The Objective
César Antonio Molina

¿Dónde encontrar políticos honorables?

«La igualdad de trato hoy en España está alterada por los nacionalismos que controlan a Sánchez. El presidente ‘solo’ ejerce contra la mayoría de los españoles»

Opinión
¿Dónde encontrar políticos honorables?

Ilustración de Alejandra Svriz.

En la isla griega de Hydra se rodó, en el año 1957, La sirena y el delfín. El director fue Jean Negulesco, mientras que los intérpretes principales fueron Sophia Loren y Alan Ladd. No es una gran película, pero esta comedia dramática que yo vi varios años después siendo aún niño, tuvo en mí dos efectos inmediatos: el amor por la arqueología y por las islas griegas. Pero también quedó en mi mente esta frase que le dice el rico saqueador norteamericano (Clifton Webb)  a su compatriota el arqueólogo (Alan Ladd) que trata de evitar ese latrocinio al pueblo griego: «Usted está hablando conmigo como si yo fuera honorable, cosa que no soy». Esto es lo que Trump le dice a Zelenski cada vez que conversa con él, incluso en el confesionario del Vaticano. La entrega de esas tierras raras a las empresas norteamericanas a cambio de la paz que ofrece Putin, otro ladrón anexionador de territorios que no son suyos.

La inmoralidad rige hoy de manera muy peligrosa tanto en las viejas democracias supuestamente consolidadas, como en las «democracias orgánicas», como la nuestra, en la que con gusto el franquismo se reconocería.

Trump, que es un vulgar matón aunque esté en el poder por haber ganado las elecciones por una gran mayoría, lo que es una vergüenza para un país tan ejemplar como Estados Unidos, acaba de encarcelar a una juez por contravenir uno de sus decretos salvajes contra la inmigración. Trump ya, en su primer mandato, atacó a los jueces «rebeldes» y ahora también a los funcionarios. Y lo hace afirmando, como Sánchez, «que es un mandato popular para reformar el Estado». Sánchez ni siquiera ganó las elecciones. Este gesto gravísimo da pie a que en otros países se tome como ejemplo. Trump va camino de instaurar una tiranía. Y esa amistad con Putin y otros dictadores es fiel reflejo de sus intenciones.

A todos los tiranos les molesta la separación de poderes y la libertad. Especialmente el Poder Judicial y los medios de comunicación. Llevamos ya tiempo viendo como se consolidan estas amenazas en nuestro propio país. Jueces amenazados y acusados de fascistas, lo mismo que quienes no comulgan con el periodismo del régimen sanchista, fiel emulador de aquella Prensa del Movimiento.  Sánchez, tan iletrado como aventurero, tan buen franquista que ha empleado a toda su familia y amigos, no conoce aquella máxima senequista de que «la fortuna no te lleve tan alto que no puedas soportar la caída». Una caída que se ha iniciado, aunque él no lo sepa. Pero la cuestión está en que en esa caída nos está arrastrando a todos nosotros.

Por salvarse, él nos desprotege a los demás. La ruptura de los acuerdos armamentísticos con Israel, nos lleva a graves consecuencias de indefensión, como así vienen confirmando muchos estrategas militares. Pero también consecuencias en el interior ante las nuevas facilidades que se le están ofreciendo a las mafias de la droga o a las del tráfico de personas e incluso de armas. Y está muy bien el recordar quién paga todos estos desatinos que ya son muchos y muy gravosos para nuestra economía. Cualquier día, en el Parlamento, uno de esos pocos días en que nos alegra con su presencia, dirá aquello de que «en picos, palas y azadones he gastado cien millones». Ni el gran Capitán. Él, al menos, era bueno en su oficio y misericordioso: «…Y en guantes perfumados para que los soldados no oliesen el hedor de la batalla».

«El Gran Apagón es una buena metáfora para definir estos años de desgobierno, corrupción y amiguismo clientelista»

Este ingente gasto en pagar a sus sostenedores trae también como consecuencia la poca inversión en infraestructuras vitales como la red eléctrica. Es una vergüenza que España tenga que acudir a Marruecos y Francia. Su guerra insensata y fanática contra las nucleares, cuando hay cientos por toda Europa, es un absoluto despropósito. En Francia, a la que le compramos energía, hay 18, con 57 reactores operativos. Lo cierto es que se siente obligado a mentir descaradamente: no hay dinero para todo, pues él lo tiene hipotecado por la compra de votos. El Gran Apagón es una buena metáfora para definir estos años de desgobierno, corrupción y amiguismo clientelista. Volcanes, inundaciones, pandemias, apagones y Filomenas (por cierto, esto último, dados sus lazos familiares, significa amor a la música o al canto). Ya da miedo pensar en cuáles serán las próximas plagas que nos traiga.

