Apocalipsis ecologista
«El problema no son las renovables, sino un dogmatismo basado en la exageración para conseguir que la gente acepte las arbitrariedades gubernamentales»

Las catástrofes que han protagonizado la legislatura de Sánchez. | Ilustración de Alejandra Svriz
España debe de ser el país con los gobernantes menos listos de todo el continente europeo. Lo digo siguiendo la sabiduría popular. Hay un refrán manchego que dice que “cuando un tonto coge una linde, la linde se acaba, pero el tonto sigue”. Así, mientras el resto de gobiernos europeos, con Bruselas a la cabeza, han reculado con la energía nuclear, aquí los socialistas y sus aliados siguen con la matraca ecologista del cierre de las centrales, argumentando incluso con la tragedia de Chernóbil. La terquedad mezclada con ignorancia es tan evidente que, además de sonrojante, empieza a ser sospechosa.
Esa desconfianza se debe a que el dogma apocalíptico del ecologismo está compuesto a partes iguales por socialismo encubierto, mesianismo y mentiras. Empiezo con un ejemplo sobre lo último.
Urtasun, ministro de Cultura, ha dicho este 5 de mayo que Sumar está en contra de alargar o modificar el cierre de las nucleares por tres razones. La primera, ha dicho, es porque el uranio que se usa no es español, sino extranjero, y eso nos hace dependientes. Ja. No es español porque por una ley de 2019, suya, está prohibido extraerlo de nuestro suelo, cuando aquí tenemos las segundas reservas de Europa. Luego, el camarlengo, el Yolanda, ha apuntado que tenemos el problema de la gestión de los residuos radiactivos, porque no se sabe dónde se van a enterrar. Falso.
El Gobierno de Sánchez aprobó en febrero de 2025, este año, la construcción de siete almacenes para albergarlos que estarán operativos en 2027. Y, la trola final de Urtasun: la energía nuclear es “muy cara”, sí, pero no, porque el dogmatismo renovable que provocó el apagón del 28 de abril ha supuesto una pérdida económica de 1.600 millones de euros, equivalente al 0,1% del PIB.
El segundo componente de su dogmatismo es el mesianismo. Lo aclaro antes. El carácter mesiánico es una de las características de la izquierda desde la Revolución Francesa. Para resumir: se trata de someter a la sociedad y a las personas a un proyecto ideológico de salvación, normalmente arrasando todo a su paso. Al mesías no le importa el coste, que nunca paga él con su vida o hacienda, sino avanzar hacia el objetivo, que no llega jamás, y en el que suele mandar y enriquecerse. Ese empecinamiento en la ingeniería social lo apuntó Jordi Sevilla al respecto de la “Transición Ecológica” en España: se planificó desde un despacho sin atender a los informes técnicos ni a la realidad. Este mesianismo en el ecologismo es algo natural aquí y fuera. El mecanismo es milenarista: anuncian la catástrofe inmediata y señalan a los culpables, y a continuación indican cuál es la única salvación.
“Antes era el camelo de salvar al proletariado, y ahora de salvar el planeta con la misma estructura retórica”
Y aquí enlazo con el último componente del dogmatismo ecologista: el socialismo. El ideal socialista ha buscado una forma de resucitar a través de la ecología (también el feminismo extremo) porque sirve para demoler el orden existente prometiendo el paraíso de igualdad material y felicidad armónica entre margaritas y unicornios. El comunismo fracasó, y ahora lo intentan de nuevo por la puerta de atrás. Antes era el camelo de salvar al proletariado, y ahora de salvar el planeta con la misma estructura retórica: encarnan el progreso, por lo que rechazan ideas y personas que consideran reaccionarias, imponen normas y prohíben hasta crear la mentalidad que les define como forjadores de la nueva sociedad planetaria que les permita gobernar para siempre.
Ese nuevo socialismo tiene varias vías con las que convivimos, y que han provocado la decadencia de Occidente, tanto de Europa como de EEUU. Me refiero al decrecimiento; esto es, a producir cada vez menos en territorio propio y derivarlo a terceros países, como China, que se forra. Nosotros ponemos el discurso ecologista y la pasta, al tiempo que los chinos colonizan Asia, África e Iberoamérica controlando el mercado. No es que esté mal, es que es idiota. También convivimos con el Green New Deal, que es la transformación ecológica dirigida por los Estados, que nos van a decir cómo ser, pensar, sentir y expresarnos. En esto está, o estaba, la Unión Europea hasta que en 2023 decidió pisar el freno y volver a las nucleares, menos aquí, que seguimos la linde.
El problema, por tanto, no son las renovables en su combinación con la nuclear, ni cuidar lo máximo posible nuestro entorno, sino un dogmatismo basado en la exageración, en la venta del apocalipsis para conseguir que la gente acepte las arbitrariedades gubernamentales. El miedo se ha convertido en el argumento para las políticas de emergencia que exige la izquierda. Si no es que vienen “los ultras”, es el apocalipsis climático o cualquier otro tópico que genere inseguridad e incertidumbre y justifique la arbitrariedad del mesías. Por eso, como escribió Frank Furedi, lo único que debemos temer es a la cultura del miedo porque da alas al autoritarismo.