteccionista pese a las caídas de los mercados, el malestar de sus empresarios y el enfrentamiento con sus tradicionales aliados mundiales. Impasible al desplome que registra el sentimiento de los consumidores, indicador que mide el optimismo de los consumidores respecto de sus finanzas y el estado de la economía. Este se sitúa en la cifra más baja de los dos últimos años y medio: bajó del 64,7% de febrero al 57,9% en marzo. Tampoco parece importarle los efectos en los precios de los aranceles que EE UU ha comenzado ya a aplicar. Las expectativas de inflación anual se han elevado hasta el 4,9%, la tasa más alta desde noviembre de 2022, en los peores momentos de la crisis energética provocada por la invasión rusa de Ucrania. 

«Los 27 se han dado cuenta de la necesidad de acelerar su autonomía energética, tecnológica y militar»

Pero la revolución Trump puede tener también efectos positivos. Involuntarios, claro. Uno de ellos: Make Europe Great Again. Los 27 se han dado cuenta de la necesidad de acelerar su autonomía energética, tecnológica y militar. Con especial hincapié en esta última como reacción al vértigo que ha producido la interrupción de la ayuda militar y de la inteligencia a Ucrania por parte de la gran potencia militar mundial. Dejando en el desamparo no sólo al país que libra una heroica lucha en los últimos tres años, sino también a sus aliados europeos. Todo ello ha servido de acicate para avanzar también en la integración del mercado común. Consolidar el intra-comercio de los 27 para reducir su dependencia de las exportaciones al mercado estadounidense. 

El anuncio de la Comisión Europea de que los países miembros habían acordado financiar una parte del plan de inversiones en defensa, valorado en 800.000 millones de euros, con la emisión de 150.000 millones de euros en eurobonos, refuerza el papel del euro como divisa alternativa al dólar en los mercados internacionales. Es un paso más es la competencia con el valor refugio que suponen los bonos del Tesoro estadounidense. Y supone un avance en la consolidación del proyecto de la Unión y su credibilidad en los mercados financieros. 

También es bienvenido el anuncio del próximo canciller alemán, el conservador Friedrich Merz, de levantar el límite a la emisión de deuda alemana para financiar un ambicioso plan de gasto en defensa, pero también infraestructuras. Es el empujón que necesitaba la debilitada locomotora europea, que lleva dos años en recesión. Varios institutos del país han revisado al alza ya las previsiones para 2025 y hablan de un avance del 2% en el PIB.

¿Qué otro favor le ha hecho a Europa la política hostil de Trump? Bring the UK Back to Europe. El centro geográfico del Reino Unido del laborista Keir Starmer ha vuelto a Europa en la defensa del orden liberal que Estados Unidos hoy parece dispuesto a desmantelar. La unión de los 27 ha salido reforzada de todo ello. También el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, cuya popularidad por el desgaste de la guerra, los desacuerdos dentro de su gobierno y unos presuntos casos de corrupción, se había resentido en el último año, ha salido reforzado de todo ello. El apoyo interno y el de la UE está en sus cotas más altas desde el principio de la guerra. Si entre los objetivos de la revolución Trump estaba debilitar Europa y dividirla, el tiro salió por la culata.

De forma que el balance de la revolución Trump, tan disruptiva e inquietante, puede ser hasta positivo. Si no fuera porque la voladura del orden internacional conocido hasta ahora y la política de apaciguamiento con Rusia del presidente estadounidense amenaza con hacer Strong Again al presidente ruso, el dictador y genocida Vladímir Putin y, más grave aún, está provocando la proliferación de armas nucleares en el mundo. 

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