Los principios de la democracia vienen básicamente de la Revolución Francesa. La libertad, la igualdad, la fraternidad, el imperio de la ley y la tolerancia. Una libertad basada en que todo el mundo nace libre. Ya no sucede así en la América de Trump y aún menos en la Rusia de Putin. La democracia protege y hace tangible esa libertad. No se la puede arrebatar amparándose en una autoridad salvadora. Y, en nuestro país, esa autoridad salvadora que no ganó las elecciones y está apoyada por los más ruines, es Sánchez. Él mismo se cree por encima de la separación de poderes, moldeándolos a su gusto. Es decir, se unge de César. Incluso la Constitución es él y solo él, en su sueño autocrático. Por eso el principal peligro para la libertad es él y no el resto de millones de españoles que no piensan como él. La democracia también se basa en el diálogo y el respeto a la oposición y no en su destrucción.

La democracia es una obra de teatro con múltiples actores y no un monólogo. Aquello que decían los portugueses de su dictador Salazar: «Es siempre la misma melodía, Salazar es una monomanía». O también «una monotonía». La democracia tiene que acatar la voluntad general a través de sus órganos de representación hoy arrumbados. Y la Constitución debe ser velada por un Poder Judicial independiente. Una vez más, reitero mi desacuerdo con quienes opinan interesadamente que el  Poder Judicial despoja de atributos a los representantes democráticos y se lo entrega a los jueces que no han sido elegidos. ¡Falso! Los jueces han pasado pruebas intelectuales que muy pocos diputados pasarían. Y, al fin y al cabo, la educación y el funcionariado están elegidos también por el concurso público abierto y responsable.

La igualdad de trato hoy también en España está alterada por los nacionalismos que son quienes controlan a Sánchez. El presidente «solo» ejerce contra la mayor parte de los españoles. Es decir, protege a unos frente a otros, que son mayoría. Y ni unos ni otros ya se sienten protegidos. Los catalanes y vascos porque no lo necesitan y, el resto, tampoco aunque por otros motivos. No se puede defender el bien común de esta manera. La libertad y los derechos individuales deben prevalecer. Sánchez ha suplantado a los ciudadanos por el clientelismo. Y lo apoya y lo riega de dones.

«Durante los cuarenta y pico años de democracia, estos años están siendo los de mayor inseguridad jurídica»

El imperio de la ley consiste en aplicar las normas a todos por igual. Ya hemos comprobado varias veces que no ha sido así. Por ejemplo, se indulta y amnistía a los sublevados y se castiga a las fuerzas del orden que defendieron la democracia y el orden constitucional. Hay muchos otros ejemplos. Durante los cuarenta y pico años de democracia, estos años están siendo los de mayor inseguridad jurídica. La situación del Fiscal General y del Tribunal Constitucional así lo corrobora.  Y la negativa a reconocer la presunción de inocencia por parte de la vicepresidenta primera del Gobierno, no hace más que ratificarnos en esta preocupación por la indefensión.

Mientras el Papa Francisco renunció a su infalibilidad, Sánchez sigue creyendo en la suya. Y en una democracia es necesario el intercambio de ideas y la tolerancia, sobre todo, de quien ostenta el poder en ese momento sobre los demás. Popper se refirió a la paradoja de la tolerancia. Decía que había que poner un límite a los intolerantes, sobre todo, a los intolerantes violentos. Pero Sánchez ha colaborado con los intolerantes que le apoyan. Los intolerantes contra España, la Monarquía parlamentaria, la democracia y las libertades. Pudiendo haber establecido un bipartidismo con el constitucionalismo se arrojó en manos de todos los enemigos del país.

A diferencia de Alemania, donde llevan décadas gobernando coaliciones a favor del Estado, en España, Sánchez ha hecho absolutamente todo lo contrario. La verdad se descubre con la deliberación entre todos, pero el sanchismo ha institucionalizado la mentira, a la que él ha recalificado como «rectificación». Petrarca, ya en el Renacimiento, dudaba de la honradez de los políticos de su tiempo. En una de sus muchas cartas afirmaba que la verdad siempre «era santa y honesta», pero no siempre «segura». Y en otra misiva escribía que la virtud nunca había tenido tan pocos adeptos. No voy aquí a nombrar la lista de personajes que confirman tal apreciación.

Hoy, Moncloa es una empresa de demolición de nuestra democracia. Al que venga le queda el ímprobo trabajo de restaurar y fortalecer las instituciones. Sin Estado de derecho la democracia es irrelevante ya que el Estado puede actuar con impunidad. La idea de razón pública tiene que aplicarse cuando debatimos fundamentos constitucionales y asuntos de justicia básica. Sobre todo, nuestros derechos y libertades fundamentales y la estructura de nuestro sistema político y social.  

La libertad en Europa está amenazada y también, por lo que vamos viendo, en los EEUU. Los populismos de ambos extremos avanzan y, con ellos, el nacionalismo étnico. El enemigo común es siempre la tolerancia, la libertad e igualdad. Y la violencia habita, igualmente, de forma peligrosa, en su interior. Vivimos un tiempo de escepticismo respecto a si el ideal de la democracia liberal en una sociedad verdaderamente tolerante y plural es factible o coherente. Debemos evitar las guerras culturales y engrandecer los espacios de la convivencia y la integración. Y entender la historia como una evolución lenta, pero continua, hacia el progreso del ser humano.

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