El avance de los autócratas
«Trump prefiere desentenderse de sus aliados tradicionales y de los valores que representan las democracias liberales y aliarse con quienes los desprecian»

Ilustración de Alejandra Svriz.
Esta semana Vladimir Putin bendecía los planes de Donald Trump para anexionar Groenlandia a Estados Unidos. «EEUU estableció bases militares en Groenlandia durante la II Guerra Mundial para defenderla de los nazis. La anexión es un proyecto serio con bases históricas», decía el presidente ruso. Son argumentos maniqueos. Tan maniqueos como los que ha utilizado el Kremlin para justificar la invasión de Ucrania. Putin bendice las ambiciones expansionistas de Trump y Trump es comprensivo con las de Putin. Pero no solo.
También esta semana Elon Musk decidía colaborar con el cada vez más represivo régimen turco. Recep Tayyip Erdogan seguramente le estará agradecido por haber cerrado las cuentas en la red social X de algunos de los líderes de las masivas protestas ciudadanas en contra de la detención del alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu, único candidato capaz de desplazar en el poder al autoritario presidente de Turquía. Y JD Vance desveló la relación que aspira a tener la Administración Trump con gran parte del Sur Global: las antiguas colonias que forman parte de ese bloque deben seguir siendo explotadas por las grandes potencias mediante el control monopolístico de las tecnologías avanzadas. Condenando a sus economías a permanecer en el fondo de la cadena de producción. Reducidas de nuevo a condición de colonia.
Son gestos y declaraciones que apuntan siempre en la misma dirección: el reparto del mundo entre las potencias autócratas emergentes, esta vez con la complicidad de Estados Unidos, cuyo presidente se ha arrojado en sus brazos sin rubor. Dice Trump que quiere que su país deje de ser la potencia pringada (sucker) que ha sido en las últimas décadas. Esa de la que se han aprovechado todos, empezando por Europa. De forma que prefiere desentenderse de sus aliados tradicionales y de los valores que representan las democracias liberales y aliarse con quienes los desprecian y comparten su visión imperialista del mundo.
La gran incógnita aún es cómo reaccionará China de este intercambio de parejas. El país asiático no tiene problemas en compartir la visión imperialista. Reclama para sí la soberanía de Taiwán desde que en 1949 la isla se independizó. Así que quizás saque también partido de esta nueva ola imperialista. Por parte de Estados Unidos, no hay que descartar que, con su acercamiento a Moscú, Washington aspire a abrir una brecha en las hasta ahora muy sólidas relaciones de Rusia y China. Pero difícilmente Putin se arriesgará a perder la alianza con Pekín, que le ha permitido sortear los efectos de las sanciones en estos últimos tres años de guerra en Ucrania.
El país asiático es el máximo exponente de ese combinado que se ha revelado como alternativa viable al modelo del capitalismo liberal. Frente al fracaso de las economías socialistas, China ha demostrado que el progreso económico basado en el libre mercado no está reñido con el control monopolístico del poder y la represión de los derechos individuales que representa una dictadura. Y hoy son muchos países los que embarcados en una deriva iliberal se miran en ese espejo. No sólo Rusia desde hace tiempo. India, con su Gobierno nacionalista, la Turquía de Erdogan, el Israel de Netanyahu o, incluso, algunos europeos, como es el caso de la Hungría de Viktor Orbán. ¿Y los Estados Unidos de Trump?
«La ruptura de Trump con Occidente como bloque geopolítico le obliga a rearmarse e integrar sus ejércitos para convertirse en una potencia militar»
¿Está Europa condenada a ser una mera espectadora de cómo las grandes potencias mueven las fichas en el tablero mundial? Si la invasión rusa en Ucrania le hizo ponerse las pilas con respecto a su independencia energética, la ruptura de Trump con Occidente como bloque geopolítico le obliga a rearmarse e integrar sus ejércitos para convertirse en una potencia militar. Tras décadas de ensimismamiento, la Unión necesita urgentemente hacer una puesta a punto integral para tener autonomía militar, energética y tecnológica y asegurar su hegemonía como potencia comercial. La traición de Trump a Europa además ha reforzado el apoyo de los europeos a la Unión. El último Eurobarómetro, publicado el pasado día 25, revela que el 66% quiere que la UE juegue un papel más relevante en su protección frente a las crisis globales y los riesgos de seguridad. Y nueve de cada diez europeos (89%) creen que los 27 Estados miembros deberían actuar con mayor unidad frente a los desafíos mundiales.
Mientras, Moscú juega sus cartas con habilidad. Sabe cómo manipular el ego del presidente americano para atraerle a su causa. Putin sostiene que la guerra en Ucrania no hubiera ocurrido si a Trump no le hubieran robado las elecciones en 2020. Y el presidente estadounidense va cediendo. Lo último, los rusos han logrado reconectar uno de sus principales bancos al sistema SWIFT del que había sido expulsada Rusia para dificultar sus transacciones bancarias internacionales como parte de las sanciones internacionales impuestas al país agresor.
Y a cambio, el Kremlin ve con buenos ojos que en el reparto del Ártico, Estados Unidos se haga con Groenlandia y Canadá. No sabemos aún cómo de comprensivo se muestra Estados Unidos con la ambición de Putin de consolidar una unión euroasiática, con un mercado común capaz de competir con otros bloques comerciales como la UE, EEUU o China, o su deseo de rescatar bajo su órbita de influencia a los países bálticos que eran antiguas repúblicas soviéticas (Estonia, Lituania, Letonia…). Hace unos días el Servicio de Inteligencia danés concluía que Rusia puede estar preparándose parta atacar a otro país vecino en el plazo de seis meses. Sin embargo, ningún miembro de su Administración ha expresado hasta hoy su preocupación.
¿Será lo suficientemente fuerte la voluntad de los europeos como para resistir la corriente autócrata? ¿Sumarán fuerzas con Canadá, Japón, Corea del Sur y Australia? ¿Llegarán a tiempo para ayudar a los países de Europa del Este que hoy se manifiestan en las calles para evitar que sus Gobiernos se conviertan en títeres del Kremlin?